Sección: Opinión
Han transcurrido algo más de 16 años desde que la Sociedad Española de Malherbología (SEMh) se constituyó como tal. Es un espacio de tiempo suficiente para recordar algunos de sus hitos importantes, y también algunas expectativas que no se han del todo consolidado. Este es el objetivo de estas líneas.
La prehistoria de la malherbología, o de la SEMh por extensión (imaginaria), es tan antigua como la agricultura misma. "Malashierbas" o "malezas" (ver más adelante) han existido desde que el hombre imponía con sus técnicas el predominio de una determinada especie vegetal en una parcela (cultivo), en detrimento de otras. El resto de las especies eran tales, malezas. Si bien apenas se les prestaba atención. El control mecánico era el único existente, y aún peor, el único imaginable. El agricultor prehistórico ya era un malherbológo en potencia; luchaba sobre todo para controlarlas, y también, posiblemente, para entender un poco su comportamiento.
La agricultura moderna de mediados del siglo XX, la de los fertilizantes, fitosanitarios y maquinaria autopropulsada, fue el prologo de la malherbología moderna. De 1950 a 1970, los herbicidas "crecieron como hongos"; era la poderosa tecnología química que había que conocer y manejar bien. No obstante, la malherbología como especialidad agraria tardó un poco más en despertar y consolidarse en España, digamos que hasta la década 1970-80 y siguiente. Fue al final de los años ochenta cuando unos preclaros compañeros malherbólogos (Drs. Maria Ángeles Mendiola, Milagros Saavedra, José María Sopeña y Carlos Zaragoza) tuvieron la acertada idea de constituirla como tal, aportando al mismo tiempo una tremenda profesionalidad y entusiasmo. En cierto modo el nacimiento formal de la SEMh en 1989, con su primera Reunión Nacional celebrada en la ETSIA de Madrid, consolidaba actividades esporádicas de décadas anteriores. Y se constituyó la SEMh como debe ser, como un foro conjunto de profesionales de universidades, organismos públicos de I+D y del sector privado. La unión hace la fuerza, la complementariedad.
Para la SEMh, la década 1990-2000 fue de crecimiento y consolidación.
Los congresos nacionales se sucedieron con regularidad hasta nuestros días: Córdoba, 1990; Zaragoza, 2001, Lérida, 1992; Lugo, 1993; Huesca, 1995; Valencia, 1997; Logroño, 1999; León, 2001; Barcelona, 2003; y Huelva, 2005.
La asistencia a dichos Congresos se ha mantenido en torno a los 130-150 profesionales, con unas 40-50 contribuciones científico-técnicas que resumían cada año las aportaciones en nuestra especialidad. También la SEMh ha dado lugar a otras citas anuales, como las cordialmente organizadas por el Dr. Ricardo González Ponce en el Centro de Ciencias Medioambientales del CSIC en Madrid, a frecuentes reuniones de diversos grupos de trabajo y a numerosos proyectos conjuntos, en su mayor parte muy fructíferos.
Los profesionales de la SEMh han ido actualizando sus conocimientos, trabajos y aportaciones conforme ha evolucionando la especialidad. La incorporación de nuevos fitosanitarios herbicidas, hasta sobrepasar ampliamente el centenar de materias activas, ha permitido un control de malezas cada vez más especifico y mejor medioambientalmente. Este desarrollo de fitosanitarios herbicidas a nuestra agricultura, ha ocupado un espacio importante de la actividad del sector privado y de investigadores y técnicos de los OPIS. Las nuevas tendencias o pautas científico-técnicas han sido asimismo importantes áreas de atención de los malherbólogos: ecología, demografía y modelización de poblaciones, control integrado control "orgánico" o "biológico", resistencia a herbicidas, agricultura de conservación, agricultura de precisión, entre otras varias que podrían mencionarse.
La SEMh, o sus profesionales, tomaron protagonismo constante en los planes nacionales de I+D, en los proyectos europeos, en aspectos de regulación administrativa, en las revistas científicas, y también y en gran medida en las revistas técnicas de divulgación agraria. Los contactos con la Sociedad
Europea de Malherbología (European Weed Research Society) ha sido otra constante referencia de muchos miembros de la SEMh a través de sus grupos de trabajo, congresos y de la revista Weed Research.
La SEMh han contribuido mucho a que se nos conozca y acepte a los profesionales de la malherbología, aún cuando todavía esta asignatura tiene flecos pendientes. Así, el término Malherbología, que nos engloba y nos particulariza, era nuevo para todos y en un principio no del todo bien recibido por diversos estamentos de nuestra sociedad. Con el paso de los años ha resultado muy familiar, y así mismo mucho mejor reconocido en ámbitos académicos y profesionales.
Hemos sustantivado, no sin esfuerzos, el estudio de la herbología no deseable para la agricultura ("la mala herbología"). De forma similar, el concepto de mala hierba siempre ha sido bien entendido por agricultores, pero no así por botánicos o académicos en general. ¿Cuántas veces los botánicos nos han dicho (cordialmente) que todas las especies vegetales son potencialmente buenas?. Por lo anterior, quizás el término malahierba/ malashierbas (así, todo junto, sustantivándolo), o aún mejor malezas, como lo usa reiteradamente D. Miguel de Cervantes en El Quijote, ayude a la SEMh a un mejor uso conceptual del castellano en lo antes referido. En todos estos aspectos terminológicos, que tienen su importancia, la SEMh ha jugado y está jugando un papel importante.
Por otro lado, la SEMh ha propiciado desde sus inicios el encuentro de la administración y del sector privado. Como se ha comentado anteriormente los profesionales de la SEMh del sector privado (empresas de agroquímicos) han jugado un papel muy importante en el desarrollo de los fitosanitarios herbicidas a las diversas agriculturas de España. El resto de los miembros de la SEMh hemos aprendido mucho de ellos. Lamentablemente, la alta competitividad en el sector privado de agroquímicos entre si ha propiciado fusiones y cambio de nombres de empresas. También ha requerido que muchos de sus profesionales hayan tenido que plegar su muy apreciable competencia profesional a las exigencias de sus correspondientes empresas, sin mucho tiempo extra para otras actividades que sin duda hubieran beneficiado al agro español. Por otro lado, los profesionales de la SEMh de las universidades e I+D+i público han padecido, al igual que las de otras áreas de conocimiento, el muy limitado alcance presupuestario de sus proyectos y sobre todo la muy cicatera política de personal. Lamentablemente esto ha constreñido el crecimiento de las nuevas generaciones de malherbólogos.
La SEMh tiene un gran futuro por delante. La sabiduría de los agricultores nos recuerda que "mala hierba nunca muere". Los profesionales de la SEMh podríamos decir "hay malherbología para rato". O como dicen nuestros colegas americanos "Weeds/ Weed Science is forever". En esta breve historia de la SEMh procede reconocer a los que la han dirigido en sucesivos trienios con profesionalidad y entusiasmo: César Fernández-Quintanilla, Carlos Zaragoza, Diego Gómez de Barreda, Andreu Taberner, y en estos años José Luis González Andujar. Estoy seguro que ha sido para ellos un honor, al igual que para el que suscribe estas líneas.