Eficiencia y especialización

Los cambios vividos en España durante los últimos 40 años han sido vertiginosos, y los agrónomos podemos estar satisfechos del trabajo técnico realizado mejorando las semillas o el control de plagas y malezas. Más allá de la mayor eficiencia productiva con los pocos agricultores que quedan, gracias a las mejoras en semillas, riego, fitosanitarios, fertilizantes y mecanización, la producción de alimentos cuesta hoy en España poco más de 3% de la renta familiar. Un regalo.

¿Cómo ha sido posible tanto progreso? Creo que no es otra cosa que la especialización aplicada a la agricultura. En el pasado, un agricultor podía ser casi autosuficiente arrancando las hierbas a mano o con utensilios de fabricación propia, pero su eficiencia se multiplica cuando conduce un tractor adquirido fuera de su explotación, movido por derivados del petróleo importado y pulverizando una pequeña cantidad de herbicida, en cuya fabricación, registro, y comercialización intervienen docenas de empresas, cada una con alta especialización en su campo de actividad. Una evolución parecida ha ocurrido con las avanzadas semillas certificadas. Algunos llaman a esto dependencia, pero el fabricante de insumos es más dependiente del agricultor que emplea el producto que viceversa, por lo que el término más apropiado sería interdependencia, como ocurre cada vez más en otras relaciones económicas.

Una consecuencia de la creciente especialización es la pérdida del contacto directo entre agricultores y consumidores, no tanto por voluntad propia como por la fuerte disminución y el alejamiento de los agricultores. El caso es que la cadena de valor incluye ahora a comerciantes, industria transformadora y grandes o pequeños distribuidores, que defienden un valor añadido superior al obtenido por los propios agricultores.

 

 

Percepción de riesgos

Las facilidades de comunicación son hoy mayores que nunca, pero los medios reducen, simplifican y repiten tanto los mensajes, que la imagen transmitida por ellos a menudo presenta los fitosanitarios como factores de riesgo en agricultura, frente a las estadísticas de accidentes laborales por el Ministerio de Trabajo indicando que el uso de productos fitosanitarios no es, ni de lejos, el mayor riesgo al que se enfrentan los agricultores2. Como consecuencia, en las normativas oficiales se está postergando el empleo de herbicidas autorizados frente a opciones con mayor necesidad de combustibles fósiles necesarios para el control mecánico, o de escardas manuales que requieren más mano de obra (y mayor coste del seguro como indicador de riesgos).

Los agrónomos estamos ganando batallas contra el hambre y a favor de la salud y el bienestar, pero tenemos que mejorar en la fase de la comunicación.

No tiene sentido ?especialmente en tiempos de crisis económica? que la sociedad busque el empleo de las tecnologías más avanzadas para curar enfermedades, para disfrutar de un coche, unos electrodomésticos o una película y que en la producción de alimentos se fomente un rechazo a las nuevas tecnologías.

 

 

Necesitamos comunicar mejor

Un herbicida es un medio de producción, cuya comercialización está regulada de forma cada vez más estricta, y cuyos resultados dependen de su uso correcto y de acuerdo con la etiqueta autorizada, igual que sucede con un automóvil. Las semillas modificadas genéticamente (transgénicas) son las mejor conocidas de la historia, y solo se comercializan cuando la evaluación científica independiente ?por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)? ha concluido que no hay evidencia de que representen más riesgos que las variedades convencionales para las personas o el medio ambiente. Al igual que los periodistas que comentan un partido de fútbol conocen perfectamente la función del árbitro y las reglas de juego, los que escriben sobre estos medios de producción deberían recordar los Reglamentos que regulan su aprobación y el arbitraje por EFSA y las autoridades nacionales o autonómicas en sus ámbitos de decisión.

¿Quién tiene que comunicar? Probablemente todos (técnicos, agricultores y organismos públicos), pues si los implicados no explicamos nuestra labor, alguien lo hará por nosotros cuando le interese.

También conviene abordar la comunicación desde la perspectiva del que nos está escuchando, pues es posible que un consumidor no está interesado en que gracias al control de malezas el agricultor aumenta la producción un 33%, pero será más receptivo a una reducción del 25% en la superficie de suelo y uso de recursos para conseguir cada unidad de su alimento. También conviene difundir la contribución de los herbicidas al secuestro de CO2 en la materia orgánica del suelo, manteniendo de la biodiversidad y reduciendo de la erosión gracias a la agricultura de conservación.

El uso correcto de semillas y herbicidas autorizados no está reñido con la producción integrada, que es la opción más sostenible para la producción de alimentos, pues sin exclusiones injustificadas es posible optimizar tanto la eficiencia en la producción de alimentos como su coste, para que sea asequible hasta para los sectores menos favorecidos.

Comprar Revista Phytoma 205 - ENERO 2009