Francia ha confirmado el primer hallazgo de la mosca de la pimienta, Atherigona orientalis, en pimientos cultivados en Solliès-Toucas y en ejemplares de Passiflora caerulea recolectados en un jardín privado de Clapiers. Ambas localidades se encuentran en el sur de Francia. El año pasado, Grecia ya confirmó su presencia en invernaderos de pimiento en dos municipios de la isla de Creta.

En octubre de 2022, se recolectaron cuatro larvas de Atherigona orientalis en pimientos comerciales cultivados en túneles en Solliès-Toucas (departamento de Var, región de Provenza-Alpes-Costa Azul) durante la vigilancia oficial de otro díptero: Bactrocera dorsalis. Los pimientos estaban demasiado maduros y también estaban infestados por larvas de diversas especies de dípteros.

No se detectaron más ejemplares durante esa inspección oficial, pero en noviembre de 2023, esta mosca tropical cosmopolita se detectó en la ciudad de Clapiers (departamento de Hérault, región de Occitania): cuatro adultos emergieron de frutos de Passiflora caerulea (flor de la pasión) recolectados en un jardín privado. Estos frutos también estaban infestados por larvas de la mosca mediterránea de la fruta, Ceratitis capitata.

La mosca de la pimienta se asocia principalmente con frutas y verduras en descomposición, así como con carroña y estiércol de vertebrados e invertebrados. En algunos países es una plaga principal de algunos cultivos, en particular de pimiento, pero también se ha localizado sobre plantas de tomate, berenjena, coliflor, frijol, ajo, zanahoria, pepino, melón, naranja, pomelo, melocotón, trigo o maíz. En Nigeria se considera una plaga importante del pimiento morrón, donde se han registrado niveles de infestación del 93,5% (50,8% en tomate); también hay constancia de tasas de infestación en melón del 25% hasta el 85% en Paquistán, y la India constituye una plaga primaria del tomate.

Las larvas del díptero se alimentan dentro del fruto joven del pimiento, lo que provoca la degradación del tejido, seguida de un cambio de color externo, ablandamiento del tejido y desprendimiento de la epidermis externa y pérdida de vigor. Los tratamientos con insecticidas convencionales que exhiben una alta eficacia contra moscas (como diamidas o espinosinas) podrían servir como herramientas disponibles comercialmente para el control de A. orientalis. Sin embargo, los tratamientos pueden interferir en la actividad de los enemigos naturales que se utilizan actualmente para el control de plagas en estos cultivos.