"Me huelo que los políticos han decidido cerrar en Europa esto de la agricultura. Cítricos, hortalizas, ganadería, cereales?.No hay una sola cosa que marche bien". Es lo que me dice mi amigo Luíscuando pasa con sus cabras cerca del experimento donde estudioel Taladro de la encina (Cerambyx welensii). Un insecto que estáformando plagas catastróficas en el arbolado de las dehesas españolas,dejando el interior del tronco de encinas y alcornoquescomo un queso de Gruyere.
Es curioso comprobar cómo los labradores utilizan el olfato ?aunque sea metafóricamente? para calibrar los fenómenos, mientras que la ciencia utiliza preferentemente la vista.
Dice la profesora Korsmeyer que el olfato, el gusto y el tacto son los sentidos, a diferencia de la vista y el oído, en los cuales objeto y sensación están ligados, de tal manera que la sensación aparece o desaparece cuando lo hace el objeto que la provoca. Estos son los sentidos del placer o el dolor, y ellos están asociados, a su vez, a lo tangible, a lo material, mientras que la vista y el oído conducen a la abstracción, a la reflexión. Y quizá sea por ello que los griegos clasificaban a los sentidos en principales y secundarios, intuyendo lo que se descubriría más de dos mil años después: la vista y el oído tienen mucho que ver con el aumento de la corteza cerebral y lo que de ella se deriva (la ciencia, el pensamiento, el arte y la ética). Pues aún así, los labradores viejos ?y sabios? suelen presumir de que su olfato es, precisamente, el que les ayuda a resolver los problemas.
Cuando empezamos a estudiar en Extremadura las plagas de Cerambyx welensii todo nos parecía muy complicado: este insecto vive durante cuatro ocinco años en una especie de cámara acorazada construida por las larvas en elduramen de encinas y alcornoques, y solo durante quince o veinte días de suvida, y por la noche, sale al exterior.
Intentar controlar la población de este insecto en el interior de sus galerías, situadas lejos del floema y xilema, no parecía tarea fácil, y hacerlo contra los adultos emergentes con un terapéutico aplicado a la totalidad del arbolado, menos aún, por lo poco selectivo del tratamiento frente al resto de la fauna de la dehesa.
Pero todos los seres tienen su "Talón de Aquiles", y ese punto crítico fue descubierto por el "olfato" de mi amigo Pepe Esteban, un científico entomólogo que, al igual que un misionero, anda por las reservas de la biosfera bautizando especies indígenas para enriquecer el catálogo de insectos.
Hay que encontrar una sustancia que se difunda en el aire y atraiga de manera incontenible, como el perfume de la obra de Patrick Süskind, al C. welensii» ?Era la consigna para intentar atrapar al insecto?. Y esa sustancia ?¿quién nos lo iba a decir?? estaba encerrada en el melón, el melocotón, la piña, el vino, la cerveza?
Unas simples trampas formadas con envases de plástico desechados, rellenas con estas sustancias y colocadas en el tronco de los árboles de las dehesas, constituyen un método potentísimo para capturar adultos de C. welensii y bajar la población del insecto, evitando así la formación de plagas del mismo.
Parece un milagro que un procedimiento tan sencillo, barato y ecológico constituya una terapéutica eficaz contra una de las plagas más peligrosas de la dehesa arbolada de la Península Ibérica. Una terapéutica que ha sido fruto de la intuición ?el olfato? del Dr. Esteban.
Es evidente que todo lo que somos procede de nuestra corteza cerebral y de sus productos ?la lógica de la ciencia y el pensamiento?; pero los grandes descubrimientos del hombre, como si la naturaleza quisiera imponernos la humildad, son producto de la intuición, una función que se origina en el sistema límbico, ese sistema nervioso que compartimos con nuestros hermanos los animales ?¡qué sabiduría la de Francisco de Asís, cuando llama hermano al lobo, al buey, al águila?!?
El descubrimiento de una terapéutica eficaz contra las plagas de C. welensii pasará a las crónicas de la historia de la Sanidad de los Vegetales como un frutomás de la creatividad científica, pero su verdadero origen ?hay que dar la razón,una vez más, al maestro Popper? está en la parte más humilde de nuestro sistemanervioso: el paleocerebro?.
Ya hace un buen rato que pasó mi amigo Luís con sus cabras, pero ahora no puedo dejar de pensar en él ni en su comentario. ¿Tendrá razón al afirmar que él "se huele" que los políticos han decidido cerrar en Europa esto de la agricultura??
Comprar Revista Phytoma 211 - AGOS/SEPTIEMBRE 2009