En 1992, el gobierno mexicano implementó la Campaña Nacional contra Moscas de la Fruta DGSV-SENASICA-SAGARPA, con el objeto de controlar y generar áreas libres de cuatro especies nativas de importancia económica: Anastrepha ludens (Loew), que ataca cítricos y mango; A. obliqua (Macquart), que ataca mango y ciruelas del género Spondias; A. striata Schiner, que se encuentra en guayaba; y A. serpentina Wieddeman, en mamey y sapotes.
La tecnología de control se sustenta en un sistema de Manejo Integrado de Plagas (MIP) con acciones de monitoreo, utilizando trampas y atrayentes específicos, la aspersión aérea y terrestre de cebos tóxicos, control mecánico, y la liberación de moscas estériles y enemigos naturales (Montoya y col., 2007).
El monitoreo de estas moscas se realiza mediante el uso de trampas cebadas con proteínas líquidas obtenidas mediante procesos de hidrólisis ácida de materia vegetal (anónimo, 1995). Estas proteínas presentan como limitantes una corta durabilidad en campo y una alta variabilidad en sus resultados (Toledo y col., 2005), lo cual generó la necesidad de buscar alternativas para eficientizar los sistemas de detección de estas plagas. Recientemente se han evaluado proteínas de origen animal obtenidas mediante hidrólisis enzimática (i.e., CeraTrap®, Bioiberica S.A., Barcelona) con resultados favorables en la captura de A. ludens, A. obliqua y A. serpentina (Lasa y Cruz, 2014; Lasa y col., 2014). Se considera que estas proteínas representan una fuente alimenticia más atractiva y de mayor calidad para las moscas, ya que la hidrolisis enzimática conserva en mejor estado a los péptidos y aminoácidos debido al rompimiento específico de enlaces (Benítez y col. 2008).