Siempre que nos llegan lluvias exageradas, aún no siendo del cambio climático, es el grupo de mandarinas/clementinas el mayor pagano en pérdidas. Tras las desaforadas lluvias, ¿qué quedará en el campo de dicho grupo?. Precisamente, cuando se esperaba hacer una buena campaña con ellas, tras el haberse declarado a la Clemenules el mejor cítrico del mundo por su calidad organoléptica. Sin duda, que el dejar de cultivar esta variedad quedará en ridículo ante el daño de las lluvias, y ello sin contar con el que podrá tener para la campaña venidera.
Con todo, no es la citada la que peor lo pasará, porque si sumamos el conjunto perjudicado, siempre será mayor. Y más aún, pues el comienzo de los envíos se ha perdido en su efecto. Pero qué puede hacerse siendo un caso de fuerza mayor. He leído con toda atención el trabajo publicado en el diario valenciano Levante, titulado "Décadas perdiendo dinero". Aquello de vender en verano y cobrar cuando aún no habían sido recolectadas las mandarinas y las naranjas, sin exceptuar el resto de cítricos, era algo que no podía durar. A más, todos se beneficiaban de los bajos salarios existentes en la mayoría de los años de cuando el firmante inició su trabajo profesional en torno a los cítricos. Bien me lo hacían ver cuando iba a Italia, dado que antes en Marruecos, Argelia y Túnez, no decían nada al respecto. Las pérdidas llegaron muy especialmente cuando se aumentó excesivamente la cosecha, concretamente a partir del año 2000, y no por el crecimiento solamente de los que ya estaban en el sector, fue el detonante de aquello de "a resultas", porque qué otra cosa podían hacer.
Naturalmente, no era ello el modo de trabajar, porque, además, si los países emergentes se dieron cuenta de ello, con sus bajos salarios nos hacían y hacen el daño que los italianos me echaban en cara en aquella época. Por ello, sería bueno que se pudiera llegar a contar con una cosecha capaz de ser colocada con una buena relación entre el precio de venta en el campo y la venta en los mercados. Pero cómo es ello factible, pues al sistema en el comercio en general no existen esas acciones.
Pero esto no quiere decir que no deba tratar de bajar la actual producción, ante los hechos consumados de países que no tienen Seguridad Social y con ello se permite vender a cualquier precio. Porque no es solamente una de las bases que se señalan en el trabajo citado. Evidentemente, la cuestión es espinosa y afecta tanto a unos como a otros.
Difícil es la solución, porque quien puede ponerle el cascabel al gato del comercio exterior, el que difícilmente tendrá en cuenta otra cosa que su beneficio y cambiará siempre que vea mayor en otros países, sea cual sea su circunstancia, cuando la situación es la que es.
De otra parte esperar que el Estado pueda llegar a dar a los citricultores "financiación a intereses bajos, rebaja de costes de producción y apertura denuevos mercados, así como ayudas a la reconversión varietal" es dificilísimo, ya que el resto de actividades tendrían el mismo derecho a pedir lo mismo, salvo que esto fuera como una solución transitoria que le permitiera enderezar su comercialidad.
Y que conste que no ponemos en duda que lo dicho por D. José Montagut Hofer, no sea como lo dice. Podrá mejorarse algo la situación, pero el conjunto de lo solicitado no lo vemos posible.
Comprar Revista Phytoma 215 - ENERO 2010