La podredumbre en la postcosecha se puede atribuir a las infecciones que surgen ya sea entre el florecimiento y la maduración de la fruta, o durante la cosecha y su posterior manejo, almacenaje, comercialización e, incluso, tras la venta al consumidor. Se han hecho intensos esfuerzos para reducir al mínimo estas pérdidas, tanto a través de una mejor comprensión de la biología y la etiología de las enfermedades de postcosecha, como mediante el desarrollo de estrategias de control adecuadas.

La podredumbre de las frutas y hortalizas en la postcosecha puede atribuirse a infecciones ocurridas tanto entre el florecimiento y la maduración de la fruta, como durante la cosecha y su posterior manejo y almacenaje (Figura 1). En el primer caso, las infecciones de pre-cosecha permanecen inactivas hasta que la fruta llega a la senescencia poco después de la cosecha o durante un almacenaje prolongado.

Por contra, la inmensa mayoría de infecciones postcosecha surgen a través de heridas superficiales infligidas durante la cosecha y el manejo posterior.

Las pérdidas que resultan de estas infecciones han sido reducidas sobre todo mediante la aplicación de fungicidas en el campo o después de la cosecha.

Uno de los problemas principales en la conservación de los productos cosechados se relaciona con el estado fisiológico del tejido. A diferencia del tejido vegetativo de las plantas, los productos cosechados no están en fase de desarrollo, sino en fase de senescencia.

Con el progreso de los procesos de senescencia, la susceptibilidad del tejido de la fruta al ataque del patógeno aumenta, debido a la debilitada respuesta de los mecanismos naturales de defensa, así como a la degradación parcial de las membranas celulares y la creciente filtración de las sustancias solubles (Figura 2).

En el presente informe, se ofrece una descripción de varios enfoques alternativos al control postcosecha de las enfermedades. Se hace hincapié en la integración de varias alternativas (químicas y físicas) con o sin uso de agentes de biocontrol.

Puesto que este tema es bastante amplio, la descripción no pretende ser exhaustiva, sino tan sólo señalar varios métodos que han demostrado recientemente tener un buen potencial (Tabla 1).

 

Antagonistas microbianos

Los progresos más importantes y más estudiados se han realizado en el área de desarrollo de los microorganismos antagónicos.

Varias bacterias y levaduras han demostrado proteger una variedad de productos cosechados frente a varios patógenos de la postcosecha.

Concretamente, algunas levaduras que se encuentran de forma natural en las frutas y hortalizas han sido objeto de estudio de muchos investigadores como potenciales antagonistas de las enfermedades de postcosecha, al exhibir varias características que les confieren grandes posibilidades para colonizar las zonas heridas.

El éxito de algunos de estos antagonistas microbianos, en estudios de laboratorio y a gran escala, ha despertado el interés de varias compañías del sector agro-químico dedicadas al desarrollo y promoción de productos de control biológico de postcosecha de las podredumbres en frutas y hortalizas. Varios antagonistas microbianos han sido patentados y evaluados para su uso comercial como tratamiento de postcosecha. Cuatro microorganismos antagonistas, dos levaduras- Candida oleophila y Cryptococcus albidus- y dos estirpes de la bacteria Pseudomonas syringae, han sido desarrollado como productos comerciales bajo los nombres comerciales ASPIRE, YieldPlus y BIOSAVE-110, respectivamente.

Otro producto recientemente desarrollado previene la podredumbre en postcosecha mediante el uso de un agente de biocontrol de la levadura aplicado a las flores y a la fruta en el campo varias veces a lo largo del período de crecimiento.

Este método también aborda el problema de las infecciones preestablecidas o latentes. El producto se basa en la utilización de una estirpe de Metschnikowia fructicola resistente al calor y se comercializa bajo el nombre SHEMER en Israel por la compañía, AgroGreen Ltd. Ha demostrado ser eficaz contra las podredumbres causadas por Botrytis, Penicillium, Rhizopus, y Aspergillus en fresas, uva y cítricos (Figura 3).

 

Tratamientos de calor

La exposición de varias frutas a temperaturas altas (50 - 60ºC) en tratamiento por vía húmeda o seca ha demostrado tener un impacto importante en el control de las enfermedades de postcosecha y en la calidad de la fruta.

Un tratamiento corto de cepillado con agua caliente (20s a 62ºC) controló la podredumbre del moho verde (Penicillium digitatum) en agrios orgánicos y mejoró la retención del color en litchi (Figura 4). Un tratamiento similar, agua caliente sobre unos cepillos giratorios, se podía aplicar a otros productos como los pimientos.

Este tratamiento limpia la fruta y, al mismo tiempo, desinfecta su superficie de propágulos del patógeno (Figura 5).

 

Soluciones salinas

Es bien conocido que las sales de bicarbonato sódico y de potasio tienen una actividad fungicida contra los patógeno foliares. La evidencia también indica que se pueden utilizar varias soluciones de sal en un ambiente de postcosecha para controlar la podredumbre.

La infiltración del cloruro de calcio en manzanas también ha demostrado controlar la enfermedad de postcosecha, retardar la senescencia, y reducir la incidencia de trastornos fisiológicos. Ha sido comprobado que el moho verde (Penicillium digitatum) de los cítricos puede ser controlado con eficacia mediante soluciones de carbonato sódico y bicarbonato de potasio (Figura 6). La eficacia de las soluciones salinas se mejoró mediante el calentamiento de las soluciones a 50ºC. Las soluciones de sales eran además compatibles con el uso del imazalil y los agentes de biocontrol.

 

Resistencia inducida

Las frutas y hortalizas poseen una cantidad de aspectos estructurales y de reacciones defensivas que las protegen frente a los organismos patógenos.

Mientras que muchos de estos rasgos de la "resistencia" se expresan durante el desarrollo normal, algunos se pueden activar en respuesta a la invasión del patógeno o inducir por elicitores. La activación de los mecanismos de defensa por elicitores no-patógenos se denomina resistancia inducida.

Muchas de las alternativas que se han mencionado en esta revisión corta deben su eficacia en parte a la resistencia inducida. La activación de los mecanismos de defensa en respuesta a la utilización de antagonistas microbianos, calor, y soluciones de sales se han descrito con anterioridad (Figura 7).

Generalmente, estos mecanismos de defensa pueden ser calificados como: 1) barreras estructurales (deposición de lignina, ceras, suberina, fenólicos, etc.); 2) mejora de los inhibidores constitutivos (compuestos antimicrobianos); fitoalexinas, y; 3) activación de proteínas relacionadas con la patogénesis (quitinases, glucanasas, etc.).

 

Saneamiento inadecuado de salas de empaquetamiento y almacenaje

Los patógenos traídos a la sala de empaquetamiento junto con el producto contaminarán rápidamente todas las superficies del recinto. Los organismos causantes de enfermedad seguirán siendo viables durante meses en superficies tales como las paredes de los tanques, cintas clasificadoras y cepillos. La limpieza y desinfección diaria de todo el equipo utilizado para eliminar la suciedad y los productos podridos con un producto de saneamiento fuerte con una frecuencia regular es ya una práctica imprescindible en cada sala de empaquetamiento. (Figura 8). Incluso la atención más meticulosa en el saneamiento puede no prevenir totalmente la contaminación del producto fresco por los organismos de la enfermedad. Los patógenos están presentes en el aire e pueden infectar los productos en circunstancias adecuadas. La mejor defensa contra los patógenos aerotransportados es el saneamiento, un manejo apropiado del producto y un rápido y cuidadoso enfriamiento y desinfección de las instalaciones de almacenaje y de los contenedores de transporte.

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