En la historia de la medicina humana hay parásitos y patógenos productores de enfermedades cuya identificación ha sido consecuencia del estudio de las enfermedades de vegetales. Como ejemplo puede servir la enfermedad conocida como trichinosis, ocasionada por el nematodo Trichinella spiralis. Esta enfermedad producía innumerables muertes y dolencias cuya etiología era atribuida, generalmente, a ‘graves afecciones reumáticas’, lo que nos impide conocer con objetividad su importancia numérica a lo largo de la historia, aunque las investigaciones realizadas sobre enfermedades de ciertos personajes han permitido su identificación –hoy sabemos que la muerte de Mozart, diagnosticada como una consecuencia de fiebre reumática aguda, fue causada por triquinosis–.
Descubierto por Paget y Owen en 1835 el nematodo productor de la triquinosis, Zenker lo relacionó con la enfermedad en 1860, y a partir de entonces la enfermedad pudo ser controlada mediante el análisis microscópico de las canales de cerdo y la consiguiente prohibición del consumo de las portadoras del nematodo.
Lo que casi nadie recuerda es que unos cien años antes, en 1743, Needhman descubrió que la causa de una enfermedad de los granos de cereales, manifestada por un rizamiento de las hoja, enanismo de espigas y posterior arrugamiento de las semillas, estaba producida por el nematodo Anguina tritici, que es capaz de permanecer dentro de los granos, durmiente, durante más de treinta años.
Una vez más, la investigación sobre enfermedades de vegetales se anticipó y abrió el camino a enfermedades de animales o humanos, dolencias que, en el caso concreto de las provocadas por nematodos, tienen actualmente un gran interés.