Cuatro pilares sostienen la amplia gama de metodologías y herramientas para el control de las plagas. Uno de ellos es la mejora genética, clásica o no. Gracias a la introducción de genes de tolerancia y resistencia en variedades comerciales, es posible el cultivo de éstas en muchas zonas donde la presión de determinadas plagas lo hacía imposible. La genética, junto con las medidas preventivas culturales, dificulta la implantación de agentes nocivos en los cultivos evitando que sus poblaciones sean altas y puedan ocasionar pérdidas importantes en cantidad y calidad de la cosecha. Sin embargo, una vez el agente se instaura en una plantación, si el vegetal no presenta resistencia o tolerancia, las armas que quedan para su control son básicamente los denominados plaguicidas (productos fitosanitarios) y los agentes de control biológico (insectos beneficiosos).

Mientras que la información de las variedades comerciales de plantas, es relativamente estable, pudiendo resultar suficiente con publicaciones periódicas de las propias empresas comerciales, o publicaciones anuales como es el caso del Portagrano1 la información referente a productos fitosanitarios es muy dinámica y cambiante; y la relacionada con productos que contienen Organismos de Control Biológico (OCB) ni tan siquiera ha sido recogida en registros oficiales por parte de las Administraciones Europeas. Llegados a este punto, y para el ámbito de los productos fitosanitarios y OCB cabe plantearse: ¿Cuáles son las fuentes de información para aquellos técnicos que deben asesorar a agricultores y/o encargados de explotaciones agrarias? ¿Qué grado de accesibilidad tienen? ¿Son fiables? ¿Con qué periodicidad se actualizan?

 

Productos fitosanitarios

Los Productos Fitosanitarios son medios imprescindibles para la producción agrícola, tanto bajo los sistemas convencionales de agricultura, como bajo otros sistemas de agricultura, como la integrada o la ecológica. Sin ellos, las potenciales pérdidas que pueden ocasionar las diferentes plagas harían inviables el cultivo de numerosas especies en zonas de producción con un alto interés económico y social, e incluso la posibilidad de mantener almacenadas las cosechas.

En la Unión Europea (UE), los países tienen la autoridad para establecer sus propios registros de productos fitosanitarios, donde quedan inscritos los productos pueden utilizarse y los usos autorizados que van a tener. Lógicamente, todos estos productos deben estar formulados con sustancias activas que hayan sido autorizadas a su vez por la UE y recogidas en el orden legislativo nacional.

Por consiguiente, en el caso de optar por aplicar productos fitosanitarios, la elección tiene que hacerse sobre productos que tengan un uso autorizado, fijado por el Registro Oficial de Productos Fitosanitarios (ROPF), contra los diversos agentes que afectan a determinados cultivos. Esta información, puedeobtenerse hoy día de las siguientes fuentes:

1- Vademecum3 de productos fitosanitarios. Publicación de periodicidad anual, en soporte papel, que recoge los datos del ROPF. Su principal problema radica en su falta de actualización, indispensable para no caer en errores de usos indebidos.

2- Hojas de Registro. Recogen las fichas técnicas oficiales de los distintos productos. Estas fichas están en manos de la Administración y de las distintas empresas formuladoras y comercializadoras. Conseguirlas por tanto, resulta bastante difícil. Mantener actualizada la información lo es aún más.

3- Consultas sobre páginas Web de los Ministerios o Departamentos que regentan la Oficialidad del Registro.

4- Consultas a otras páginas Web. Esta opción es desaconsejable, a menos que la Web actúe a modo de portal, y dirija la búsqueda a Webs oficiales; o utilice los contenidos de éste y su grado de actualización. Existen Webs con informaciones totalmente desfasadas cuyo uso puede acarrear serios problemas, toxicológicos, ecotoxicológicos o legales.

De estas cuatro opciones, la opción 3 es por tanto la que puede dar una mejor respuesta a las demandas del sector productor, en cuanto a información y fiabilidad sobre productos fitosanitarios, no obstante, su comprensión puede resultar en determinados casos compleja.

Otra conclusión que parece igualmente clara, al margen de los contenidos, es que Internet se presenta como el mejor medio de difusión de este tipo de información, por su facilidad, rapidez y flexibilidad para actualizar contenidos y llevarlos hasta los demandantes.

 

Organismos de Control Biológico (OCB)

El control biológico es el que, junto a otros factores, permite la regulación ?natural? de poblaciones en un determinado ecosistema, y es por ello que retomado y aplicado por el hombre se convirtió en uno de los métodos más antiguos en la protección de los cultivos. Sin embargo, este tipo de control fue relegado a un segundo plano en la década de 1940, tras el descubrimiento de los modernos plaguicidas orgánicos de síntesis.4

Hoy día vuelve a existir un creciente interés por el control biológico como forma de control de plagas, debido a la ineficiencia de muchos productos fitosanitarios, la aparición de resistencias, y sobre todo a la preocupación creciente de la sociedad por el respeto al medio ambiente, y la seguridad y salud de productores y consumidores. A pesar de ello, la realidad actual dista bastante de lo deseable. Consecuencia directa del elevado peso que han tenido los productos fitosanitarios en la historia más reciente, es el desequilibrio normativo y legal que existe entre éstos y los OCB.

Básicamente la regulación que ejerce la administración en cuanto al uso de productos OCB se concreta en autorizaciones que responden a notificaciones de las empresas que quieren dar servicios en este campo del control de plagas. En España concretamente:

- La cría o producción y la distribución, comercialización y liberación de OCB no exóticos, requerirá la comunicación previa al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) conforme a las normas establecidas.

- La introducción en el territorio nacional, distribución y liberación de OCB exóticos, requerirán la autorización del MAPA, previo informe del Ministerio de Medio Ambiente (MMA) sobre el posible impacto medioambiental y afección a la biodiversidad, de acuerdo con las normas establecidas.

La consecuencia directa de esta realidad es que no existe un lugar, o centro, donde se haga acopio de la información de todos los productos OCB que hayan recibido el visto bueno o autorización necesaria para su uso. Resulta curioso que la Administración potencia y financia actualmente este tipo de productos en la lucha contra plagas,5 productos que cuentan sin embargo con una cobertura legal muy "pobre".

Aquellos profesionales que necesiten acceder a información sobre productos OCB, tienen que acudir, una a una, a las diferentes empresas comerciales y sus distribuidores, sin otra fuente oficial con la que puedan contrastar la información ofrecida por éstas. Ésta es una de las razones por la que a pesar de su enorme potencial, y a que empiezan a realizarse importantes esfuerzos para difundir los OCB,6,7 resulta ser la más desconocida y consecuentemente la menos usada, de todas las formas de control.

 

La sociedad de la información en el ámbito agrícola

El origen de la denominada "sociedad de la información" se remonta a los setenta, cuando comenzó a percibirse que la sociedad industrial empezaba a evolucionar hacia un modelo distinto, en el que el control y la optimización de los procesos industriales, en claves económicas, es reemplazado por el procesamiento y manejo de la información.

En condiciones semejantes de dotación de factores de producción (tierra, capital, trabajo) la diferencia en las productividades que se observan entre una y otra economía la explica la capacidad que ellas tienen para producir, circular y utilizar nuevos conocimientos. Hay países que con suelos semejantes, con semillas de la misma calidad, con el mismo tipo de fertilizantes, la misma cantidad de tractores y jornaleros, finalmente obtienen resultados diferentes por hectárea cultivada. Esta situación es extensible a otros ámbitos productivos.

La sociedad de la información puede definirse como: "una fase de desarrollo social caracterizada por la capacidad de sus miembros (ciudadanos, empresas y administración pública) para obtener y compartir cualquier información, instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera" 8. En este nuevo tipo de sociedad, la fuente de productividad está directamente asociada a la calidad de la información y el conocimiento que intervienen en el proceso productivo.9 De estos dependerá en gran medida el mejor uso que se haga de los recursos disponibles, entre los que se encuentran los destinados al control de plagas.

El auge de este tipo de sociedad ha coincidido con la generalización del uso de Internet, tal y como ahora lo conocemos, momento que puede fijarse en el año1995. En aquel entonces, había 26 millones de usuarios en todo el mundo; en febrero del 2003, eran ya 677 millones. El Este asiático con 203 millones de usuarios encabeza el ranking, seguido de América del Norte con 186,5 millones y Europa Occidental con 180,5 millones. Cada día se generan mundialmente 31.000 millones de correos electrónicos; existen 35.864 millones de sitios web en el mundo. Un portal, como Terra Lycos, suministra diariamente 500 millones de páginas y cada mes tiene 110 millones de visitantes diferentes.10

Sin embargo, los usuarios finales de la información necesaria para producir cultivos sanos no son empresas de comunicación, ni gestores económicos; sino el agricultor y el mundo rural agrario donde las comunicaciones y la formación profesional son notablemente inferiores.

En Almería, el sector hortofrutícola puede agruparse en dos grandes tipologías de empresas: empresas productoras-comercializadoras y empresas que ofertan servicios auxiliares. Entidades pertenecientes a ambos grupos, llevan a cabo las labores de asesoramiento técnico a los agricultores, eslabón final y principal de la información demandada para llevar a cabo el control de las plagas.

Normalmente, todo agricultor recibe, al menos, la supervisión técnica de la entidad que comercializa sus producciones.

Además de este seguimiento técnico, también puede recibir soporte de empresas comercializadoras de fitosanitarios, abonos, etc., englobadas todas ellas bajo la clasificación de empresas auxiliares. Siguiendo este esquema, si los técnicos disponen de acceso a Internet, indirectamente, los agricultores van a poder beneficiarse de los servicios de información que se oferten en la Red.

En el año 2000, la Unión Europea creó el Plan de acción e-Europe,con el que se iniciaba la creación de una red de puntos de acceso público a Internet, utilizando para ello los fondos estructurales. Sus actuaciones prioritarias se situaban en zonas rurales, aisladas, de más bajo desarrollo o con demografías muy específicas, cuyos ciudadanos, mayoritariamente agricultores, no debían verse discriminados frente a los de zonas urbanas de más fácil acceso a la red.12

Una de estas actuaciones es el programa Internet Rural, que en nuestro país está integrado en otro programa de mayor rango denominado ESPAÑA.ES,aprobado el 11 de julio de 2003 por el Consejo de Ministros. El programa consta de 6 líneas maestras: tres verticales (Administración pública, PYMES, y educación) y otras tres horizontales (accesibilidad y formación, contenidos digitales y comunicación), que se dividen en 10 medidas. La línea número cuatro es NAVEGA.

ES: accesibilidad de todos los ciudadanos a la Sociedad de la Información, acercando a todos aquellos colectivos menos integrados a través de dotación de infraestructuras y planes de formación. Contiene dos medidas: Telecentros y Formación e integración digital. Internet Rural queda incluida en la medida de creación de Telecentros, con la que se pretende evitar los riesgos que genera la Sociedad de la información cuando existe la denominada info-exclusión.

El programa tenía una duración de dos años (2004-05) y un coste aproximado de 1029 millones de euros. Internet Rural contó con una inversión estimada total de 30 millones euros, dirigida a más de 3 millones de ciudadanos de 1.500 municipios rurales que no disponen de cobertura ADSL o cable, lo que supone alrededor de un 40% de la población sin acceso actual a Internet de banda ancha. Esta política no es circunstancial, sino que tiene continuidad en otros planes de apoyo a la convergencia de las distintas regiones hacia la sociedad de la información.14

Además de estos programas y actuaciones, las comunidades autónomas han desarrollado planes complementarios subvencionados por los programas operativos. En Andalucía, con la ejecución de los planes Guadalinfo, se estima que la práctica totalidad de los municipios ubicados en zonas rurales tendrán acceso a Internet en el próximo año 2007. Gracias a este esfuerzo conjunto, existen las infraestructuras necesarias para que los sistemas de información puedan llevar, a cooperativas agrarias, agrupaciones de Producción Integrada, colectivos de agricultores, empresas auxiliares de la agricultura, servicio de protección de la naturaleza, y otros servicios relacionados con el mundo agrario, toda la información actualizada sobre el cuidado fitosanitario de las producciones vegetales.