Desde hace varios años se han observado daños aislados en distintos viñedos de la Comarca Tacoronte-Acentejo, que eran atribuidos a gusanos grises, larvas de lepidópteros, etc. En la campaña 2002, fue cuando se detectó la presencia de grandes poblaciones de un cerambícido que estaban causando graves daños en las viñas. Han sido constatados los síntomas de esta plaga en la mayoría de las parcelas cultivadas de vid, entre la zona de costa hasta las medianías de la Comarca, teniendo una menor presencia en las fincas que se encuentran en las zonas más altas. La mayor explosión en las poblaciones de este cerambícido ha sido encontrada en aquellas parcelas en las que no se retiran del terreno los restos de poda, de tal forma que se acumulan en el suelo sarmiento troceados de diferentes años. Las zonas donde mayores daños se han producido son: "Valle Molina" del T.M. de Tegueste, "El Lomo" T.M. de Tegueste, "Tagoro" T.M. de Tacoronte, en el campaña actual, tras tomar las medidas que se comentan más adelante, han disminuido considerablemente las poblaciones en dichos focos, pero por el contrario se nos ha informado que se han presentado nuevos focos importante en otras parcelas en "Juan Fernández" y "Tagoro" T.M. de Tacoronte. (MAPA).
Examinado el coleóptero, se ha constatado que se trata de Stenidea annulicornis (BRULLÉ, 1838) (Coleoptera: Cerambycidae), endemismo canario que tiene su área de distribución desde las zonas costeras hasta las medianías (unos 600 m.s.n.m.), zona donde se desarrolla el máximo de los cultivos de la vid. Sus larvas se desarrollan en diversas especies vegetales, tales como Rumex lunaria L. (Vinagrera), Ficus carica L. (Higuera), Rubus ulmifolius Schott (Zarza) y menos frecuente en Euphorbia balsamifera Ait. (Tabaiba dulce). (R. GARCÍA BECERRA et al. 1992), así como en Vitis vinifera (vid) (ISRAELSON et al 1981). St. annulicornis es descrito por R. García Becerra et al. 1992, en su obra "Insectos de Canarias", como un insecto grande, de 12 a 20 mm, de cuerpo estrecho y alargado, cubierto de pelos tumbados rojo-amarillentos y coloración general marrón oscuro. Foto 1. Dimorfismo sexual claro. Excelentes voladores.
Daños
Aunque St. annulicornis ha sido citado en vid, como se indicó anteriormente, su presencia no se había notado desde el punto de vista de daños, debido probablemente al bajo número de individuos que actuaban sobre ella. Pero por alguna causa que habrá que determinar, la población ha crecido y su actuación sobre la vid ha sido perjudicial.
Los verdaderos daños en la vid son producidos por los adultos que aparecen principalmente en los meses de primavera, cuando se produce el desborre de las yemas. Poseen mandíbulas bien desarrolladas, con las que comen la epidermis y parte del parénquima cortical de la base de los brotes jóvenes, cuando éstos han alcanzado de 10-15 cm de longitud, Foto 2, normalmente sin llegar a partirlos, al no llegar hasta la médula, produciéndoles una rotura de vasos conductores, lo que lleva a un marchitamiento de la parte superior del brote.
En muchos casos, el punto de unión de éste al tallo queda tan débil que una pequeña brisa es suficiente para partirlo, de forma que se produce la pérdida de los racimos que éste portaba, ya que normalmente se alimenta de la zona que se encuentra por debajo de la inserción, Foto 3. Los adultos son de hábitos crepusculares, de tal forma que durante el día es raro verlos, salvo que esté nublado.
Por el día suelen esconderse entre la hojarasca del suelo, bajo el ritidoma (corteza pardo? negrusca que se encuentra parcialmente despegada), e incluso se han encontrado grupos de adultos (de 4 a 8) dentro de una hoja a la cual le comen las nervaduras principales, con lo que ésta tiende a enrollarse, quedando protegidos del medio externo.
En el otoño, una vez que se han caído las hojas, las hembras aprovechan los sarmientos no solamente para puestas sino también para alimentarse, produciendo en la epidermis de los mismos un cribado de disposición longitudinal, Foto 4. Para poner los huevos excavan con sus mandíbulas orificios a lo largo del sarmiento, haciendo una selección de los mismos. Normalmente la puesta la realiza en la zona media-alta del sarmiento, parte que caerá al suelo después de la poda.
Los huevos son ovalados y de color blanco, pudiendo llegar a 2 mm de longitud, Foto 5. La cantidad de huevos puestos es de 1 por agujero y en los sarmientos hemos observado una media de 4. Las larvas son exclusivamente xilófagas, no les gusta la madera viva.
En algunas ocasiones se han observado pequeñas galerías que atraviesan el sarmiento desde el punto donde comienzan a alimentarse hasta que encuentran que éste sigue unido al vegetal y por lo tanto está vivo. Pero por lo general, es después de realizada la poda y cuando los sarmientos se han secado o están a punto de secarse, cuando comienza la eclosión de los huevos.
Las pequeñas larvas hacen las galerías hacia la médula del sarmiento en donde comienzan a alimentarse, obstruyendo con restos orgánicos y serrín la galería de entrada, Fotos 6 y 7. La duración de la vida larvaria no hemos podido precisarla con exactitud. Hemos observado que sólo aparece un orificio de salida de adulto por sarmiento, lo que nos hace pensar que es sólo 1 huevo el viable por sarmiento, Foto 8. En el último año, los ataques de este insecto han producido pérdidas que han llegado en los casos de mayor invasión hasta un 20-30%.
Control
La lucha química contra las larvas presenta una gran dificultad por las características de las mismas y por no encontrarse en material vegetal vivo, por lo que es muy importante llevar a cabo una buena limpieza de los terrenos, en relación con los restos de la poda, los cuales deben de ser recogidos y quemados, para disminuir la densidad de las nuevas poblaciones.
En la actualidad se está procediendo a controlar a los adultos mediante el empleo de productos como malatión, realizando la primera aplicación en el estado fenológico de hojas visibles, y en el caso de que no hayan disminuido las poblaciones, se realiza un segundo tratamiento a los 12-15 días, con buenos resultados.
BIBLIOGRAFÍA
GARCÍA BECERRA R., ORTEGA MUÑOZ G .Y PÉREZ SANCHEZ J.M. 1992. Insectos de Canarias. 418 pp Ed. Cabildo Insular de Gran Canaria.
ISRAELSON G., MACHADO A., OROMI P. Y PALM.T. 1982. Novedades par la fauna coleopterológica de las Islas Canarias. Vieraea, vol. 11, nº 1-2, pp 109-134.