Importancia, abundancia y origen de los insectos

Puede que nunca nos hayamos parado a pensarlo, pero lo cierto es que vivimos rodeados de insectos, aunque estos animales de pequeño tamaño, muchos de ellos prácticamente invisibles al ojo humano (moscas blancas, pulgones, etc.), nos suelen pasar bastante desapercibidos, y sin embargo conviven con nosotros en la naturaleza, casas y almacenes.

Y haber, claro que hay muchos insectos en la Tierra. Se han descrito más de 1 millón de especies que representan prácticamente el 80% del Reino Animal, lo que quiere decir que 3 de cada 4 animales son insectos. Además, y como aún son un grupo bastante desconocido, en especial en las zonas tropicales, las últimas previsiones indican, que su número real pudiera llegar a alcanzar los 15 millones de especies.

Los insectos son por tanto, el conjunto natural más extenso que se conoce, y superan en cuanto a número de especies descritas, a cualquier otro organismo presente en la tierra. En realidad, podríamos afirmar tranquilamente que la Tierra es el planeta de los escarabajos, como preconizaba hace algunos años en una de sus portadas, la prestigiosa revista americana National Geographic. ¿Pero en qué se basa esta afirmación? Pues en que más de un tercio de los insectos son escarabajos, así que con sus más de 330.000 especies conocidas, superan en número por ejemplo, a la totalidad de las especies descritas de plantas (unas 200.000).

Pero en general nos cuesta ver a los insectos, y no es solo porque tienen un tamaño pequeño, sino porque se camuflan con gran facilidad, adoptando formas y colores semejantes al medio en que viven: palos (ej. algunas orugas de geométridos, o la mayoría de los fásmidos, por eso conocidos como "insectos palo"), piedras (ej saltamontes), hojas o flores (ej. algunos fásmidos), de tal forma, que a no ser que se muevan, los identificamos con aquellos. Lo que sí vemos con más frecuencia, son sus daños. En las plantas vemos por ejemplo las deformaciones, decoloraciones o roturas más o menos vistosas que pueden producir en hojas, tallos, frutos, etc., al alimentarse de ellas. Y también vemos sus huellas en las casas, y no sólo porque atacan los productos alimenticios que almacenamos (varias especies de gorgojos o de mariposas), o las plantas que tenemos en macetas (orugas, pulgones, cochinillas, etc.), sino porque se pueden comer también las fibras naturales como lana, alpaca, etc. o la madera de muebles y vigas (termitas, anóbidos, derméstidos, etc.), o producirnos molestias (mosquitos, moscas, cucarachas, hormigas, etc.).

Desde el punto de vista biológico, los insectos se consideran como el grupo animal más importante sobre la Tierra, aunque sin ningún género de dudas, seamos los hombres los animales que hemos causado y causamos, mayor impacto en ella. La importancia de los insectos, se debe por un lado a su abundancia y no sólo en cuanto al número de especies, sino también en cuanto al número de individuos, porque con frecuencia es verdaderamente impresionante la concentración de los mismos (ej. termitas en una viga; obreras de una colmena de abejas; moscas blancas, cochinillas y pulgones en hortícolas, u ornamentales, etc.). Pero la importancia de los insectos se debe también al gran éxito que han alcanzado en la Tierra, pues han colonizado prácticamente todos los nichos imaginables a su alcance excepto las profundidades marinas. Así los podemos encontrar tanto en ecosistemas silvestres (zonas de montaña, praderas naturales, etc.), ecosistemas agrícolas al aire libre (cultivos diversos herbáceos o leñosos), invernadero (hortícolas, ornamentales, plátanos, etc.) o casas y almacenes.

Los insectos son animales muy primitivos pues aparecieron en la tierra hace casi 400 millones de años, en el Devónico: eran de talla diminuta, saprófagos, ápteros, sin metamorfosis. Poco después y coevolucionando muy estrechamente con las plantas, experimentaron varios avances evolutivos que han contribuido a su predominancia en la Tierra. El avance más importante, fue el desarrollo de alas (expansiones tegumentarias), pues mejoró enormemente sus posibilidades de dispersión, búsqueda de pareja y alimento, o escape de sus enemigos. Nos han quedado numerosos registros fósiles de insectos alados del Eoceno en el Terciario por ej, y hoy en día, los insectos alados son prácticamente la totalidad de los insectos actuales (99% del total), y han conservado más o menos la apariencia que tenían entonces, aunque eso sí, han desaparecido los insectos gigantes que una vez poblaron la tierra y que llegaron a medir hasta 60 cm. Los insectos también complicaron su metamorfosis en el curso del tiempo, apareciendo los insectos de metamorfosis sencilla y más tarde, los de metamorfosis complicada, que son el grueso de los que pueblan la tierra hoy en día (86% del total), porque este tipo de desarrollo les confirió ventajas tales como poder evitar la competencia de larvas y adultos al separar sus hábitas o poder pasar las épocas desfavorables más fácilmente gracias al estado de pupa. Finalmente, los insectos se fueron adaptando a cualquier forma de alimentación imaginable, desarrollando aparatos bucales picadores-chupadores, masticadores, lamedores, etc., y pasando a ser fitófagos, coprófagos, parásitos, fungívoros, polinífagos, etc. lo que les llevó a ocupar los nichos más diversos.

 

Insectos odiados y apreciados

Es curioso constatar como los insectos despiertan sentimientos contradictorios en los hombres. Muchos los incluyen en la categoría de seres repugnantes, otros dedican con entusiasmo su vida a conocerlos y es que la entomología sin ningún género de dudas, se caracteriza por la pasión que despierta entre sus estudiosos, ya lo hagan profesionalmente, o como hobby. Y no podemos ignorar a los insectos de ninguna manera, porque son bellos y terribles, infinitos y raros, odiosos y preciosos, antiguos y actualísimos, maravillosamente complejos, enigmáticos, omnipresentes.

Insectos y hombres tenemos por tanto una relación de amor-odio desde el principio de los tiempos. Los queremos y apreciamos por sus muchas características útiles (productos que aprovechamos, polinización, uso en control biológico, etc.), y al mismo tiempo los tememos y odiamos por los perjuicios que nos ocasionan a nosotros y nuestros animales al ser parásitos y/o transmitir importantes enfermedades, por despertarnos fobias o en el plano agrícola-forestal, por arrasar las cosechas de plantas alimenticias, para fibra u ornamentales.

De los insectos sacamos productos diversos (miel, jalea real, laca, tintes como la cochinilla, etc.) que incluso se convirtieron en la fuente de riqueza de ciertas culturas. El imperio chino por ej, estuvo muy basado en la seda, que se descubrió hace unos 4.000 años cuando una princesa observó que las larvas de una mariposa (Bombus mori L.) que se alimentaba de las hojas de las moreras blancas (Morus alba L.), tejían unos capullos con finísimos hilos para proteger a sus pupas. Así este gusano, se empezó a criar en cautividad, y se convirtió en el primer insecto "domesticado", con el fin de recoger sus capullos sedosos. Se inició así, una próspera industria que hoy en día aún es importante no sólo en China, sino también en otros países asiáticos, ya que con los hilos sedosos de los capullos, se fabricaron exquisitas telas, ropas, alfombras, etc. que fueron enseguida muy apreciadas en occidente. Como el secreto de la producción de seda, fue celosamente guardado durante siglos por los chinos, la seda se transportó continuamente desde oriente hasta occidente a lo largo de lo que se conoce como la "ruta de la seda", que tan bien describe Marco Polo en sus viajes.

Otro interesante producto obtenido de la especie plaga de las chumberas Dactylopius coccus Costa ("cochinilla del carmín") es el colorante burdeos conocidocomo "cochinilla". El comercio de este pigmento adquirió su máximo esplendor en el siglo XVIII pero hoy en día, aún se cultiva por ej en Lanzarote, dado que las cualidades de este pigmento natural no han podido ser igualadas por los colorantes sintéticos, y se usa en productos de alto precio con fines diversos: para teñir la seda natural; como colorante de bebidas; o en cosméticos.

Pero hay muchos más productos igualmente interesantes y apreciados, que obtenemos de los insectos, como la miel de abejas, que se aprovecha desde la más remota antigüedad ya que en las cuevas de la Araña en Bicorp (Valencia), hay unas pinturas rupestres del Mesolítico (7.000 años a.C.) que representan a un recolector de miel silvestre. De las abejas, aprovechamos también otros dos productos igualmente interesantes: la cera, que usamos en la confección de velas y la jalea real, alimento altamente energético que está indicado para los aspectos carenciales del organismo. De una cochinilla, obtenemos un tipo de laca, que se puede considerar como el primer plástico conocido por el hombre. Una vez más fueron los chinos quienes ya en el siglo XIII a.C. empezaron a apreciar las características de resistencia y durabilidad de la savia de un árbol, el árbol de la laca, que obtenían de forma semejante al caucho, y más tarde descubrieron que este producto también se podía obtener a partir de un insecto. La laca fue usada profusamente por los chinos, para recubrir objetos diversos: utensilios de cocina, muebles, biombos, etc., tan representativos de su cultura.

Algunos insectos son muy apreciados en la medicina alternativa como el escarabajo Lytta vesicatoria (L.) del que sacamos la cantaridina que tiene varios usos homeopáticos en el aparato urogenital y que también se ha usado como afrodisiaco, pudiéndose considerar el antecesor de la moderna viagra.

Por otra parte, los insectos son una fuente nada desdeñable de proteínas y son muy apreciados como alimento en diversas culturas africanas, asiáticas o latinoamericanas donde se usan en la elaboración de ricos platos, que alcanzan un alto precio en el mercado: ej. chapulines (pequeños saltamontes fritos) y orugas del maguey (Cossidae que ataca el ágave del que se extrae el tequila) en México; hormigas culonas en Colombia; chinches acuáticos gigantes en Asia, etc. Pero quizás el uso alimentario documentado más antiguo de un insecto, sea la referencia que aparece en la Biblia sobre como los israelitas sobrevivieron en el desierto del Sinai durante su Éxodo, alimentándose de maná (etimológicamente, alimento caído del cielo), descrito como un alimento blanco parecido a las semillas de coriandro y que tras molerse y hornearse tenía un sabor parecido a las obleas con miel. El maná no es más que una cochinilla algodonosa, con un alto contenido en azúcares, que vive en algunas de las plantas que allí crecen. Y la cultura de comer insectos, se extiende, y sirva como prueba el puesto existente hoy en día en el famoso mercado de la Boquería en Barcelona, donde se puede adquirir piruletas con "gusanos grandes de la harina", chinches en lata, etc.

A lo largo de los tiempos, los insectos han ocupado una posición extraordinariamente importante en algunas culturas y se han utilizado a veces como símbolos. En religión varios insectos han sido adorados en ciertas culturas, y muchos dioses y diosas han tomado la forma de insectos. Los egipcios adoraban a los escarabajos peloteros (Scarabeus sacer L.), insectos laboriosos que hacen una gran bola con restos vegetales para que se desarrollen allí sus crías, y representaciones suyas aparecen por doquier: en las paredes de las pirámides, en joyas, esculturas, etc. Los aztecas tenían la diosa mariposa, Xochiquetzal.

Los griegos tenían a Artemis, la diosa cazadora, pero también la diosa madre o diosa abeja

Las cualidades favorables o desfavorables de los insectos, aparecen retratadas con frecuencia en literatura y cine, donde han servido de base a cuentos fantásticos o películas, en los que generalmente han mostrado sus caracteres desfavorables (ej en la película clásica Cuando ruge la marabunta, una horda de hormigas avanzaba implacablemente destruyendo todo cuanto encontraba a su paso). Pero también a veces las cualidades positivas de algunos insectos, han quedado retratadas en cuentos infantiles como en la bella fábula de Esopo La cigarra y la hormiga, donde la laboriosidad y previsión de las hormigas se nos presenta en contraposición a la holgazanería de las cigarras, que prefieren vivir despreocupadas el día a día cantando. Los insectos también se han usado con frecuencia, para ilustrar portadas de libros, y no sólo de aquellos dedicados exclusivamente a ellos. Así en El origen de la vida, estupendo libro de divulgación científica escrito por la prestigiosa bióloga americana Lynn Margulis junto a Dorion Sagan, aparece un abejorro con sus patas traseras llenas de polen, tras haber realizado su actividad polinizadora y recolectora.

La presencia de los insectos, también se ve en otros aspectos de la cultura como las artes plásticas o la música. Así los colores agradables y formas curiosas de algunos insectos (en especial abejorrros, bupréstidos, mariposas o mariquitas) se han usado con frecuencia como modelos para joyas, o para decorar sellos, pero también ropa, cerámicas, telas, etc. Por otra parte, varios compositores famosos han usado nombres de insectos para titular sus obras musicales. Sirva de ejemplo la bella ópera de Puccini Madame Butterfly, donde la belleza y fragilidad de las mariposas, se identifica perfectamente con las características de la protagonista.

Un aspecto extraordinariamente importante de los insectos, es que han servido de modelo para algunos de los grandes inventos de la humanidad. El papel fue inventado por los chinos en el siglo II, al observar que algunas avispas masticaban la corteza de los árboles para elaborar unos vistosos nidos, cuya consistencia era blanda y flexible como el cartón.

Otros beneficios de los insectos, como su uso en Control Biológico o en la polinización, los comentaremos al hablar de insectos y agricultura.

En cuanto a los perjuicios, muchos insectos han sido fuente de numerosos problemas para nosotros desde el principio de los tiempos.

Bien conocidas son las fobias que despiertan en el hombre muchos insectos, como las cucarachas, que conviven con nosotros en las viviendas alimentándose de los restos de comida, o el terror que nos transmiten las arañas, primas cercanas al fin y al cabo, de los insectos.

Entre los insectos odiados, están los parásitos corporales del hombre, cuya actividad molesta ya era probablemente conocida por el hombre primitivo.

Es el caso por ej de los piojos de la cabeza, que todavía hoy en día, en especial en los otoños, causan epidemias en los colegios y requieren la aplicación de champús-insecticidas para su control, los piojos genitales, o los chinches de las camas, claramente asociados a la falta de higiene, y que nos chupan la sangre de noche, mientras dormimos. Pero también nos preocupan los insectos que causan enfermedades al ganado, como diversos dípteros que producen molestas miasis.

Pero sin duda los insectos más temidos por el hombre, son aquellos que nos transmiten enfermedades, ya que han influido notablemente en el curso de la historia desde el principio de los tiempos, haciendo que se perdieran batallas y diezmando poblaciones, cuando los hombres enfermaban o morían, como consecuencia de los microorganismos que les transmitían. Basta pensar por ej en los estragos ocasionados por la peste en la Edad Media, transmitida por las pulgas de las ratas, o actualmente en problemas tales como la malaria (protozoo transmitido por diversos mosquitos, con amplias zonas endémicas en América, Asia y África, que afecta a millones de personas, muchas de las cuales mueren como resultado de la enfermedad), la mosca tse-tse y la enfermedad del sueño; varias especies de redúvidos y la temida enfermedad de Chagas en zonas rurales latinoamericanas, etc.

 

Insectos y agricultura

Uno de los grandes avances de la humanidad ha sido sin duda la agricultura, la domesticación y cultivo de diversas plantas. Pero esta actividad, no ha sido sin embargo inventada por el hombre. Millones de años antes de que el hombre poblara la tierra, las "hormigas cortadoras" del género Atta eran ya agriculturas, pues usaban la vegetación que cortaban para criar en sus nidos, un hongo que a su vez les servía de alimento a sus crías. Probablemente, desde el mismo momento en que el hombre se hizo agricultor, los insectos empezaron a chocar con sus intereses, al alimentarse de las plantas que cultivaba. Esto no es de extrañar, ya que entre 1/2 y 1/3 de las especies conocidas de insectos se alimentan de plantas, así que el número potencial de comensales de los cultivos, es muy elevado (>300.000 especies).

Por tanto, desde el mismo momento en que el hombre se hizo agricultor, empezamos a hablar de plagas. Por plagas agrícolas, entendemos todas aquellas especies que nos dan pérdidas económicas en los cultivos al reducir la disponibilidad, calidad o valor de las plantas que cultivamos para obtener alimento, fibra o placer. Las plagas agrícolas son conocidas por el hombre desde antiguo. Basta con pensar por ejemplo en las langostas, plaga bíblica, de la que en nuestro país, se tienen datos de las devastaciones producidas desde el reinado de Felipe II. Las langostas, saltamontes gregarios, emigrantes, y polífagos, forman grandes bandadas voladoras y son capaces de arrasar todo tipo de cultivo o planta silvestre que encuentran a su paso, dejando detrás de sí la total desolación. En España nos causan daños no solo en Canarias la especie Schistocerca gregaria (Forskal) que llega desde el Sahara, sino también en la península varias especies como Dociostaurus marocanus (Thunberg) o Calliptamus spp. Las langostas han aumentado de importancia en los últimos años en la zona Centro, Monegros, La Serena, etc. obligando al tratamiento de miles de hectáreas con la finalidad de controlarlas en las zonas endémicas reproductoras. El concepto de plaga agrícola va en general asociado a números elevados de individuos sobre los cultivos, pero hay veces sin embargo, en que basta con la simple presencia de un insecto, para que consideremos plaga a esa especie. Es el caso de los insectos que nos transmiten microorganismos a las plantas, como por ejemplo, pulgones, moscas blancas o trips, que transmiten virosis, fitoplasmas, etc.

¿Y con cuantas plagas nos las tenemos que ver? Del millón de especies descritas de insectos, en general consideramos plaga únicamente unas 10.000 a nivel mundial (1.000 a nivel europeo), y de ese número, unas 600 especies nos dan daños lo suficientemente graves como para requerir la aplicación de medidas de control anuales con el fin de obtener una rentabilidad económica en los cultivos afectados. Las pérdidas que ocasionan las plagas en los cultivos son cuantiosas. En pre-recolección se pierde en torno al 35% a nivel mundial, el 10% por malas hierbas, el 12% por patógenos y el 13% por insectos, y una vez recolectado el producto, aun se pierde entre un 10-20% más en almacenes, etc. Así que es evidente que necesitamos en muchos casos aplicar una medidade control que nos reduzca estas pérdidas y nos de rentabilidad en los cultivos.

Con las diferentes técnicas de control de plagas, somos capaces de evitar pérdidas de producción equiparables al 27,7% de la producción alcanzable (el 16,4% por malas hierbas, tan solo el 4,2% por patógenos pues los virus, fitoplasmas, bacterias etc se controlan dificilmente, y el 7,2% por insectos).

Muchas son las técnicas que empleamos para tratar de librarnos de las plagas, y una en la que los insectos juegan un gran papel, y que hoy en día es una de las más apreciadas por sus buenas características ambientales, es el ControlBiológico. En torno al 25% de los insectos (unas 250.000 especies) son en algún momento de sus ciclos de vida parasitoides o depredadores, por lo que diversas plagas importantes de los cultivos pueden ver disminuida su densidad de población por debajo de los umbrales económicos de daños, gracias a la acción de especies diversas de enemigos naturales. Esta técnica fue puesta en práctica por vez primera en China en el siglo III, al utilizar hormigas para controlar las muchas plagas que atacaban sus huertos de mandarinos, facilitando su diseminación de un árbol a otro, al conectarlos con cañas de bambú.

Posteriormente, hemos identificado muchos grupos de insectos, que se emplean hoy en día con éxito en el control de algunas plagas, con diversas estrategias: conservación y aumento de las especies presentes en el ecosistema, inoculación, importación de especies exóticas o lucha inundativa.

Finalmente, otro gran beneficio de los insectos, es su uso como polinizadores de los cultivos. Esta actividad también se lleva a cabo, al igual que elcontrol biológico, de forma natural en los ecosistemas, pero la intervención delhombre puede mejorar los resultados. Hay muchos tipos de insectos que visitanlas flores, pero por su interés práctico, destacan sobre todo la abeja melíferay los abejorros. Hoy en día la abeja Apis mellifera L. está totalmente domesticadapor el hombre, y sus colmenas que se pueden ver con frecuencia en zonas ricasen flores, se usan para realizar la polinización entomófila de muchos denuestros cultivos (ej. extensivos como alfalfa y algodón, hortícolas como apio ycalabaza; frutales como almendro y manzano). Y no es el único insecto polinizadorcon que contamos, otros muchos Apoidea como por ej. abejorros del género Bombus (vitales para la polinización del tomate en invernadero), dípteros Syrphidae y Bombyliidae, y especies de diversas familias de lepidópteros, coléopteros y tisanópteros, también nos son útiles.

Por tanto está claro que los hombres nos vamos a tener que seguir viendo tanto con los aspectos perjudiciales de los insectos (las plagas de las cosechas, los parásitos corporales o los vectores de enfermedades), como con los aspectos beneficiosos (los muchos productos que de ellos aprovechamos, el uso de los enemigos naturales para controlar plagas de los cultivos, la polinización, o su uso como alimento), y de nosotros dependerá que este balance sea positivo.

 

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