Mesa redonda
La presencia de residuos de plaguicidas en alimentos preocupa a los consumidores.
Concretamente en una encuesta del Eurobarómetro de 2005 fue la mayor preocupación en seguridad alimentaria (el 63% de los encuestados).
La legislación europea se está haciendo más restrictiva al respecto y también a nivel privado aumentan las exigencias de la gran distribución que, a veces, van más allá de los requisitos oficiales (niveles de residuos, limitaciones en residuos múltiples, etc.). Además, el Reglamento 396/2005 presta gran atención a los planes de vigilancia y control.
Por otra parte, en aplicación de la Dir. 91/414/CEE se está reduciendo notablemente el número de materias activas autorizadas y es de esperar que se reduzca más en los próximos años.
Si bien, actualmente, los resultados de los planes de vigilancia de residuos no son alarmantes, no dejan de ser preocupantes. Aunque no se determinan los residuos de todos los posibles plaguicidas a utilizar, en 2004, a nivel europeo un 47% de los productos vegetales contenían residuos, superando el LMR el 5% de los casos. Ese mismo año a nivel español un 40% de las muestras contenían residuos, y un 3,6% superaron los LMRs.
En nuestro caso, como país exportador, tenemos un problema añadido, que es cuando se exportan unas frutas u hortalizas tratadas con cierto plaguicida con LMR diferente al español en el país de destino, bien europeo por falta de armonización, o sobre todo a países terceros.
Todos los años tenemos algunos problemas en exportaciones que, aunque no son numerosos, pueden causar problemas económicos, sociales, de credibilidad, etc. Algunos han generado notificación de alertas o informativas en la U.E., como naranjas por protiofos (Alemania, 2002) o carbosulfan (Reino Unido, 2005), mandarinas por diazinon (Dinamarca, 2006), melocotones por fosmet (Bélgica, 2002), nectarinas por acefato/metamidofos (Suecia, 2002), uva de mesa por monocrotofos (Suecia, 2004), metiocarb (Alemania, 2006) o sulfitos (Italia, 2006), pimientos por metamidofos (Finlandia, R. Unido, Hungría, 2006) tomates por clortalonil (Dinamarca, 2006), pepino por metamidofos (Dinamarca, 2006), lechuga por endosulfan y metamidofos (R. Unido, 2004) o ditiocarbamatos (R. Unido, 2006), espinacas por metomilo (R. Unido, 2003), endibias por folpet (Finlandia, 2001) col china por procimidona (Islandia, 2006), calabacín por metamidofos (Alemania, 2006), etc.
Todos estos hechos: disminución del número de plaguicidas utilizables, mayores restricciones en las condiciones de uso, mayores exigencias en los LMRs (Límites Máximos de Residuos) y en los planes de vigilancia, nos indican que estamos asistiendo al agotamiento del sistema agricultura productivista/ plaguicidas y que, sin abandonar totalmente éstos, debemos abrirnos a otras posibilidades.
Entre las distintas alternativas (lucha biológica, microbiana, genética, prácticas culturales, etc.) tiene un interés especial la lucha biotécnica, especialmente el empleo de feromonas, a través de sus diversas técnicas: captura masiva (mass-trapping), atracción y muerte (lure and kill), atracción y esterilización y sobre todo la confusión sexual, como lo demuestra su desarrollo en estos últimos años.
A pesar de sus condicionantes (densidad de población de la plaga, superficie, difusión controlada de la feromona, coste, etc.) son tales sus ventajas (método ecológicamente limpio, sin residuos en el producto vegetal y sin riesgos para el aplicador, no altera el equilibrio biológico, especificidad, comodidad de aplicación, efecto acumulativo con el tiempo, etc.) que lo hacen particularmente interesante.
Por ello es previsible que, en los próximos años, continúe y se potencien los métodos de control de plagas basadas en estas y otras técnicas feromonales.