La mancha marrón de los cítricos causada por Alternaria alternata (Fr.:Fr.) Keiss pv. citri se identificó por primera vez en España en 1998. Inicialmente se detectó en unas pocas parcelas situadas en Alcira (Valencia), pero en sólo dos años la enfermedad ya se había extendido a la mayoría de las zonas citrícolas españolas.
Este hongo causa daños severos tanto al tejido foliar como a los frutos. En hojas provoca la aparición de lesiones necróticas y es frecuente observar fuertes defoliaciones en las parcelas afectadas (Figura 1). En frutos aparecen lesiones necróticas deprimidas que afectan tanto al flavedo como al albedo, dejando intacta la pulpa (Figura 2). Aunque el fruto sigue siendo comestible, la presencia de estas lesiones reduce drásticamente su calidad comercial. Por otra parte, cuando el hongo afecta a frutos recién cuajados, las lesiones pueden evolucionar necrosándolos completamente y provocando su caída.
Las variedades que incluyen al mandarino Dancy como parental suelen ser susceptibles a la enfermedad, habiéndose detectado hasta la fecha en nuestro país sobre Fortune, Nova y Minneola. Respecto a la mandarina Fortune, se ha comprobado que las hojas sólo son susceptibles a la enfermedad en sus primeros estados de desarrollo, mostrándose resistentes en su madurez. Los frutos pueden verse afectados en todos sus estadios, aunque es en sus primeras fases cuando parecen ser más susceptibles (VICENT et al., 2004).
Las condiciones óptimas para la infección de A. alternata pv. citri son temperaturas de unos 25ºC junto con al menos 8 horas de agua libre (árbol mojado). Se han detectado infecciones incluso con temperaturas de 15ºC, pero en este caso se necesita un mayor número de horas con agua libre para que se produzca. Las épocas del año en las que puede darse la infección varían según las características propias de cada campaña y cada zona.
El control eficiente de esta enfermedad depende de la adopción de algunas medidas de tipo agronómico como son mejorar la ventilación de las parcelas y retirar el material vegetal afectado. Sin embargo, la aplicación de fungicidas es necesaria y en muchos casos insuficiente para controlar esta enfermedad. Actualmente en España, para el control de esta enfermedad sólo están autorizados los compuestos cúpricos y mancozeb.
Durante estos años hemos detectado bajos niveles de control en muchas situaciones. En algunos casos los fallos en el control van ligados a técnicas de aplicación deficientes, que no procuran un mojado adecuado del árbol, aunque el principal problema detectado ha sido la elección equivocada del momento de aplicación. Para que sean eficaces, los tratamientos deben realizarse durante las épocas de condiciones ambientes favorables para la enfermedad, siendo prácticamente inútiles las aplicaciones efectuadas fuera de estos periodos.
En estos momentos se está ultimando en nuestro equipo de trabajo la puesta a punto de un sistema de estación de avisos para mejorar este aspecto. Una vez identificados los momentos de riesgo, es necesario establecer una frecuencia de aplicaciones ajustada al periodo de protección efectiva de cada uno de los fungicidas. En el caso de los productos empleados en el control de la mancha marrón de los cítricos, estos períodos de protección no están claramente definidos y suelen adoptarse intervalos semanales o quincenales siguiendo criterios desarrollados para otros patosistemas.
Por otra parte, las situaciones más problemáticas suelen darse en las épocas lluviosas coincidentes con temperaturas adecuadas para la enfermedad. La lluvia puede lavar el depósito de fungicida presente en la planta, dejando los frutos y las hojas totalmente desprotegidos hasta que la maquinaria pueda entrar y realizar un nuevo tratamiento. Si se dan infecciones durante este intervalo de tiempo los daños pueden ser irreversibles, ya que la enfermedad progresa muy rápido y los fungicidas sólo actúan de forma protectiva, no pudiendo actuar sobre lesiones ya iniciadas.
En este trabajo se pretende (i) determinar la resistencia al lavado por lluvia de los diferentes fungicidas empleados en el control de la mancha marrón de los cítricos y (ii) determinar la duración del efecto protectivo de estos fungicidas en condiciones de ausencia de lluvia
Material y métodos
Resistencia al lavado
Todos los ensayos presentados en este trabajo se realizaron en una parcela del término municipal de Ribarroja (Valencia), que constaba de árboles de mandarino Fortune de 14 años de edad injertados sobre citrange Carrizo. El ensayo de resistencia al lavado se realizó durante el mes de agosto de 2004. Los fungicidas se aplicaron con un equipo de pulverización hidráulica, tratando los árboles hasta el punto de goteo con un gasto aproximado de 6-7 l/árbol. Los productos y dosis empleadas aparecen detallados en la Tabla 1 y la Figura 3. El testigo estaba formado por varios árboles sin tratar.
A las 24 horas del tratamiento se recolectaron frutos de un diámetro aproximado de 3 cm y se sometieron a diferentes niveles de pluviometría bajo un simulador de lluvia, ubicado en las instalaciones del IAM/UPV. Para el ensamblaje del simulador se siguieron las especificaciones descritas por Airena et al. (1986). Se utilizaron boquillas Delavan RA2 situadas a 3 m de altura con una presión de trabajo de 1,2 kg/cm2. Con estas condiciones se fijó una intensidad de 11±2 mm/h y variando la duración de la lluvia se aplicaron pluviometrías de 0, 10, 20 y 40 l/m2. Según Instituto Nacional de Meteorología (1992), esta lluvia se clasificaría como de intensidad moderada y tomando como referencia la duración necesaria para la pluviometría de 40 l/m2, tendría un período de retorno de 2 años para las condiciones de Valencia (INM, 2003).
Para la inoculación se utilizó el aislado monospórico de A.alternata pv. citri AF32002-1 procedente de Villanueva de los Castillejos (Huelva), con el que se preparó una solución de esporas a una concentración de 105 conidios/ml. La inoculación se realizó colocando sobre cada uno de los frutos 4 papeles de filtro embebidos en la solución de esporas.
Los frutos inoculados se incubaron en cámara húmeda a 25ºC en oscuridad durante 72 horas, periodo tras el cual se evaluó la severidad de los daños mediante la siguiente escala: 0= ausencia de lesiones; 1= 1-5 puntos necróticos; 2= >5 puntos necróticos, obteniendo un valor de severidad promedio para cada una de las repeticiones. Los resultados se expresaron como porcentaje de reducción de síntomas respecto al testigo mediante la siguiente fórmula: %Control = 100 - [(Severidad x 100)/Severidad promedio del testigo].
Se adoptó un diseño en Split Plot con dos factores. El factor lluvia como main-plot a 4 niveles y el factor fungicida como split-plot a 7 niveles. Se realizaron 4 repeticiones de 10 frutos para cada combinación fungicida-lluvia. Los resultados se transformaron mediante la fórmula (arcsen ?%Control/100) y se sometieron a un análisis de la varianza.
Duración del efecto protectivo
Se realizaron dos ensayos, uno para evaluar la duración del efecto protectivo en frutos de 3 cm y otro para frutos de 7 cm. El ensayo con frutos de 3 cm se realizó en agosto de 2004, no registrándose ninguna lluvia durante el transcurso del trabajo.
Los fungicidas se aplicaron de la misma forma descrita anteriormente, empleando las dosis y productos descritos en la Tabla 2 y la Figura 4. En este caso también se dejaron varios árboles sin tratar como control. A los 7, 14 y 21 días después de la aplicación de los fungicidas se recolectaron frutos de aproximadamente 3 cm de diámetro.
Estos frutos se inocularon, incubaron y evaluaron de la misma forma que en el ensayo anterior. Se adoptó un diseño en Split Plot con dos factores. El factor tiempo como main-plot a 3 niveles y el factor fungicida como split-plot a 6 niveles. Se realizaron 4 repeticiones de 10 frutos para cada combinación fungicida-tiempo. Los resultados se expresaron como % Control y se transformaron aplicando las fórmulas anteriores para someterlos finalmente a un análisis de la varianza.
El ensayo de frutos de 7 cm se realizó en la misma parcela durante los meses de diciembre de 2003 y enero de 2004, no registrándose tampoco ninguna lluvia. Las dosis y productos empleados aparecen detallados en la Tabla 3 y la Figura 5. Se siguió el mismo proceso descrito para los frutos de 3 cm, con la excepción de que los fungicidas se aplicaron mediante pulverización hidroneumática y que los frutos se recolectaron sólo a los 7 y 14 días después del tratamiento.
Resultados y discusión
Los niveles de severidad obtenidos en los testigos quedaron dentro del rango admisible para los tamaños de fruto empleados: resistencia al lavado (1,38 ± 0,14); duración del efecto protectivo en frutos de 3 cm (1,35 ± 0,13) y 7 cm (1,10 ± 0,18) (VICENT et al., 2004). Los resultados obtenidos en los diferentes ensayos aparecen detallados en las figuras 3, 4 y 5 y los análisis estadísticos en las Tablas 1, 2 y 3.
En el ensayo de resistencia al lavado, el nivel de control inicial (lluvia 0 l/m2) obtenido con caldo bordelés, hidróxido cúprico y óxido cuproso fue significativamente superior al de oxicloruro de cobre SC y mancozeb con ambas dosificaciones. En todos los casos los promedios fueron superiores al 80%, existiendo diferencias de hasta un 18% entre algunos de ellos. Hidróxido cúprico, óxido cuproso y mancozeb (1g ma/l) mostraron un descenso significativo del nivel de control inicial con la lluvia de 10 l/m2. En el caso de oxicloruro de cobre WP este descenso se dio con la lluvia de 40 l/m2. Caldo bordelés, oxicloruro de cobre SC y mancozeb (1,87g ma/l) no se vieron afectados por la lluvia. Las diferencias entre los productos se fueron acentuando a medida que las pluviometrías eran mayores.
Con 10 l/m2 el nivel de control obtenido con mancozeb (1g ma/l) fue significativamente menor al resto de productos, situándose en un promedio inferior al 40%. Con mancozeb (1g ma/l y 1,87g ma/l) se obtuvieron los menores niveles de control con la lluvia de 20 l/m2. Con la lluvia de 40 l/m2, caldo bordelés mostró un nivel de control significativamente superior al resto de productos.
En general se han obtenido mayores niveles de resistencia al lavado con los compuestos cúpricos que con mancozeb, destacando el caldo bordelés, que ha mostrando niveles de control superiores al 90% incluso con la lluvia de 40 l/m2. En el caso de mancozeb, se planteó una posible reducción en la dosis de aplicación debido a que siempre se había mostrado muy superior a los cobres en los ensayos de control in vitro y sin embargo en campo se aplicaba a más del doble de dosis (VICENT et al., 2002). Sobre la base de los resultados obtenidos en el ensayo de resistencia al lavado, parece claro que la dosis de 1g ma/l es insuficiente para proporcionar un control adecuado de la enfermedad e incluso la dosis habitual de 1,87g ma/l queda por debajo de algunos compuestos cúpricos.
En este ensayo, la lluvia se ha aplicado a las 24 h del tratamiento fungicida. Es de suponer que en estas condiciones, el depósito inicial de producto es el máximo y que lluvias aplicadas varios días después, cuando el depósito es menor, tendrían un efecto más drástico en la reducción del nivel de control. Por otra parte, podrían producirse lavados mayores con lluvias más intensas y/o de pluviometría más alta, aunque las características de la lluvia seleccionada se consideran como bastante habituales (INM, 1992 y 2003).
A la vista de estos resultados parece factible plantear estrategias de control que impliquen la realización de tratamientos fungicidas en previsión de lluvias, siempre y cuando el producto se elija correctamente. En el ensayo de la duración del efecto protectivo en frutos de 3 cm, el nivel de control obtenido con los compuestos cúpricos fue significativamente superior al de mancozeb aplicado a dosis de 1g ma/l. El efecto protectivo se redujo significativamente a los 21 días del tratamiento, no existiendo diferencias entre los 7 y 14 días. En el ensayo con frutos de 7 cm, el nivel de control obtenido a los 7 días fue superior al 90% en todos los casos, excepto con hidróxido cúprico.
El único producto que redujo significativamente su nivel de control a los 14 días fue mancozeb, quedando por debajo del 70%. En los que respecta a la duración del efecto protectivo, parece claro que los intervalos de aplicación de 21 días son excesivos para este tipo de fungicidas. Mancozeb queda por debajo de los compuestos cúpricos en el nivel de protección de frutos de 3 cm aunque, como ya se ha comentado, la dosis de 1g ma/l es excesivamente baja. En frutos de 7 cm ha presentado un excelente nivel de control a los 7 días, pero éste decrece significativamente a los 14 días.
En este caso no parece ser un problema de la dosis, ya que se aplicó a 2,4g ma/l. Son varios los autores que señalan la mejora que supone la aplicación de formulaciones líquidas de compuestos cúpricos, debido a que su menor tamaño de partícula les proporciona una acción más rápida y persistente (BORGO, 2001). En el caso del oxicloruro de cobre SC respecto del WP este efecto no se ha puesto de manifiesto ni en la resistencia al lavado ni en la duración del efecto protectivo, aunque esta cuestión requeriría de nuevos estudios para obtener conclusiones definitivas. La aplicación de varios tratamientos anuales a base del mancozeb viene siendo la práctica habitual en el control de la mancha marrón de los cítricos en nuestro país.
A la vista de estos resultados, los compuestos cúpricos suponen una alternativa real al uso de ditiocarbamatos para el control de esta enfermedad, sobre todo en la situación actual en la que varios países han restringido el uso de fungicidas ditiocarbámicos por su efecto nocivo para la salud (LENTZA- RIZOS, 1990). Sin embargo, el uso de los compuestos cúpricos no esta exento de problemas. El efecto de su acumulación en suelo a largo plazo está motivando la regulación de las cantidades máximas a aplicar por ha y año en muchos cultivos (MAZZINI et al, 2003).
En cítricos, este problema es mucho más acentuado debido a los elevados volúmenes de caldo necesarios, muy superiores a los de otros cultivos frutales. La solución a este problema vendrá determinada principalmente por la mejora de la eficiencia en las técnicas de aplicación, que en es te cultivo van estrechamente ligadas al diseño de las plantaciones y a la adopción de determinadas prácticas de poda.
Por otra parte, los resultados obtenidos en este trabajo muestras diferencias importantes en el comportamiento de los diferentes cobres, lo que plantea la posibilidad de seleccionar los compuestos y formulaciones más eficaces, con los que sea posible ajustar las dosis y minimizar el impacto sobre el medio. Finalmente, quedaría pendiente determinar el comportamiento de estos productos en hojas. El tejido foliar tiene un crecimiento mucho más rápido que los frutos y los fungicidas de contacto suelen diluirse rápidamente en superficie, lo que obliga a acortar el intervalo entre aplicaciones.
Por otra parte, la retención de los fungicidas en las hojas podría ser diferente y, por lo tanto, los resultados de resistencia al lavado obtenidos en frutos no serían extrapolables.
Agradecimientos: El presente trabajo se ha realizado en el marco del contrato para actividades de asesoramiento/apoyo tecnológico establecido entre la empresa Industrias Químicas del Vallés S.A. y el Grupo de Investigación en Hongos Fitopatógenos del Instituto Agroforestal Mediterráneo (Universidad Politécnica de Valencia).
BIBLIOGRAFÍA
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