La aparición de la AFOURER (clementina/mandarina/híbrido), cuya propiedad parece ser de la firma francesa Narco Coot Protection, así como las anteriores del operador/comercial y citricultor Antonio Muñoz y Cia., de Murcia, así como de la firma de Córdoba que también ha terciado en la adquisición de tipos parecidos de mandarinas tardías, han forzado el acuerdo de la Conselleria de Agricultura, el IVIA, Intercitrus, cooperativas, etc., en suma, todo el sector citrícola, con el acuerdo de crear una Fundación para que la MONCADA, denominada en el registro PRIMA 3, aparezca a través de los viveros del grupo AVASA, en nuestros campos y, en su día, en el consumo.
La primeramente citada, AFOURER, nace en Marruecos y, al parecer, no existiendo patente para ello, o desconociéndolo, algunos viveros o particulares la hicieron aparecer en nuestros campos, en cantidad no determinada. O sea, transcurrido el tiempo, ya existen alguna cantidad, que no tardará en dar frutos. En Marruecos, se dice, que en las propiedades reales ya crece y, en general, en dicho país, se cita el hecho de contar ya con 13.000 toneladas de producción. O sea, que ya está en marcha otra contribuyente a lo que no se hace tanto, se llama "mandarinización", pero tardía esta vez, pues lo que se dice, es que "puede comercializarse desde enero a mayo". Suponemos, y es mucho suponer, que existirá medida en el tonelaje que tienda a aumentar del conjunto del grupo que citamos, sin contar las ya existentes y conocidas de los consumidores. Pero siempre es un fruto nuevo, sin saber qué caminos tomará cuando esté al albor de la climatología. Se dicen bastantes cosas sobre algunas de las mismas, todas laudatorias en cuanto a producción normal, vecería, tendiendo a polinizar y ser polinizadas, etc. Pero, ¿por qué no dejamos que sean ellas desde el campo las que lo digan?
Una ha sido excesivamente locuaz, la que pudiéramos denominar nuestra, la MONCADA, aunque por algo los investigadores del IVIA, eran renuentes a ponerla en el campo, esperando despejar alguna que otra incógnita. Pero esta vez, la presión y aparición de las otras señaladas, han forzado la cuestión, que esperamos y deseamos, como todos, que sea para bien. De todas estas problemáticas hemos escrito más de una vez, y pese a que mi trabajo profesional me centraba más en la faceta comercial, he comprendido hace años la postura del investigador consciente.
Es algo vivo con lo que se trabaja y estudia, y el tiempo es substancial en la comercialización, pero la responsabilidad esencial es la del que dice: bien, esto ya va, porque así lo cree. Pero, ¿pues no hay peros en todo ello, verdad? De cualquier modo, ahí están, salidas todas de Centros de Investigación y Experimentación Citrícola, ¡algo tiene el agua!. Pero quizá pueda haber sorpresas, porque cuentan los pies sobre los que crece, el medio ambiente que no siempre es el mismo en que surgió, los condicionamientos de todo tipo al estar al aire libre, bastante contaminado muchas veces, por mor del progreso. Y el tiempo es algo a lo que hay que darle espera.
Con los años que lleva la vida humana, aún existen personas que no saben que la juventud es una situación que se cura con el tiempo. Más allá de las pequeñas bromas, los pasos de poner en producción una variedad es algo de suma importancia. Porque es el caso que en el poco tiempo que estoy en el sector -lo más cerca posible-, he visto ya bastantes cambios varietales, apariciones de todo tipo de cítricos que hacían aumentar la ilusión y la esperanza de no tener problemas.
Pero, en su tiempo, con la Navel se creyó haber conseguido algo básico, y, ciertamente, lo es, pues el grupo tiene trato de excelencia; y así mismo, hay que darseo a la Clemenules (ahí están los tonelajes y el tiempo que lleva en el candelero), y la Navelate (para el firmante el caviar de las naranjas), es hoy lo óptimo en naranjas. Ahora, de golpe, hay donde elegir, buscando lo óptimo. Pero siempre el tiempo dirá su palabra a través de quienes tienen la última palabra: los consumidores.