En la campaña 2003 iniciamos un estudio sobre las diferentes virosis que pueden afectar a los cultivos de cucurbitáceas en la comarca de Campo de Cartagena (Región de Murcia). Durante las prospecciones de campo correspondientes a esta campaña, observamos un alto porcentaje de plantas afectadas por amarilleos en un número elevado de parcelas dedicadas al cultivo de melón. Inicialmente determinamos que esta afección estaba asociada a la presencia de poblaciones del pulgón Aphis gossypii. Con anterioridad, en esta zona se habían determinado la presencia de dos virus del género Crinivirus: el Virus del amarilleo y enanismo de las cucurbitáceas (Cucurbit yellow stunting disorder virus, CYSDV) y del Virus del falso amarilleo de la remolacha (Beet pseudo-yellows virus, BPYV) (M. A. Aranda, datos por publicar), ambos en plantas con amarilleos en las que también se había detectado la presencia de las moscas blancas Bemisia tabaci y Trialeurodes vaporariorum, que son vectores específicos de CYSDV y BPYV, respectivamente. Ante esta novedosa situación, consideramos la posibilidad de que estos nuevos amarilleos estuvieran causados por otro agente, el Virus del amarilleo de la cucurbitáceas transmitido por pulgones (Cucurbit aphid-borne yellows virus, CABYV).
Así pues, analizamos muestras de melón y calabacín para determinar la presencia de CABYV, CYSDV y BPYV. Los resultados mostraron que CABYV estaba presente prácticamente en todas las plantas con amarilleos mientras que CYSDV y BPYV eran minoritarios. Por tanto, CABYV debía ser el agente causal de estos nuevos amarilleos en melón y calabacín. Hasta entonces, este virus no había sido identificado en la zona, ni en nuestro país. Asimismo, durante la última campaña 2004, este nuevo agente se ha detectado causando daños en cultivos de sandía y pepino en otras comarcas ubicadas en las provincias de Murcia y Alicante.
Características de CABYV
Este virus fue descrito por primera vez por Lecoq y colaboradores en 1992 afectando a cultivos de cucurbitáceas al aire libre en Francia (LECOQ et al., 1992). Posteriormente ha sido detectado en Italia, Grecia, Argelia, Líbano, Turquía, España, Sudán, Nepal, Taiwan, China, Isla Reunión, Swazilandia, Brasil, Honduras y California (USA) (LECOQ et al., 1992; LEMAIRE et. al., 1993; LECOQ et al., 1999; ABOUJAWDAH et al., 1997; JUÁREZ et al., 2004).
El agente causal es un miembro del género Polerovirus encuadrado en la familia Luteoviridae (MAYOY D`ARCY, 1999). Sus viriones están formados por partículas isométricas de 25 nm de diámetro y contienen una molécula de RNA monocatenario de 5-6 kb que ha sido completamente secuenciada en el caso de un aislado francés (GUILLEY et al., 1994).
Entre la sintomatología más característica, y según los trabajos consultados (LECOQ et al, 1992; LECOQ, 1999), se puede definir como se describe a continuación.
En plantas de melón cultivadas en campo y en condiciones de infección natural, la enfermedad se manifiesta provocando amarilleo e hinchamiento de las hojas basales o más viejas. Bajo condiciones controladas y después de dos o tres semanas tras la inoculación, en melón, pepino y calabacín, aparecen parches cloróticos en las hojas más viejas que luego coalescen y queda toda la hoja con un amarilleo brillante; más tarde se desarrollan los síntomas en las hojas más jóvenes. También se ha descrito en estos trabajos que la gravedad de la enfermedad es variable estacionalmente, siendo más acusada en verano que en invierno, y se ha observado también un comportamiento variable en la respuesta a la enfermedad de diferentes cultivares. En un estudio y seguimiento en campo de algunas variedades de cucurbitáceas cultivadas en Francia se determinaron las siguientes pérdidas: en pepino, descensos de alrededor del 50% en la cantidad de producto comercializable; en melón, reducción de un 40% de la producción debido a un menor número de frutos cuajados por aborto de flores, no detectándose perdidas de calidad en los frutos; y en calabacín, en la variedad ensayada Diamant F1, se observó un perdida del rendimiento de un 7%, ya que la sintomalogía en planta fue muy suave y no se detectó aborto floral (LECOQ et al., 1992).
Este virus se transmite de modo persistente por dos especies de pulgón muy frecuentes entre nuestros cultivos, el pulgón negro del algodonero o del melón Aphis gossypii y el pulgón verde del melocotonero Myzus persicae (LECOQ et al, 1992). También se ha demostrado la ausencia de transmisión mecánica, aunque se desconoce si puede haber transmisión de CABYV por cualquier otra vía.
Además de las cuatro especies de cucurbitáceas cultivadas que responden con una clara sintomatología, es decir, melón, sandía, pepino y calabacín, entre sus huéspedes se encuentran otras especies muy cultivadas como la remolacha y la lechuga.
También se han encontrado un número considerable de especies espontáneas entre nuestros cultivos que pueden desempeñar un papel importante como reservorios de la enfermedad, como son: pepinillo del diablo (Ecballium elaterium), nueza blanca (Bryonia dioica), hierba cana (Senecio vulgaris), bolsa de pastor (Capsella bursa-pastoris), amapola (Papaver rhoeas), lechuga del minero (Claytonia perfoliata) y zapaticos de la Virgen (Lamium amplexicaule) (LECOQ, 1999).
Identificación de CABYV como agente causal de amarilleos de cucurbitáceas en el Sureste Peninsular
Como ya se ha indicado anteriormente, en primer lugar descartamos la posibilidad de que estos síntomas estuvieran causados por los crinivirus CYSDV y BPYV, también capaces de inducir amarilleos. Para ello, analizamos un alto número de muestras de plantas con síntomas mediante hibridación molecular para detectar la presencia de ambos virus. Los resultados mostraron que sólo en un número bajo de muestras se podía detectar CYSDV o BPYV. Por lo tanto, la aparición de amarilleos no quedaba explicada en una alta proporción de plantas con síntomas pero negativas para estos virus. Dada la reiterada asociación encontrada entre esta sintomatología y la presencia de pulgones, sometimos algunas muestras a análisis mediante la técnica ELISA con un antisuero frente a CABYV. Este antisuero fue amablemente cedido por H. Lecoq (INRA-Montfavet Cedex, Francia). Primeramente, analizamos 90 muestras de plantas con amarilleos, de las cuales 60 resultaron positivas para este nuevo agente. Posteriormente, se confirmó de manera definitiva la presencia de CABYV en muestras sintomáticas mediante otro método de diagnóstico, la retrotranscripción y reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR) del gen de la proteína de la cápsida de CABYV.
Observaciones y seguimiento de CABYV en parcelas de melón y otras cucurbitáceas en el Sureste Peninsular
Hasta finales de la campaña 2003 no se tuvo clara constancia de que esta nueva afección se había instalado de forma silenciosa y enmascarada entre nuestros cultivos de cucurbitáceas. No había sido citada con anterioridad a nuestros trabajos (JUÁREZ et al., 2004), aunque quizás si haya estado establecida desde hace algunas campañas entre los cultivos al aire libre, al igual que ha ocurrido y puede estar sucediendo en otros países del entorno mediterráneo.
Desde 2003 llevamos a cabo muestreos sistemáticos y rutinarios en parcelas dedicadas al cultivo de melón en la comarca de Campo de Cartagena.
Las visitas a las parcelas se realizan en dos fechas, una aproximadamente a comienzo de la recolección (a principio de Junio) y la otra entre mediados y finales de fase de recolección del cultivo (a mediados de Julio). Las muestras que recogemos son analizadas en el laboratorio para determinar la presencia de CABYV. Además, durante estos muestreos tomamos nota de la incidencia de amarilleos en las parcelas. Así, hemos podido determinar la incidencia de CABYV en la zona considerada.
La incidencia más alta de CABYV la hemos determinado para la campaña de 2004, probablemente debido a un mayor nivel de ataque del pulgón negro Aphis gossypii, según nuestras observaciones.
La incidencia de CABYV varía de unas parcelas a otras en un rango de entre un 0% hasta un 100% del total de las plantas de la parcela considerada.
En el mapa de la Figura 1 hemos anotado los niveles de incidencia de CABYV estimados en las parcelas de Campo de Cartagena visitadas y estudiadas.
Continuando con la prospección de virosis en cultivos de cucurbitáceas, extendimos nuestros trabajos a otras áreas de la provincia de Murcia y Alicante durante la campaña 2004. Después de visitar una veintena de parcelas de melón, y algunas de sandía, pepino y calabacín, pudimos detectar la presencia de CABYV en otras localidades de la provincia de Murcia como Mazarrón, Librilla, Totana y Vega Media del Río Segura. Del mismo modo se visitó, muestreó y realizaron diagnósticos en parcelas de un amplio número de localidades de la provincia de Alicante, como Pilar de la Horadada, San Miguel de Salinas, Vega Baja del Río Segura, La Murada y Campo de Elche, en donde también se pudo determinar la presencia de CABYV. Durante nuestras prospecciones, la sintomatología más característica encontrada, en condiciones de campo al aire libre, en los cultivos de cucurbitáceas más frecuentes en estas comarcas, consistió en:
En melón, amarilleo en las hojas basales y más viejas, con una cierta curvatura de los bordes hacia en envés, falta de cuajado floral y sin perdida apreciable de calidad en fruto. Con cierta frecuencia las hojas cloróticas basales de plantas en estado avanzado de desarrollo desarrollaban con el tiempo manchas necróticas sectoriales entre las nervaduras (Figuras 3, 4 y 5).
En calabacín, amarilleo en hojas basales y cierta clorosis general (Figuras 6 y 7).
En pepino, amarilleo internervial de hojas con curvatura de hojas hacia el envés y raquitismo acusado. Amarilleo general de planta a final de su ciclo (Figura 8).
En sandía, amarilleo en las hojas basales con mosaicos ligeros y deformación de los bordes de la hoja, falta de cuajado, y manchas necróticas en hojas viejas. En infecciones tempranas y plantaciones de finales de primavera, clorosis general y poco desarrollo (Figura 9).
En ciertas enfermedades de etiología viral causantes de amarilleos y/o mosaicos, los daños en el cultivo suelen depender del momento o estado de desarrollo en que se encuentra la planta cuando es infectada. Hemos encontrado casos de parcelas que habían sido transplantadas en fechas tardías, y sin la usual y frecuente manta térmica agro-textil, protectora de adversidades meteorológicas y posibles vectores virales, en donde se tuvo que abandonar el cultivo dada la masiva y precoz infección por CABYV. Otro aspecto, que se ha podido observar en nuestras condiciones de cultivo, ha sido el comportamiento diferente en la intensidad de desarrollo de síntomas según el material vegetal. Así, se observó que las variedades de melón con un desarrollo vegetativo más vigoroso como las de tipo "piel de sapo" y "amarillo canario", expresaban la enfermedad más claramente, mientras que en las variedades tipo "cantalupo" y "galia" los síntomas podían pasar desapercibidos cuando presentaban valores de incidencia bajos.
Riesgos y perspectivas de esta nueva enfermedad
Dado que los síntomas inducidos por CABYV se pueden confundir con los inducidos por otros virus e incluso por factores de estrés abiótico (ej. Deficiencias nutricionales), pensamos que es muy probable que la incidencia de la enfermedad inducida por CABYV haya sido desapercibida durante campañas anteriores. En nuestras observaciones, en algunas parcelas con un grado alto de infección se ha estimado falta de cuajado que evidentemente se pueden traducir en pérdidas del rendimiento final del cultivo. Alteraciones en el desarrollo de la planta como es la falta de cuajado por aborto floral, frecuentemente atribuida a desequilibrios nutricionales, determinadas condiciones ambientales y/o falta de polinización, puede que hayan sido causadas en determinadas ocasiones por este nuevo agente viral. Esta situación, que es coincidente con la descrita por H. Lecoq (1999), nos pone en una situación de alerta frente al posible desarrollo epidemiológico que en el futuro pudiera llegar a alcanzar esta nueva afección, especialmente, en campañas en las que las condiciones climatológicas sean favorables para el desarrollo y dispersión de los vectores de la enfermedad, como son Aphis gossypii y Myzus persicae, sobre todo, con primaveras frescas. Si a esta situación se le añade la ya habitual capacidad de estas dos especies de vectores, muy frecuentes entre los cultivos limítrofes de hortícolas y frutales, de generar resistencias, a la ya corta y cada vez más restringida lista de insecticidas autorizados, nos podemos enfrentar a situaciones con alto riesgo de epidemias más o menos generalizadas.
Otro aspecto a considerar desde el punto de vista de las estrategias a seguir en cuanto a la prevención y control, sería el efecto protector que puede aportar el empleo de las mantas térmicas agrotextiles.
El uso de estas mantas está muy extendido en los cultivos de ciclo temprano utilizado en la zona de Campo de Cartagena. En nuestro seguimiento durante la dos últimas campañas, hemos observado que en los cultivos establecidos con manta agro-textil, la incidencia relativa de virosis transmitidas por pulgones de forma no-persistente (CMV, ZYMV, WMV-II y PRSV) ha sido considerablemente menor que la de CABYV, a pesar de ser comunes en parte los vectores de transmisión.
Por tanto, puede pensarse que el efecto protector de la manta térmica ejerce un menor control frente a CABYV, cuyo modo de transmisión es persistente.
Lo anterior también pudiera estar influenciado por la dificultad que impone la presencia de la manta térmica para realizar los tratamientos insecticidas iniciales por vía aérea en los primeros focos de pulgón.
En definitiva, nos encontramos en una situación de riesgo y un tanto incierta, a la que de momento tenemos que enfrentarnos con los métodos clásicos de prevención y control, sobre todo mediante los tratamientos químicos que conllevan las repercusiones negativas que todos conocemos (resistencias, contaminación, residuos?). Otra vía de prevención y control que todavía está por desarrollar incluye el manejo de cultivares genéticamente resistentes, aunque todavía no tenemos constancia de que existan variedades comerciales con estas características. Sin embargo, el futuro es alentador, ya que sí se han identificado fuentes de resistencia, al menos en melón (DOGIMONT et al., 2000). Claramente, es oportuno e interesante continuar los estudios relativos a la enfermedad de las cucurbitáceas inducida por CABYV, incluyendo por ejemplo análisis para la determinación de la importancia de daños inducidos por esta virosis según especies y variedades.
BIBLIOGRAFÍA
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