Sección: Opinión
El desarrollo de la actividad científica, en particular en relación con los procesos de investigación, constituye una labor silenciosa aunque podríamos preguntarnos si realmente debe ser de este modo; representa una intensa dedicación, que tiene dos componentes esenciales, vocación y trabajo, en los que radica fundamentalmente el éxito en los objetivos planteados.
Sin embargo, no somos ajenos a la sensibilidad que el reconocimiento social pueda hacer hacia nuestro esfuerzo.
La convocatoria de Premios a la labor científica y profesional es frecuente, otorgándose en virtud a la calidad del trabajo, por las novedades expuestas, riqueza de la base científica y su desarrollo, originalidad, competencia técnica o aplicación tecnológica, etc. En el amplio conjunto de convocatorias de reconocimientos científicos, académicos o profesionales, ocupan un lugar destacado los otorgados a jóvenes investigadores, porque representan el reconocimiento de cualidades en personas que se encuentran en periodo de formación y que constituyen un estímulo a su actividad investigadora, pero sobre todo a su desarrollo personal y profesional, otorgando confianza y consideración a los esfuerzos que desarrollan en su trabajo.
Son numerosas las convocatorias de distinciones especialmente dirigidas a jóvenes investigadores, considerando éste término con bastante amplitud (25-30-35 años, 3-5 años después de obtener el título universitario o el doctorado, etc). Están convocados por instituciones muy diversas, tanto nacionales, como internacionales, públicas y privadas, con dotaciones también muy diferentes y con jurados o comisiones de evaluación diversos.
¿Pero cuál es el valor de estos premios? Independientemente del diploma y de la dotación económica (monetaria o cualquier otra modalidad), transcurrida la euforia inicial se transforma en un par de líneas en el expediente personal, que no siempre recibe consideración por los tribunales de oposiciones o concursos de selección de personal. En estas circunstancias, ¿Es rentable la convocatoria de este tipo de certámenes? ¿Es beneficioso para las instituciones que realizan las convocatorias? ¿Es beneficioso para los posibles participantes?
En la actualidad el conjunto de investigadores en formación o recientemente incorporados a las universidades, institutos y empresas es creciente y con muy buena formación; sin embargo, en los últimos años, se ha podido comprobar que la participación en estos concursos es bastante reducida, lo que no resulta coherente con esa falta de interés. Debemos buscar el origen de este hecho: ¿Se realiza una adecuada difusión de las convocatorias y de los méritos de las personas distinguidas? ¿Se valoran profesionalmente estos premios? ¿Se realiza la debida consideración social de los galardones?
Quizás encontramos el motivo en la respuesta a la pregunta inicial, debemos abrir a la sociedad las actividades de investigación, presentando de forma accesible para el gran público los resultados alcanzados; transmitiendo la importancia económica y social de este trabajo. En ese conjunto la valoración y consideración en la sociedad y en primer lugar por los propios investigadores, de los premios y distinciones, constituye un elemento más en el prestigio de la actividad investigadora, para la que debemos lograr una mejor consideración social.