El consumidor quiere saber lo que come y la procedencia de los alimentos, un contexto que sitúa a la agricultura ecológica en una posición privilegiada. Según la Comisión Europea “la agricultura ecológica es un método de producción cuyo objetivo es obtener alimentos utilizando sustancias y procesos naturales. Por ello, la agricultura ecológica tiende a tener un impacto medioambiental limitado”.
La agricultura ecológica lleva consigo el contribuir a preservar la biodiversidad vegetal y animal y su vez, impulsar el desarrollo local sostenible de la zona. El contexto de la agricultura ecológica parece dibujar una estructura bien definida para satisfacer la demanda actual emanada de los consumidores. Existe un objetivo trazado: generar confianza hacia la agricultura ecológica. Sin embargo, existen falsos mitos en torno a ella y que desde LIDA Plant Research, empresa de base biotecnológica con más de 30 años de experiencia en el sector, desvela a continuación.
La agricultura ecológica no usa plaguicidas. Este sistema de explotación agrícola utiliza plaguicidas naturales. La Unión Europea realiza un control exhaustivo en esta materia y sólo permite a la producción ecológica utilizar excepcionalmente algunos plaguicidas naturales, es aquí donde entra la importante labor de los bioestimulantes. Ricardo Villuendas, gerente de negocio Internacional en LIDA Plant Research, señala que “la tendencia en el mundo y en toda Europa son los bioestimulantes, con una apuesta notable por sustancias naturales y la activación de genes para la estimulación de las plantas”.
Los alimentos ecológicos tienen mayor valor nutricional. Uno de los objetivos principales de la agricultura orgánica son la obtención de alimentos saludables de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias de síntesis química o que se hayan obtenido mediante procedimientos sostenibles. Desde LIDA Plant Research aseguran que el uso de bioestimulantes mejora los parámetros de calidad de frutas y verduras, ayudando a reducir los residuos en toda la cadena agroalimentaria.
Los productos ecológicos tienen igual protección ante las bacterias. El cultivo ecológico está basado en métodos preventivos potenciando el buen desarrollo de las plantas y, por tanto, su resistencia natural a plagas y enfermedades. Por su parte, los bioestimulantes tienen la capacidad de aumentar la tolerancia de las plantas frente a efectos adversos de estrés abiótico, ayudando a proteger y mejorar la salud del suelo, fomentando el desarrollo de microorganismos benéficos del suelo.
La agricultura ecológica no es necesariamente más sostenible. La agricultura ecológica es también la más respetuosa con la fauna autóctona. Gracias al empleo de productos bioestimulantes se está trabajando en abordar algunos de los desafíos más importantes a los que se enfrenta la agricultura mundial en los próximos años: crecimiento de la población, temperaturas extremas, la falta de agua, la salinidad y otros tipos de estrés relacionados con el cambio climático, requieren cultivos resistentes para optimizar sus rendimientos.
Los productos ecológicos no son ni mejores ni más sabrosos. Sólo más caros. La agricultura ecológica utiliza un sistema de producción de la máxima fiabilidad, sujeto a una trazabilidad regulada desde el campo hasta el lineal. De esta manera, el uso de menos residuos significa menores costes, lo que en última instancia beneficia al consumidor que tiene acceso a alimentos de alta calidad, a precios asequibles.
Se trata solo de una moda pasajera: Nada de eso. Cada vez más gente se decanta por los alimentos ecológicos. Tanto es así que el mercado español de productos ecológicos es el décimo más grande del mundo y alcanza ya los 1.686 millones de euros, según el informe ‘El mundo de la agricultura ecológica 2018’ elaborado por FiBL y IFOAM-Organics International.
Favorece la estructura, la fertilidad del suelo y la presencia de microorganismos beneficiosos para los cultivos: En comparación con la tierra tratada solo con productos químicos, un suelo rico en materia orgánica aportada mediante enmiendas puede no solo albergar a un número diez veces superior de bacterias útiles, sino además ofrecer una diversidad mucho mayor. Desde LIDA Plant Research afirman que el uso de bioestimulantes en los cultivos se traduce en un aumento de la tolerancia de las plantas frente a efectos adversos de estrés abiótico, ayudando a proteger y mejorar la salud del suelo, fomentando el desarrollo de microorganismos benéficos del suelo. Un suelo saludable retiene el agua de manera más eficaz y resiste mejor la erosión.
Así, a día de hoy, la biotecnología vegetal ha permitido profundizar en el conocimiento del potencial genético de las plantas, lo que se ha traducido en la creación de nuevas soluciones y productos para combatir enfermedades y plagas, convirtiéndose así, como una gran alternativa y la más innovadora para el desarrollo de una nueva agricultura: la agricultura biotecnológica.