Xavier Amenós, Product Manager de Industrias Químicas del Vallés (IQV), ha defendido en un artículo que los agentes de control biológico, o bioplaguicidas, “no son una tendencia pasajera, sino que han llegado para quedarse”.
Amenós explica que los productos de origen natural “gozan de una aceptación cada vez mayor” entre los agricultores y presentan numerosas ventajas. Por ejemplo, tienen menor toxicidad, no inducen resistencias debido a su modo de acción múltiple, no generan residuos en los alimentos, no exigen fijar límites máximos de residuos o plazos de seguridad para el cultivo y actúan también como bioestimulantes para la planta. “Sin duda, en el éxito de los bioplaguicidas influye un entorno social cada vez más preocupado por la salud y el impacto ambiental. Hablamos de productos efectivos, ventajosos y con gran proyección de futuro, en el contexto de una agricultura que vela, cada vez más, por la protección del entorno y por la salud de las personas”, afirma el directivo de IQV.
Aunque los pioneros del mercado de bioplaguicidas han sido básicamente las pequeñas y medianas empresas especializadas en este ámbito, de un tiempo a esta parte, las grandes compañías multinacionales también han entrado en juego, adquiriendo o fusionándose con esos actores de menor tamaño. El motivo, según Amenós, radica en que “el mercado de los agentes de control biológico, pese a que es aún pequeño en valor, tiene una expectativa de crecimiento anual del orden del 14%, mientras que, por contra, se prevé que en los próximo años el valor del mercado total de los fitosanitarios de síntesis química se estanque e incluso disminuya”.
Los bioplaguicidas son sustancias naturales que permiten el control de plagas y enfermedades en los cultivos. Estas se clasifican en cuatro categorías: macroorganismos (depredadores o parásitos, también llamados fauna auxiliar o fauna útil, que actúan normalmente sobre plagas de insectos); microorganismos (hongos, bacterias o virus que funcionan como ingredientes activos del bioplaguicida), elementos naturales (procedentes de extractos naturales de plantas u obtenidos por fermentación) y semioquímicos (productos basados en feromonas, que modifican el comportamiento del insecto al interferir en su comunicación con otros miembros de su especie).