En la actualidad, parece impensable que la agricultura se pueda desarrollar sin el uso de fitosanitarios, pero ese uso exige extremar rigurosamente unas normas a fin de salvaguardar la salud de agricultores y consumidores, así como preservar el equilibrio del medio ambiente. Esto es incuestionable en la UE y, como una medida más de esa política, dentro de poco será obligatorio aplicar en la agricultura los principios generales de la Gestión Integrada de Plagas. Es probable que esa gestión mejore la agricultura, pero su aplicación va a exigir un nuevo esfuerzo a todo el sector agrícola, principalmente en el ámbito de la Sanidad Vegetal.

En la actualidad, el uso de los fitosanitarios no es general, sino que cada uno de ellos está autorizado para proteger a unos vegetales concretos frente a unos parásitos específicos, es por lo que, a partir de ahora va a ser necesario que el diagnóstico de los parásitos que desarrollan las plagas o enfermedades de nuestros cultivos sea extraordinariamente preciso. Para ayudar a esos diagnósticos acaba de ser publicado el libro: "La Sanidad de los Vegetales Cultivados", y para hablar del mismo, PHYTOMA ha entrevistado a su autor, D. José del Moral de la Vega, Jefe del Departamento de Fitopatología en el Centro de Investigación La Orden-Valdesequera, de la Junta de Extremadura.

 

D. José del Moral de la Vega es Ingeniero Técnico Agrícola y Doctor en Ciencias, y desde 1969 trabaja en el ámbito de la Sanidad de los Vegetales, primero colaborando en la creación y funcionamiento de las primeras Estaciones de Avisos de España y, desde 1986, dedicándose a la investigación de diversos parásitos y patógenos. Frutos de su trabajo, junto al de otros compañeros, son el descubrimiento y estudio de dos genes (H-27 y H-30) para hacer a las plantas de trigo resistentes a insectos, la identificación de ocho nuevos parásitos de plantas en España, el diseño y fabricación de un prototipo industrial para la producción de entomopatógenos, el hallazgo de un procedimiento de control biológico de la langosta y la elaboración de diversos programas de sanidad vegetal; innovaciones que están contenidas en más de cien artículos publicados en revistas de interés técnico-científico y divulgativo, seis libros y numerosos cursos de postgrado y doctorales.

 

¿Cuál es el sentido del libro "La Sanidad de los Vegetales Cultivados"?

En la actualidad, en España hay magníficas monografías de parásitos y patógenos de vegetales, pero son obras científicas, dirigidas a especialistas; parecía necesario contar con un libro práctico, y La Sanidad de los Vegetales Cultivados es un libro eminentemente práctico, estructurado en forma de fichas e ilustrado con 656 dibujos; concebido para que los agricultores, técnicos o estudiantes de agricultura encuentren la solución a cualquier plaga o enfermedad.

 

¿Qué cultivos se contemplan en la publicación?

El libro recoge, en 23 capítulos, las plagas y enfermedades de los 56 vegetales más cultivados en España, desde la vid a los cereales de invierno, de tal manera que cualquiera que lo consulte pueda identificar las plagas que ocasionan 517 parásitos o las enfermedades que desarrollan 428 patógenos.

 

¿Y cómo está planteada en el libro la terapéutica contra las plagas y enfermedades que se describen?

La terapéutica frente a los parásitos de vegetales puede ser física ?la más antigua-, biológica ?procedimiento muy demandado actualmente y química ?la más potente, eficaz y barata, aunque también la más peligrosa-. Este último procedimiento, la utilización de fitosanitarios, es el que se contempla en el libro para evitar o controlar las plagas o enfermedades de los vegetales estudiados.

No hace mucho, cuando un agricultor le pedía a un técnico un insecticida para controlar ?por ejemplo? una oruga que estaba haciendo daño en su huerta, ese técnico sólo tenía que elegir entre cualquier producto que fuera eficaz contra lepidópteros y estuviera autorizado en hortícolas; en la actualidad, en ese ejemplo, el especialista tiene que conocer exactamente a qué especie de insecto pertenece la oruga, sobre qué cultivo concreto está produciendo daño y, finalmente, determinar qué productos hay autorizados frente a ese insecto en dicho cultivo.

Todos esos conocimientos son muy difíciles de tener memorizados, y ese es el objetivo principal de este libro: poder controlar cualquier plaga o enfermedad mediante la elección de un fitosanitario autorizado y su momento de aplicación, de tal manera que los tratamientos sean eficaces y respetuosos con el Medio Ambiente.

 

¿Pero no es un hecho que el empleo de fitosanitarios carece de prestigio entre los técnicos del sector agrario y en una parte importante de la opinión pública?

En la actualidad hay personas con prejuicios respecto al empleo de fitosanitarios de síntesis, pero yo estoy convencido de que ésa es una opinión infundada y, más pronto que tarde, el ciudadano valorará en su justa medida el papel social que han desempeñado y desempeñan los fitosanitarios en nuestra civilización.

La sociedad debe conocer que las hambrunas generalizadas que sufrían los europeos a causa de las plagas y enfermedades de los vegetales cesaron a partir del descubrimiento de las propiedades fungicidas del cobre, y se puede afirmar, igualmente, que una gran parte del bienestar actual, en lo que respecta a la salud, se debe al descubrimiento de los fitosanitarios.

 

¿Se podría considerar, entonces, que existe una leyenda negra contra los fitosanitarios de síntesis?

Desde la publicación de "Silent Spring", por Rachel Carson, los fitosanitarios, sobre todo los insecticidas, se han demonizado por la parte de la sociedad más sensibilizada con los problemas de Medio Ambiente, personas que olvidan, o desconocen, que estas sustancias, además de ser útiles para mantener la salud de las plantas, proporcionan servicios impagables a la Humanidad, bien por su contribución contra el hambre en el mundo, bien por su ayuda en la preservación de la salud del hombre.

El año 2006, el profesor Mandell y sus colaboradores han publicado un magnífico libro sobre enfermedades infecciosas en el cual concluyen que después de rigurosos estudios se puede afirmar que la mitad del ejército de Napoleón que combatió en Rusia no murió a consecuencia de acciones armadas, sino por tifus transmitido por piojos, insectos que, cien años después, en la primera Guerra Mundial, fueron los vectores de una pandemia que afectó a unos treinta millones de personas, de las cuales sólo en la Unión Soviética se calcula que fallecieron, aproximadamente, tres millones.

Este paisaje apocalíptico es, después del descubrimiento de los insecticidas de síntesis, un fenómeno que, afortunadamente, sólo tiene interés para los historiadores. Ante estos hechos, ¿se puede frivolizar sobre el papel de los insecticidas?

 

¿Se puede deducir de sus opiniones que habría que concienciar a la opinión pública sobre el interés social de los fitosanitarios?

Es un fenómeno frecuente en la historia que la sociedad, frente a un mismo problema, reacciona de manera pendular a lo largo del tiempo. Sin abandonar el ámbito de los insecticidas, y para poner de manifiesto el cambio radical de opinión de la sociedad, puede valer este ejemplo: en 1948 le dieron a Müller el Nobel de Medicina por descubrir las propiedades insecticidas de los clorados, pero a partir de 1963 se le demonizó por ello, hasta tal punto que alguien llegó a profetizar que como consecuencia de ese descubrimiento y del uso de los clorados, en 1979 quedaría destruida toda la vida en el mar.

Es un hecho incontestable que actualmente se está restringiendo, mediante normativas legales, la aplicación de fitosanitarios, de lo que se deriva un enfriamiento de esta actividad industrial y una considerable reducción del número de materias activas frente a determinados parásitos, produciéndose ya casos de insectos en España contra los cuales no existe ningún terapéutico autorizado. En la actualidad, una de las plagas más peligrosas de los frutales de secano es la desarrollada por el Gusano Cabezudo (Capnodis tenebrionis L), insecto que limita seriamente las producciones de fruta en los Valles del Jerte y La Vera, en Extremadura, Peña de Francia en Castilla-León (35% de los árboles afectados), Comunidades de Andalucía, Valencia, y Murcia. Pues bien, en este momento, no hay ningún insecticida autorizado para combatir las plagas del Gusano Cabezudo en España.

 

A la vista de sus opiniones, ¿se podría pensar que su libro "La Sanidad de los Vegetales Cultivados" es una apología de los fitosanitarios y en el cual se promueve su empleo?

Justo lo contrario, el interés de este libro es que mediante su consulta la elección de los fitosanitarios sea más acertada, y el número de intervenciones para controlar cualquier parásito, el menor posible, con el objetivo de que se gane en eficacia, se preserve el equilibrio del Medio Ambiente, se eviten la aparición de biotipos resistentes y se abaraten costos.

En la actualidad, los fitosanitarios parecen tan indispensables para la agricultura como los fármacos para la salud humana; la diferencia de consideración social entre unos y otros quizá se deba a que los fármacos están prescritos y administrados por facultativos formados académicamente para esa misión, mientras que en el caso de los fitosanitarios no necesariamente.

Parece evidente que, para que Occidente sea sostenible, no se puede prescindir de la agricultura con la alegría que habían pretendido algunos ?la actual crisis de los granos y los piensos lo evidencian?. Y para que esa agricultura sea eficaz necesita, más que de una normativa restrictiva sobre fitosanitarios, de una Medicina de los Vegetales en la cual éstos, junto a variedades resistentes, especies transgénicas, parasitoides, depredadores, entomopatógenos? estuvieran armonizados por criterios científicos y no exclusivamente legislativos.

Realmente, este libro pretende ser una piedrecita de ese edificio ?La Medicina de los Vegetales? que nuestra sociedad, si quiere ser sostenible, está obligada a construir.

Comprar Revista Phytoma 197 - MARZO 2008