La Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE), junto con la Diputación de Toledo, el Patronato Universitario de Toledo y la Universidad de Castilla La Mancha, organiza las XI Jornadas estatales, sobre este tema con el lema "Tiene futuro el secano en España?: una propuesta desde la Agricultura Ecológica", con la colaboración de otras entidades y el apoyo de la Junta de Comunidades de Castilla de La Mancha y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Al evento que se celebró entre el 22 y 24 de septiembre en Toledo, asistieron unos 40 expertos nacionales e internacionales y más de 250 personas de toda España, que debatieron sobre la contribución de la agricultura ecológica a reducir los efectos de la sequía, entre otras cosas, conservando y manteniendo la capacidad de los suelos de retener el agua del secano, como alternativa a la actual sistema de manejo de ese territorio que suponen más del 80% de la superficie agraria útil.
La agricultura ecológica puede paliar los efectos de la sequía, con sus prácticas que hacen que los suelos puedan conservar mejor el agua. Además, si se compara un manejo ecológico de cereales con fertilización basándose en residuos de las propias cosechas y en algunos casos con la fijación simbiótica de nitrógeno, con un manejo convencional de monocultivo de cebada y después de 12 años de experimentación se obtienen los siguientes resultados:
Las rotaciones ecológicas necesitan entre 4 y 7 veces menos de energía, producen entre un 20 y un 40% más, dependiendo de las rotaciones que se empleen, cuesta la mitad producir un kilo de grano, tienen un 30% menos de necesidades de nitrógeno, un 40% menos de fósforo y un 35% menos de potasio y necesitan un 20% menos de agua para producir la misma cosecha.
A todo ello hay que añadir su efecto beneficioso sobre el calentamiento global, ya que las rotaciones ecológicas utilizan los residuos de cosecha y labores superficiales, aumentando el secuestro de carbono. Y por último disminuye la eutrofización de las aguas continentales al no emplear ningún fertilizante ni orgánico ni mineral.
El proceso de cambio que vivimos en la agricultura, se ha acelerado desde una demanda de agua adaptada al ritmo de las aportaciones naturales, hacia un nivel de exigencias muy rígido y que rechaza las oscilaciones. En el ámbito agrario, el proceso se manifiesta por el abandono o cambio de uso de 6 millones ha de cultivos en secano entre 1960 y 1996, en tanto que a la superficie regada tradicionalmente se han añadido desde principios de siglo 2?5 millones de ha en regadío, la mayor parte en los últimos 40 años. A este consumo hay que unir el urbano e industrial, con una intensidad de crecimiento muy grande desde la década de los 60.
Es un rápido camino hacia la insostenibilidad de las relaciones entre agricultura y medio, en realidad es sólo una de las manifestaciones de una situación mucho más amplia: la insostenibilidad actual de la gestión global del agua.
Las modernas medidas que se adoptan para paliar las sequías, son agentes de insostenibilidad, como es el caso de las masivas extracciones de caudales subterráneos en el mediterráneo español. La sequía, impredecible en sus ritmos e intensidades, desestabiliza el balance entre lo disponible y lo necesario, impulsa en ocasiones huidas hacia adelante poco sensatas y moviliza proyectos y promesas que los años de bonanza hicieron olvidar.
Al confundir con frecuencia la condición de aridez o de carencia de recursos abundantes con la sequía, lo que se procura es redistribuir los recursos, tratando de situarlos allí donde sean más rentables en el ámbito económico o social.
Esta política (allegar recursos y favorecer su distribución) se ha acompañado de forma paralela por la creación de nuevos consumos, que igualan o incluso superan las disponibilidades movilizadas
La sequía, es un fenómeno climático que tiene la consideración de riesgo natural por su potencialidad catastrófica, singularizado también por su azonalidad y el hecho de que los caracteres que presenta como catástrofe se instalan lentamente y, una vez finalizado el periodo deficitario, la restauración de las condiciones estimadas como normales se suele demorar mucho. No debe ignorarse que las sequías han sido la base de la inestabilidad tradicional de las producciones del mundo agrario
Es difícil ignorar las estimaciones que señalan que, cada veinte años, las necesidades mundiales de agua se duplican, impulsadas de forma básica por el crecimiento demográfico y la expansión del regadío, o que la Organización Meteorológica Mundial advierta la posibilidad de que, en un cuarto de siglo, las áreas con estrés hídrico representen dos tercios del planeta
El uso masivo y creciente del agua ha acabado por convertirla, a partir de una tradicional consideración como recurso colectivo, en recurso económico raro, caro, polémico, objeto de presiones y fuente de posibles conflictos políticos e incluso de guerras
El mayor contenido de materia orgánica del suelo que resulta del manejo ecológico del suelo, incrementa la retención del agua y reduce sus pérdidas, disminuyendo así la necesidad de riego. Algunos relatos de agricultores apoyan la mayor eficiencia en el uso del agua en AE y la disminución del riesgo de sequía, en épocas seca.