A lo largo del artículo, se dan unas ideas generales de lo que sería el "Control o Gestión Integrada de Plagas" y lo que el autor entiende como los puntos más importantes para loscultivos hortícolas. Destaca la formación específica de técnicos y agricultores, el registro yjustificación de actuaciones y la optimización en el manejo de los equipos de tratamiento.Analiza también los sistemas de "evaluación fitosanitaria" y los "criterios de intervención" en hortalizas.

Por último, relaciona las principales estrategias a las que puede recurrirse, dentro de un sistema de Gestión Integrada de Plagas, incluyendo las medidas de prevención, el control biológico y tecnológico y la utilización de productos fitosanitarios.

 

 

INTRODUCCIÓN

Durante la segunda mitad del siglo pasado, el desarrollo de los productos fitosanitarios de síntesis, fue clave para intensificar y asegurar las producciones agrícolas. El aumento en la producción de estos alimentos contribuyó a mejorar la dieta de una Sociedad creciente y concentrada en grandes núcleos de población.

Sin embargo, la facilidad con la que se podían adquirir y utilizar los fitosanitarios, así como las eficacias que ofrecían, favoreció que su uso fuera cada vez más intenso y descontrolado, olvidando otras técnicas fitosanitarias más tradicionales. Con el tiempo, comenzaron a observarse los primeros problemas de resistencias y aparición de nuevas plagas, que se resolvía intensificando los tratamientos. A lo largo de las últimas décadas del siglo XX, empezaron a descubrirse algunos efectos nocivos de los fitosanitarios, tanto medioambientales como para los operarios agrícolas, así como presencia de residuos en alimentos, no aceptables por los consumidores.

Los nuevos conocimientos científicos y la presión de diferentes grupos sociales, han provocado una selección de productos fitosanitarios, utilizando criterios mucho más seguros para el medioambiente, los aplicadores y consumidores, habiéndose eliminando del mercado europeo más del 70% de las materias activas disponibles a principios de los años 90. Además, a los que han quedado disponibles, y a los nuevos que van saliendo al mercado, se le han ido imponiendo condiciones de uso cada vez más restrictivas y seguras. Los aplicadores se van profesionalizando, van desarrollándose nuevas herramientas de manejo de plagas y el nivel técnico, en las zonas más importantes de producción, ha cambiado radicalmente.

Esta racionalización en el uso de los medios de defensa vegetal, que era obligada en una Sociedad moderna y responsable, parece que no se ha quedado aquí. Justificada por los abusos producidos, se ha generado una oposición frontal y temor a la utilización de cualquier producto químico en agricultura y presencia de posibles residuos en los alimentos.

El problema en la actualidad, y que podría agudizarse el los próximos años, es la limitación excesiva en las herramientas de defensa fitosanitarias, que podría complicar las viabilidad de muchas producciones, así como la proliferación de nuevas plagas y de resistencias, y un incremento en los precios de frutas y hortalizas, que podría restringir su consumo en sectores menos favorecidos.

Justificado por casos reales, parece que se intenta tirar por tierra las enormes ventajas que han aportado los productos fitosanitarios a las sociedades más modernas, con una rica producción de frutas y hortalizas, base de la dieta, en particular la mediterránea. En agricultura ecológica, que algunos proponen como alternativa, se utilizan con frecuencia productos químicos "de origen natural", no de síntesis, pero al fin y al cabo químicos, que pueden producir también efectos indeseados.

Lo cierto es que, tanto la agricultura ecológica como la tradicional que se produce en estos momentos en Europa en general y en, particular, en Murcia, son extremadamente seguras, y cada vez deben serlo todavía más. A ello debe contribuir la Gestión Integrada de Plagas.

 

 

Gestión Integrada de Plagas en hortalizas

La Gestión Integrada de Plagas se podría definir como una racionalización en el manejo de las fitopatologías que pueden afectar a los cultivos, en la que se integran distintas herramientas, priorizando las medidas de prevención y anteponiendo los métodos físicos, biológicos y tecnológicos a los químicos.

Para ello, es fundamental una gran formación de técnicos y productores, que les permitan conocer mejor las dinámicas que pueden tener las plagas en los sistemas donde se desarrollan y las medidas disponibles para alterarlas a su favor.

Dentro de esta gestión integrada, los productos fitosanitarios en Agricultura, al igual que los farmacéuticos en Sanidad, juegan un papel fundamental, especialmente para determinados cultivos y situaciones. Los parámetros de seguridad con los que se registran y utilizan son extremadamente exigentes y, aunque el objetivo es utilizarlos en los casos que sean estrictamente necesario, imponerles restricciones adicionales, como reducir los límites máximos de residuos establecidos legalmente, a un 50% o 30%, o hablar de "residuo cero", lejos de aportar más seguridad, induce a desconfianza en los consumidores y a mayores problemas para un adecuado manejo de las plagas en campo.

Una visión de conjunto, en el manejo de los cultivos, es fundamental, ya que actuaciones que pueden ser ideales para una plaga, podría poner en riesgo la viabilidad de la plantación. Por ejemplo, aislamientos del cultivo con mallas excesivamente densas, puede evitar la entrada de varias plagas, pero pueden complicar los problemas fúngicos o fisiopatías en algunos momentos.

No siendo la agricultura una ciencia exacta, y mucho menos la fitopatología, es muy difícil dictar normas estrictas de Gestión Integrada de Plagas, especialmente en horticultura, donde la variabilidad de especies, condiciones de cultivo y plagas es muy amplia. Lo que si pueden, y deben establecerse, son unos principios básicos, en el marco de los cuales se realicen las producciones, y entre los que podríamos destacar algunos. En primer lugar la profesionalización: al frente de una explotación debe haber técnicos capaces de valorar globalmente una situación, para tomar una decisión de manera justificada (p.ej. un tratamiento fitosanitario, una suelta de auxiliares o un ajuste en la programación del abonado). Igualmente, es fundamental la formación y colaboración de los agricultores o trabajadores, que son los que realmente conocen minuciosamente la explotación y la recorren continuamente, para que sean capaces de advertir o detectar precozmente cualquier problema que pueda acontecer en el cultivo.

Se debería contemplar la posibilidad de que agricultores "bien formados" pudieran llevar directamente sus propias explotaciones bajo criterios de Gestión Integrada de Plagas. En tal caso, la formación de estos agricultores debería estar perfectamente definida y validada, y sería conveniente que contaran también con un apoyo técnico externo.

Un segundo aspecto, es el registro de todas las operaciones de cultivo, incluidos los tratamientos fitosanitarios, en un "Cuaderno de Explotación". En él, debe justificarse la necesidad de realizar cualquier aplicación, con los productos, dosis, condiciones de utilización, plazos de seguridad, cantidades de productos y caldo gastados, y cualquier otro dato de interés. Otros aspectos, como son los niveles de abonado aportados o comprobaciones de los equipos, así como los análisis realizados o recolecciones, deben quedar igualmente reflejados.

Un tercer punto haría referencia a las características de los equipos de aplicación, su mantenimiento e inspecciones, que garanticen un perfecto funcionamiento, así como a las normas de seguridad y equipos de protección para los aplicadores y operarios de las explotaciones.

Uno de los temas más polémicos, que habitualmente se pretende incluir en las normas de Control Integrado de plagas, es la fijación de los "muestreos" a realizar y de "umbralesde tratamiento", con los que algunos técnicos discrepamos de su operatividad y validez para la mayoría de cultivos hortícolas.

Sabemos que las plagas y enfermedades no se distribuyen, habitualmente, de una manera "estadísticamente" normal, sino que suele ser agregativa, por focos o zonas de riesgo. Incluso su evolución e incidencia sobre el cultivo, va a depender de numerosos factores, no siempre fácilmente previsibles. Por ello, no se pueden generalizar ni simplificar las técnicas de evaluación en cultivos hortícolas a un muestreo aleatorio de un determinado número de plantas, aunque incluya varias zonas, ya que no siempre son operativos a nivel práctico, ni estadísticamente válidos (salvo que el número de elementos a muestrear fuera muy elevado o para patologías y auxiliares con una distribución muy uniforme).

Lo que sí es fundamental, es la colaboración del personal auxiliar de la explotación, que comunicará o dejará marcados los puntos de cualquier anomalía que detecte. Sería inoperante y económicamente inviable, el que un técnico tuviera que realizar una prospección tan sumamente minuciosa como para poder detectar un primer foco de un problema entre las varias miles de plantas que puede tener una parcela de cultivo. Lo que debería hacer el técnico es valorar el problema, determinar las actuaciones a realizar y seguir su evolución.

La necesidad de una intervención, en concreto un tratamiento fitosanitario, va a venir marcada por la aparición de un problema, por la dinámica poblacional de la plaga (no el nivel alcanzado), la de sus auxiliares, la fenología del cultivo, la climatología, la época del año o la sensibilidad de la variedad, entre otros factores, que deben ser valorados en su conjunto por el técnico y el agricultor.

Es muy difícil establecer umbrales de tratamiento para la mayor parte de cultivos hortícolas y patologías.

En sistemas tradicionales, basados en estrategias de control químico de plagas, todavía sería viable y estaría justificado el establecimiento de estos umbrales de intervención.

Sin embargo, en una verdadera gestión integrada, que da prioridad a los métodos biológicos y tecnológicos de manejo de plagas, es el técnico, que debe estar especialmente adiestrado en estas técnicas, y que conoce las características de sus parcelas, el que tiene que decidir el momento y tipo de intervención, que siempre debe quedar registrada y justificada en el cuaderno de explotación, disponible para cualquier control o inspección.

Otro punto clave en la Gestión Integrada de Plagas, es la utilización de la lucha biológica, mediante la defensa de todos aquellos artrópodos beneficiosos, que puedan establecerse en la plantación de manera natural, así como por las introducciones de otros auxiliares multiplicados en insectarios. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay situaciones y cultivos, en los que la dinámica poblacional de algunas plagas y niveles de tolerancia comercial es tal, que es prácticamente inviable contar con los auxiliares, por resultar insuficientemente eficaces.

En hortalizas comercializadas en fruto, como el pimiento, pepino, berenjena o tomate, la lucha biológica, mediante la introducción de fauna beneficiosa en las plantaciones, juega un papel esencial en el manejo de plagas. Por contra, en cultivos de hoja, como la lechuga, espinaca o apio, es muy difícil obtener resultados, económicamente asequibles, con auxiliares.

Nuevas estrategias de manejo de plagas, que suelen englobarse dentro de un grupo de "tecnológicas", están adquiriendo cada vez mayor importancia. Tales son la utilización de diferentes tipos de trampas de captura, tanto indicadoras del nivel de riesgo de una plaga, como las de control directo de la misma.

Como ejemplo, citarlas trampas alimenticias, las cromatrópicas, las cargadas con feromonas sexuales y las de luz. Otras técnicas, como la "confusión sexual", podrían jugar un papel muy destacado en el futuro, contra plagas de especial importancia, al actuar como disruptores de procesos biológicos esenciales.

Dentro de la Gestión Integrada de Plagas, no debemos olvidar las medidas de prevención, que minimicen los riesgos de las plagas de especial relevancia. Entre éstas, podemos destacar las rotaciones de cultivos, las medidas de higiene, determinadas labores culturales (como podas y deshojados), utilización de marcos de plantación adecuados, variedades bien adaptadas a los ciclos y condiciones de plantación, a ser posible con resistencias a patologías importantes, así como la utilización de barreras físicas que dificulten el paso de la plaga.

El devenir del tiempo se muestra atractivo para dedicar la mayor ilusión y esfuerzo por superar los retos que se plantean, en pro de una mejora significativa de los sistemas de control o regulación de las plagas, que permitan disminuir los riesgos generales (medioambientales, y personales), que puedan implicar las intervenciones y actuaciones a adoptar.

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