Concepción Jordá Gutiérrez, Catedrática de Virología y Bacteriología Vegetal, se ha jubilado con la finalización del pasado mes de septiembre. Jubilación voluntaria, para dejar que sus sucesores desarrollen sus habilidades de manera más personal. Es un ejemplo encomiable y así lo entendemos.

Glosar el magisterio de nuestra amiga y admirada Concha es tarea difícil por la sensibilidad de la que ha hecho gala, en todo momento, esta insigne especialista en virosis de los cultivos hortícolas.

Un enfoque ?más diríamos un inventario? al uso de su "curriculum vitae" no es suficiente para conocersu labor durante 35años, impartiendo docenciae investigación en laEscuela Técnica Superiorde Ingenieros Agrónomosde Valencia. Pero sí sirvede orientación para cuantificarsu magisterio.

Galardonada con 3 premios a su labor investigadora, ha participado en 57 proyectos de investigación con financiación pública y privada. Labor que se ha materializado en 67 artículos en revistas internacionales y 71 en revistas españolas, 83 comunicaciones en congresos nacionales y 69 a internacionales. Ha publicado 22 libros y monografías, ha registrado 2 patentes que están en pleno uso, ha sido invitada para impartir 58 conferencias y ha formado a 20 doctores, dirigiéndoles su trabajo doctoral. Esta intensa labor se ha prolongado impartiendo cursos en un total de 56 y en asesoría y colaboraciones con 50 empresas, muchas de ellas Cooperativas Agrarias. Estas colaboraciones permiten un primer enfoque de la orientación que Concha imprimía a su trabajo como servicio público. Es decir, su trabajo de investigación se ha centrado en resolver los problemas de virosis y bacteriosis en los cultivos hortícolas, especialmente en los intensivos.

Su concepto de la función pública, que ejercía desde su cátedra, no era otro que atender a las necesidades del campo. No en vano, era la directora del Laboratorio Nacional de Referencia para la Sanidad Vegetal en España. O fue la consultora de las Naciones Unidas para el protocolo que establece la protección de la capa de ozono de la estratosfera.

 

Tan intensa como fue su labor investigadora lo fue, también, su labor docente desde que comenzó como profesora encargada del curso. Una prueba de ello pueden proporcionarla los 37 trabajos fin de carrera dirigidos a otros tantos ingenieros agrónomos.

Calibre el lector el número de alumnos a los que impartió docencia a lo largo de tantos años.

Y debemos añadir su excelente relación con ellos, dada la calidad de sus enseñanzas y el exquisito trato que recibían en las horas de clase y tutorías. Le gustaba impartir docencia, hasta el punto que su asignación crediticia estuvo siempre en torno a 30.

Las funciones administrativas dentro de la Universidad Politécnica de Valencia no le fueron ajenas a la insigne investigadora y docente.

Así, fue directora del departamento universitario al que pertenecía. Formó parte de numerosos tribunales para cubrir plazas docentes y comisiones evaluadoras de tesis doctorales. Evaluadora de proyectos de investigación, censora de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales, miembro de la junta de escuela y vocal de ANECA (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad) para acreditación del profesorado. Aquellos que conocen el mundo universitario pueden entender el inmenso trabajo y, en no pocas ocasiones, el esfuerzo emocional que estas tareas significan.

Con ser mucho lo relatado, no es todo. Y tampoco es indicativo de la personalidad de nuestra amiga. Estos inventarios no reflejan los complejos matices de una personalidad.

La extraordinaria inclinación de Concha hacia la música y para las bellas artes se plasmó en su participación en el coro de la Universidad Politécnica de Valencia. Los largos y repetitivos ensayos eran para ella una forma de solaz.

Solaz que se completaba con la pintura, el estucado y hasta la confección de su propia indumentaria personal, que tanta peculiaridad da a su imagen personal.

Todo ello sin dejar de atender a la no siempre tarea fácil de cohesionar la familia. Los amigos nos hemos preguntado en numerosas ocasiones de dónde sacaba el tiempo para tamaña actividad. Una parte de la respuesta puede hallarse en su extraordinaria voluntad, oculta detrás de una frágil apariencia. Voluntad que alcanzó a su formación, prácticamente autodidacta.

 

Es una genuina ingeniera agrónoma y nunca descuidó los aspectos civiles de la carrera. Los biológicos fueron su vocación. La objetividad de la ciencia permite una acumulación de conocimientos y crea una mentalidad científica. Mentalidad muy patente en Concha. Su forma de manejar el lenguaje común y de pensar se manifiesta cuando se la trata. Huye de los juicios apodícticos, esa forma de hablar que distingue al español corriente. La mentalidad científica utiliza constantemente el matiz, la cautela, el "debe de ser". Es común confundir el "debe de ser" (indica probabilidad) con el "debe ser" (obligación moral), distinción que es clave en el lenguaje científico. Una de las cualidades de la actividad resueltamente científica es la curiosidad, la urgencia de comprender el porqué de las cosas, o al menos el cómo. No se tomen aquí las acepciones de "curiosidad" que da el diccionario de la lengua, irritantemente denigratoria. Exponente, tal vez, de una cultura que ha mirado, normalmente, a la ciencia como una actividad apartada, lejana. La profesora Jordá es consciente de que cualquier resultado científico es solo provisional, hasta no encontrar otro que contenga menos errores. Esta apreciación la ha mantenido instalada en la humildad y no en la soberbia.

Gracias, Concha por haber creado una infraestructura de conocimientos científicos de la cual carecía el país que tan necesaria le es para prosperar. Infraestructura que ha abarcado hasta las consultas más mínimas que los colegas han demandado, frecuentemente, de ti.

Se ha escrito que para prosperar en la vida corriente, la mayor ventaja que se puede tener, después de la familia de origen, es la de haber tenido buenos profesores, a los cuales llamamos comúnmente maestros y adquieren para siempre la categoría de don. Es decir, son señores. Concha ha adquirido la categoría de señora y lo muestra en su porte, comportamiento y distinción natural, inspirando con ello respeto y estimación. Categoría que no se ha visto envilecida, a pesar de su triunfo, con la jactancia.

Todavía, querida amiga, el país espera frutos importantes de tu madurez. Gracias por distinguirnos con tu amistad.

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