A principios de los años noventa, la Producción Integrada (PI) en España surge a iniciativa de las comunidades autónomas como una evolución lógica de los programas de promoción de la lucha integrada desarrollados en la década anterior, y que continúan en la actualidad, y ante el establecimiento de directrices internacionales sobre la producción integrada por la Organización Internacional de Lucha Biológica (OILB/ IOBC).
Varias Comunidades en la primera mitad de dicha década fueron pioneras en la implantación en sus territorios de este sistema de producción y se optó por una certificación de producto respecto a reglamentos o normas oficiales de producción con una identificación de garantía o logotipo. El objetivo era alcanzar una valoración de dichas producciones de cara a un consumidor cada vez más exigente respecto a la calidad de los alimentos y más sensible ante el deterioro del medio ambiente que las prácticas agrarias intensivas pudieran ocasionar.
Al objeto de armonizar las diferentes normas de PI de las comunidades autónomas, el entonces Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación inició un largo proceso para consensuar una normativa básica que estableciera un marco común para la PI en España. Esto se logró con la aprobación del Real Decreto
1201/2002, de 20 de noviembre; norma que respetuosa con las competencias de las comunidades autónomas no sólo establece una identificación de garantía nacional única, sino que posibilita a las comunidades autónomas y los sectores establecer sus propias identificaciones de garantía.
Sin embargo, la deseada convergencia de las normativas de las comunidades autónomas con una normativa estatal para establecer una única identificación de garantía que evitase la multiplicidad de logotipos y normas de las diferentes comunidades autónomas no es posible sin invadir el espacio competencial de estas.
El Real Decreto por el que se regula este tipo de producción a nivel nacional ha definido la PI de acuerdo con los criterios internacionales para garantizar la salud de los consumidores, la conservación del medio ambiente y una agricultura sostenible
Los agricultores no sólo obtienen una mejor salida para sus producciones (lo que afecta directamente al desarrollo de las zonas rurales), sino que, al apostar por un sistema de certificación e identificación, ven valoradas sus producciones y la aceptación de las mismas en mercados cada vez más exigentes y competitivos.
Los consumidores, por su parte, disponen de productos alimentarios de calidad y saludables, cuyas características están garantizadas mediante un sistema de certificación controlado y diferenciados mediante el uso de una etiqueta o distintivo.
Por último, la PI conlleva ventajas medioambientales claras, al racionalizar el uso de todos los recursos naturales e insumos agrarios, en especial aquellos que implican más riesgos de contaminación para el medio ambiente, como los productos fitosanitarios.
El ámbito de este Real Decreto comprende los productos vegetales y sus transformados. Tiene por objeto el establecimiento de las normas de producción y requisitos generales que deben cumplir los operadores que se acojan a los sistemas de Producción Integrada. Además, establece la regulación del uso de las identificaciones de garantía que diferencian estos productos ante el consumidor, y específicamente, la identificación de garantía nacional, así como la creación de la Comisión Nacional de Producción Integrada, encargada del asesoramiento y coordinación de las administraciones y sectores implicados en esta materia.
A lo largo de estos años, y bajo este marco normativo básico la evolución de la superficie dedicada a la producción integrada, según los datos proporcionados por las comunidades autónomas, ha sido muy significativa, pasando de 185.974 ha en el año 2002 a 461.841 ha a finales de 2007 (Figura 1).
Por comunidades autónomas en el año 2007 destaca Andalucía (Figura 2), con 291.756 ha. A continuación aparecen Aragón (67.497 ha), Extremadura (34.600 ha), la Comunidad Valenciana (26.630 ha), Cataluña (19.753 ha), Murcia (11.400 ha), Castilla y León (4.497 ha), Navarra (3.431 ha), La Rioja (1.620 ha), Galicia (534 ha) y el País Vasco (123 ha).
Por otro lado, el cultivo con mayor superficie en producción integrada es el olivar (Figuras 4 y 5), con 199.382 ha, seguido por los cereales excepto arroz (51.785), el algodón (51.485 ha), el arroz (47.903 ha), los frutales (39.399 ha), la vid (25.947 ha), las hortalizas (14.998 ha), los cítricos (13.007 ha), la remolacha azucarera (12.093 ha), la fresa (3.836 ha) y los frutos secos (747 ha).
Respecto a su implantación en el cultivo (Figura 7), el cultivo cuya superficie en producción integrada representa un porcentaje mayor con respecto al total de la superficie del mismo es el algodón, con un 84,2%, seguido del arroz (41,9%), la fresa (40,7%), la remolacha azucarera (14,2%), los frutales (13,1%), el olivar (8,1%), las hortalizas (6,8%), los cítricos (4,1%) y la vid (2,3%).
Los cultivos que han experimentado un mayor crecimiento durante el año 2007 en cuanto a superficie dedicada a producción integrada han sido los cereales (excepto el arroz), pasando de 3.366 ha en el año 2006 a 51.785 ha en 2007, el olivar de 170.582 ha a 199.382 ha, la remolacha de 6.730 ha a 12.093 ha. En el cultivo del algodón el incremento mayor se produjo en el año 2006 pasando de 17.525 ha en 2005 a 48.982 ha en dicho año, incrementándose ligeramente en 2007 hasta alcanzar una superficie de 51.485 ha.
Sin embargo, los cultivos que han disminuido la superficie dedicada a producción integrada en el año 2007 han sido el arroz pasando de 58.587 ha en el año 2006 a 47.903 ha en 2007, los frutales de 43.260 ha a 39.399, los frutos secos de 6.009 ha a 747 ha y los cítricos de 14.540 ha a 13.007 ha. En los cultivos hortícolas se produjo un descenso en el año 2006, pasando de 13.939 ha a 11.077 ha, sin embargo la tendencia en 2007 ha sido positiva aumentado de nuevo hasta 14.998 ha. La vid se ha mantenido más o menos estable desde el año 2005, con un ligero aumento en 2006 pasando de 26.034 ha a 26.695 ha, y un ligero descenso en 2007 terminando el año con 25.947 ha. El cultivo de la fresa mantiene la misma superficie que en el año 2006, contando con 3.836 ha. No obstante, se considera que estas disminuciones de la producción integrada en los mencionados cultivos tienen un carácter coyuntural, que habrá que verificar con su evolución en los próximos años.
En resumen (Figura 6), la perspectiva futura de la Producción Integrada en España es buena, ya que resultará básica tanto para competir en los mercados europeos como para atender la creciente demanda social de productos de calidad obtenidos por procesos productivos respetuosos con el medio ambiente y el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino considera que es, entre otros, un instrumento esencial en la producción agrícola futura.
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