Sección: Opinión
Uno de los "Caprichos" de Goya es un grabado titulado "El Sueño de la Razón produce monstruos" y, desde luego, no encontraríamos una frase mejor que esa para describir aquello en lo que se ha convertido la Política Agraria Común. Los políticos y los burócratas, a base de enmendar sus errores anteriores con otros nuevos, han acabado por producir un monstruo llamado PAC.
Algún día, quizá, tengamos una PAC (Política Agraria Común) que esté de verdad pensada para que los agricultores y ganaderos podamos alcanzar una renta similar a la del resto de ciudadanos europeos? aunque de momento esta PAC de ahora nos siga condenando, por la vía de la congelación de precios y el recorte de ayudas, a ganar un 33 por ciento menos.
Puede que algún día podamos confiar en que las delegaciones europeas que negocian los acuerdos y los tratados de comercio internacional (esos que nos cambian de un año para otro los mercados donde tenemos que colocar nuestras producciones) lo hagan teniendo en la cabeza los intereses de las personas (incluso aunque no sean de aquí, que también entendemos que la U.E. tiene una responsabilidad con los países menos afortunados)? en vez de sospechar, como sospechamos, que en esas cumbres mundiales se trabaja más para las multinacionales sin bandera y para los capitales sin rostro.
Lo mismo algún día nuestros políticos (que toman las decisiones) y los burócratas (que las gestionan) hagan una PAC con normas y reglas comprensibles cuya utilidad puedan entender los agricultores y ganaderos y cuya eficacia puedan sentir? de momento los que se sientan en el Consejo y en la Comisión siguen diciendo que van a "simplificar" a base de multiplicar reglamentos hasta el infinito y más allá; llaman "modulación" a lo que no es sino un truco de trileros para meterle la mano al bolsillo de todos los agricultores y "desacoplamiento" a la consolidación de los errores, las desigualdades y los desequilibrios del pasado en el reparto de las ayudas agrarias, actuales y de futuro.
A lo mejor algún día si los que gobiernan nos venden que han aprobado la mejor política posible del mundo mundial para el período 2000 al 2006 (ó del 2007 al 2013) podamos fiarnos de ellos? pero hasta ahora la experiencia nos dice que al poco "la mejor política posible del mundo mundial" ya no les sirve y empiezan a ponerla patas arriban sin haber analizado siquiera que efectos han tenido sobre el sector sus decisiones anteriores. Ya están anunciando otra revisión de la PAC hacia el 2008 o el 2009. ¿Tan mala es la Reforma que acaban de aprobar que ya hay que cambiarla?... y si es tan mala ¿por qué todos los Ministros volvieron tan satisfechos de Bruselas cuando la acordaron?
Los dirigentes y altos funcionarios que van de prohombres de la "construcción europea" y de la "imparable globalización" sobrevuelan el campo desde sus sillones de cuero propulsados por sueldos públicos de alto octanaje y nos ven exactamente igual que las fotos de los satélites del SIGPAC. Ignoran lo que tarda en producir un olivar, o una viña; desconocen los remolques de uva o de grano que hay llevar a la cooperativa para amortizar un tractor nuevo o el riego por goteo en una explotación familiar; no son conscientes de que la agricultura tiene sus cadencias y sus ritmos, que se siembra y se poda a su tiempo, que las ovejas paren en su época, que la cosecha viene cuando viene y que esas cosas no esperan aunque el reglamento no esté publicado, el programa informático dé errores o el impreso no haya llegado a la Oficina Comarcal.
A muchos de estos "reglamentadores", a los del mando "a distancia", les vendría muy bien un reciclaje y que por un período asumieran el papel, no de agricultores (tampoco hay que ensañarse), sino de agente de una oficina agraria de un pequeño pueblo para que gestionaran la PAC que ellos han diseñado: con un ordenador del año de la polea y una cola enorme esperando en la ventanilla. ¡Y ojo!... como parte del reciclaje, que no cobrarán la nómina hasta que no estuviera resuelta la última incidencia del último paisano.
De verdad que he conocido a agentes de Extensión Agraria y a secretarios de ayuntamientos de pueblos que dan cien vueltas en inteligencia, sentido común y conocimiento del medio rural a muchos que están a 25 ó 30 niveles jerárquicos por encima de ellos. Debe ser que desde esas alturas las cosas se ven de otra forma (o que como cada vez los agricultores y ganaderos que vivimos de esto juntamos menos votos, al final es que les importamos un pito) y por eso las hectáreas valen más o menos, no en función de lo que producen? sino de que sean o no "elegibles"; y lo importante no es lo derecha que salga la besana? sino no salirnos de la "línea directriz presupuestaria"; y las ayudas no dependen de lo bien o mal que se hagan las cosas? sino del color de la caja ("ámbar, verde o azul") a las que hayan sido arrojadas por las veleidades políticas; y lo que más conviene asegurar no son las cosechas? sino el "cheque" nacional o el regional.
O sea, que esto no hay quien lo entienda.
Toda una jerga que reviste el mareante devenir la PAC de una apariencia de erudición política, de planificación perfectamente diseñada, tendente a alcanzar fines tan elevados que ni tan siquiera los sujetos pasivos de esa política son capaces de asimilarlos totalmente. Sin embargo, si se le quita la monda a toda esa parafernalia gramática, lo que nos queda no es más que una estrategia para reducir de forma progresiva y continua el dinero que la Unión Europea dedica a su agricultura? ¿por qué?, pues porque esta política agraria no intenta arreglar los problemas de la agricultura, sino solventar el problema en que la agricultura se ha convertido para Europa por las presiones externas de las grandes potencias comerciales y las tensiones internas de los países que menos se benefician de la PAC.
Y la pena es que, incluso asumiendo esta "trágala" y admitiendo esta PAC, las cosas se podían hacer mejor. Puestos a cambiarlo todo, podían hacerse las cosas pensando en concentrar los esfuerzos políticos y presupuestarios en los agricultores y ganaderos más comprometidos con el sector, a los profesionales con voluntad de permanecer y tener futuro en esta actividad, a los que quieren con el trabajo en su explotación sacar adelante a su familia honradamente (por supuesto) pero también contribuir a crear riqueza y empleo en el medio rural, a proporcionar a la sociedad productos sanos y de calidad y todo ello desde el respeto al entorno y al uso racional de los recursos naturales.
Pero a esos, precisamente a esos, es a los que más difícil se lo están poniendo con Reformas como ésta última, que consolida para los próximos años las injusticias pasadas; que sigue, a la hora de hacer transferencias a las cuentas bancarias, sin distinguir entre un agricultor profesional que vive en Tomelloso y una S.L. con domicilio en el Paseo de la Castellana de Madrid; y que, precisamente por eso, sigue concentrando un 80% de las ayudas en un 20% de los productores.
Las propuestas de COAG-IR van permanentemente a intentar corregir esas deficiencias.
Por eso siempre hemos pedido que las modulaciones y los recortes de las ayudas no afecten a quien vive fundamentalmente de la actividad agraria y que el dinero que se obtenga de ello se dedique a medidas agrarias y de desarrollo rural que les faciliten su vida y su trabajo.
Por eso hemos intentado que esa simplificación de la PAC, que en su momento nos vendieron, fuera cierta y que los agricultores y ganaderos no se vieran, como ahora lo están, sepultados por papeles y reclamamos, ya hace mucho, que las primeras "incidencias" en resolver fueran siempre las de los agricultores a título principal.
Y por eso estamos proponiendo que se ponga en marcha el "contrato de explotación": un convenio entre la Administración y el agricultor que concrete los compromisos que éste debe asumir en materia medioambiental, de bienestar animal y de seguridad y calidad alimentaria y también, claro, las contraprestaciones en forma de ayudas que recibiría a cambio de ello.
Queremos que los agricultores y ganaderos profesionales dispongan de un instrumento que simplifique toda la complicada gestión de burocracia a la que ahora están sometidos; que haga más transparentes y claras (y por tanto más fáciles de cumplir) las exigencias y condiciones que debe asumir (condicionalidad, zonas vulnerables a contaminación, manejo de residuos, etc.) y que le proporcione un marco estable en el que poder planificar sus producciones y sus inversiones en un plazo razonable.
Además, este pacto no sólo sería bueno para los agricultores; sino que también lo sería, para la sociedad en su conjunto. Como contribuyentes, sabríamos que las ayudas que se pagan con nuestros impuestos se destinan a personas al frente de explotaciones que se comprometen a hacer las cosas bien y no a especuladores de subvenciones; como consumidores estaríamos más seguros de la calidad y la sanidad de lo que compramos y como ciudadanos tendríamos garantía de la contribución de estos agricultores a la conservación del medio ambiente.
Algún día puede que nos hagan caso y se imponga algo de sensatez en el caos actual que es la PAC.
Mientras que llega ese día, no tendremos más remedio que hacer de la necesidad virtud y amoldarnos lo mejor posible al SIGPAC, a la hectárea elegible, al desacoplamiento parcial, al régimen de pago único y a las miles de incidencias que ello genera y que acaban por ponernos a todos de los nervios.
Pero por favor? que no ofendan nuestra inteligencia diciendo que esto de ahora es bueno, o que es más sencillo, o más justo, o mejor.