La información existente sobre el control químico de Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis, agente causante del chancro bacteriano del tomate, es escasa. El objetivo del presente trabajo ha sido evaluar la efectividad de varias sustancias químicas para el control de esta bacteria en condiciones de invernadero. Se evaluaron los siguientes tratamientos: caldo bordelés (sulfato de cobre), quinosol, kasugamicina, estreptomicina, oleato potásico, Antibak RZ (complejo nutricional comercializado como antimicrobiano) y Param (comercializado como inductor de resistencia). Además se ensayaron las combinaciones a mitad de dosis de quinosol + caldo bordelés, quinosol + Antibak RZ, estreptomicina + Antibak RZ y estreptomicina + oleato potásico. Se inocularon plantas de tomate con el patógeno por pulverización y por punción, para reproducir los síntomas superficiales e internos de la enfermedad, respectivamente. Los ensayos se realizaron por duplicado. En las inoculaciones por pulverización, las plantas de los controles no tratados mostraron síntomas de la enfermedad en el 75,1% (Ensayo 1) y el 59,6% (Ensayo 2) de sus hojas. El tratamiento con quinosol + sulfato de cobre redujo estos síntomas en los dos ensayos al 2,4% y 11,9%, respectivamente. Esta reducción de hojas sintomáticas también fue evidente después del tratamiento con sulfato de cobre, con el 7,3 % (Ensayo 1) y el 18,1% (Ensayo 2). Ambos tratamientos también redujeron significativamente los síntomas superficiales en los tallos. Las plantas inoculadas por punción desarrollaron rápidamente los síntomas característicos de una infección sistémica y ninguno de los tratamientos controló la enfermedad de forma efectiva. Los datos obtenidos indican que los tratamientos con sulfato de cobre y quinosol + sulfato de cobre pueden ayudar a prevenir la dispersión de la bacteria en el cultivo, pero no son aconsejables cuando ya se han producido los síntomas debidos a una infección sistémica.

 

INTRODUCCIÓN

El chancro bacteriano del tomate producido por Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis se describió por primera vez en 1909 en Michigan (EEUU) (SMITH, 1914), y actualmente se considera una de las bacteriosis más graves del cultivo del tomate. Esta bacteria se disemina principalmente mediante semillas de tomate contaminadas, por lo que está considerada un organismo de cuarentena en la Unión Europea (ANÓNIMO, 2000) y la Organización Europea para la Protección de los Vegetales (OEPP/EPPO) la ha incluido en la lista A2 de patógenos de cuarentena (OEPP/EPPO, 2004). En nuestro país se detectó en la Península Ibérica en 1978 (LÓPEZ et al., 1985) y desde entonces se han producido focos de la enfermedad en diversas áreas productoras, con episodios recientes como los ocurridos en Canarias, Almería y Murcia en la campaña 2002-2003, que generaron cuantiosas pérdidas económicas y de producción en el sector tomatero.

Uno de los síntomas más característicos del chancro bacteriano del tomate en las infecciones sistémicas es el marchitamiento de las plantas que puede afectar, como en otras enfermedades vasculares, a una parte de la planta o a la mitad de los foliolos y que pueden confundirse con las enfermedades causadas por hongos como Fusarium y Verticillium. Además, en tallos es frecuente la formación de los chancros que dieron nombre a la enfermedad (bacterial canker). La bacteria coloniza el sistema vascular y llega en ocasiones hasta los frutos y el receptáculo donde se encuentran las semillas, que pueden resultar infectadas (Figura 1). Los síntomas en las infecciones superficiales son el enrollamiento de los márgenes de las hojas y su posterior amarilleo, y pequeñas manchas de color pálido en los tallos. En frutos es característica la aparición de manchas prominentes de 3 a 6 mm de diámetro, de coloración marrón y rodeadas de un halo amarillento, que se denominan manchas en ojo de pájaro (bird?s eyes spots) (Figura 2).

El principal método de control de la enfermedad se basa en la utilización de semillas libres del patógeno. La legislación europea establece en la Directiva 2000/29/CE del Consejo de 8 de mayo, diversas medidas encaminadas a garantizar la producción y comercialización de semillas no infectadas. Sin embargo, dichas medidas no son suficientes en ocasiones y el patógeno llega al vivero o al cultivo donde se multiplica y se dispersa, iniciando un nuevo brote de la enfermedad. Dado que se trata de un patógeno de cuarentena en la Unión Europea, los focos deben ser eliminados.

Entre 2002 y 2004, coincidiendo con las campañas de máxima expansión del chancro bacteriano del tomate en Canarias, se utilizaron masivamente productos antibacterianos autorizados de los que, o bien no se contaba con referencias sobre su eficacia frente a C. michiganensis subsp. michiganensis, o bien mostraban resultados poco convincentes. Entre los productos recomendados se incluían ditiocarbamatos como mancozeb, fosfonatos, derivados cúpricos, quinosol (8-hidroxi-quinolina) o antibióticos como kasugamicina (BOC, 2003). Además, otros formulados con propiedades bactericidas, no registrados como fitosanitarios, también fueron recomendados para el control de la enfermedad por algunas firmas comerciales. Los estudios sobre el control químico del chancro bacteriano del tomate son escasos y como resultados más relevantes muestran la reducción de los síntomas de la enfermedad con el tratamiento con estreptomicina y derivados de cobre aplicados en semilleros (HAUSBECK etal., 2000; WERNER et al., 2002). Dada la escasa información sobre el efecto de los tratamientos en el control del chancro bacteriano del tomate en nuestras condiciones de cultivo, el objetivo del presente estudio fue evaluar la eficacia de varios agentes antimicrobianos para el control de la enfermedad en ensayos sobre plantas de tomate inoculadas con C. michiganensis subsp. michiganensis.

 

Material y métodos

Los ensayos para evaluar la efectividad de diferentes tratamientos químicos frente al chancro bacteriano del tomate se realizaron sobre plantas de la variedad Roma. Se inocularon plantas con 4-6 hojas verdaderas con C. michiganensis subsp. michiganensis (cepa 118.1.1 aislada en el Laboratorio de Sanidad Vegetal del Gobierno de Canarias) a una concentración de 107 UFC/ml mediante dos procedimientos: i) punción de 10 ìl de la suspensión bacteriana en la inserción de la primera hoja verdadera con el tallo, y ii) pulverización de la suspensión bacteriana (18 ? 20 ml por 12 plantas) sobre plantas a las que se les provocó la rotura de los pelos superficiales presionando con los dedos sobre la parte baja, media y alta del tallo. Las plantas se cubrieron con plástico para crear unas condiciones de saturación de humedad y favorecer la infección después de la inoculación (Figura 3). Cinco días antes y seis días después de la inoculación, las plantas se trataron con: caldo bordelés (sulfato de cobre), quinosol, kasugamicina, estreptomicina, Antibak RZ, Param y oleato potásico (Tabla 1). También se ensayaron a mitad de concentración las combinaciones quinosol + caldo bordelés, quinosol + Antibak RZ, estreptomicina + Antibak RZ y estreptomicina + oleato potásico, que mostraron un efecto sinérgico en ensayos invitro realizados previamente (DE LEÓN et al., 2004).

Veintiocho días después de la inoculación se evaluaron los síntomas de la enfermedad. En las plantas inoculadas por pulverización se determinó el porcentaje de hojas con síntomas y se evaluó la presencia de lesiones en tallo según el índice de severidad mostrado en la Figura 4. En las plantas inoculadas por punción se calculó el porcentaje de hojas marchitas y se determinó el avance de la enfermedad midiendo la zona vascular afectada. Estas evaluaciones se realizaron en dos ensayos independientes.

El análisis de los resultados se llevó a cabo mediante análisis de la varianza (ANOVA) y la utilización del test LSD de Fisher (p<0.05) para la separación de medias. Los datos del porcentaje de hojas sintomáticas se transformaron para la realización del análisis de la varianza según: Y=arcsen [PORCENTAJE]½.

 

Resultados y discusión

En los dos ensayos independientes de inoculación por pulverización, las plantas de tomate no tratadas con antibacterianos mostraron 75,1% y 59,6% de hojas sintomáticas, siendo la combinación quinosol + sulfato de cobre (porcentaje de hojas con síntomas, 2,4% y 11,9%) y el sulfato de cobre (7,3% y 18,1%) los únicos tratamientos que redujeron de modo efectivo los síntomas de la enfermedad. Estos dos tratamientos también disminuyeron significativamente (p<0,05) la formación de manchas en los tallos de las plantas (Figura 5). Además, los análisis en laboratorio demostraron la capacidad de la bacteria para penetrar en la planta e iniciar una infección sistémica a partir de una infección superficial, y que éstos dos tratamientos limitaron la invasión del tejido vascular (datos no mostrados).

Las plantas inoculadas por punción desarrollaron rápidamente los síntomas de marchitamiento y pardeamiento vascular, característicos de una infección sistémica.

En estas condiciones ninguno de los tratamientos fue efectivo en el control de la enfermedad y por lo tanto, en las condiciones del ensayo, ninguno de los productos evaluados mostró indicios de que puedan ser utilizados para el tratamiento de infecciones sistémicas.

De los resultados obtenidos en este trabajo y de la escasa bibliografía existente referida al control químico del chancro bacteriano del tomate (MCKEEN, 1973; HAUSBECK et al., 2000; THEODORO Y MARINGONI, 2000; WERNER et al., 2002) podemos concluir que los tratamientos químicos disponibles para combatir el chancro bacteriano del tomate son en la actualidad insuficientes.

Los resultados confirman la necesidad de aplicar métodos preventivos evitando la utilización de semillas o plantas para el transplante contaminadas con este patógeno. Cuando sea necesario, se ha visto la utilidad del cobre para el control preventivo de esta bacteriosis, así como el efecto sinérgico observado al combinar este compuesto con quinosol, que permite rebajar las dosis de aplicación. Estos tratamientos pueden reducir la población epifita de la bacteria y minimizar el riesgo de entrada en la planta y el desarrollo de síntomas más graves de la enfermedad.

Dado que el espectro de productos fitosanitarios autorizados para el tratamiento de bacteriosis en tomate es cada vez más reducido y que la información relativa a las recomendaciones de uso es insuficiente y en ocasiones poco rigurosa, es evidente la necesidad de profundizar en este campo de estudio.

 

BIBLIOGRAFÍA

ANÓNIMO (2000) Council Directive 2000/29/EC of 8 May 2000 on protective measures against the introduction into the Community of organisms harmful to plants or plant products and against their spread within the Community. Office for Official Publications of the European Communities. Consolidated Text, pp. 1-139. http://eurlex.europa.eu/LexUriServ/site/en/consleg/2000/L/02000L0029-20060414-en.pdf

BOC (BOLETÍN OFICIAL DE CANARIAS) (2003). ORDEN de 8 de agosto de 2003, por la que se declara la existencia de la plaga producida por el agente nocivo denominado Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis en el cultivo del tomate y se establecen medidas fitosanitarias de obligado cumplimiento para su erradicación y control. BOC 162:14228-14230.

DE LEÓN, L., SIVERIO, F., RODRÍGUEZ, A. (2004). Determinación in vitro de la sensibilidad de Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis a compuestos químicos. XII Congreso de la Sociedad Española de Fitopatología. Lloret de Mar (Girona). (Libro de resúmenes p. 273)

HAUSBECK, M.K., BELL, J., MEDINA MORA, C., PODOLSKY, R., FULBRIGHT, D.W. (2000). Effect of bactericides on population sizes and spread of Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis on tomatoes in the greenhouse and on disease development and crop yield in the field. Phytopathology 90: 38-44.

LÓPEZ, M.M., SALCEDO, C.I., PÉREZ, M.A. (1985). Características de aislados españoles de Corynebacterium michiganense pathovar michiganense y de Xanthomonas campestris pathovar vesicatoria. Anales del Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias, Serie Agrícola 28: 235-243.

MCKEEN, C.D. (1973). Ocurrence, epidemiology, and control of bacterial canker of tomato in south-western Ontario. Can. Plant. Dis. Surv. 53: 127-130.

OEPP/EPPO (2004). National regulatory control systems. Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis. Bulletin OEPP-EPPO Bulletin 34: 323-325.

SMITH, E.F. (1914). The Grand Rapids tomato disease. En: Bacteria in relation to plant diseases. Carnegie Institute. Washington, D.C. U.S.A.

THEODORO, G.F., MARINGONI, A.C. (2000). Ação de productos químicos in vitro e in vivo sobre Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis, agente causal do chancro bacteriano do tomateiro. Sci. Agr. 57: 439-443.

WERNER, N.A., FULBRIGHT, D.W., PODOLSKY, R., BELL, J., HAUSBECK, M.K. (2002). Limiting populations and spread of Clavibacter michiganensis subsp. michiganensison seedling tomatoes in the greenhouse. Plant Dis. 86: 535-542.

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