En los últimos diez años, la confusión sexual (mating disruption, MD) se ha consolidado como una de las técnicas de bajo impacto ambiental más utilizada en todo el mundo para el control de fitófagos pertenecientes al orden Lepidoptera. Desde las primeras pruebas de eficacia en campo en los años sesenta, la técnica ha cobrado cada vez más relevancia.
Cabe destacar, por importancia y superficie, las aplicaciones para el control de Pectinophora gossypiella (Saunders) en algodón (USA), Lymantria dispar (L.) en forestales (Estados Unidos), Cydia pomonella (L.) en frutales de pepita (Estados Unidos y Unión Europea) y de Lobesia botrana (Den. & Shiff.) en viñedo (Unión Europea). Se estima que en 2018, a nivel global, las superficies de cultivos tratadas con esta técnica pueden llegar a más de un millón de hectáreas, en particular en cultivos leñosos, y, de forma menor, en cultivos en extensivo.
Sin embargo, en el caso de cultivos hortícolas, especialmente los protegidos, a pesar de su gran importancia económica y las múltiples investigaciones realizadas en todo el mundo, la confusión sexual no ha alcanzado hasta ahora relevancia a nivel comercial. Esta infrautilización se debe principalmente a las dificultades prácticas para las aplicaciones de los emisores en campo, a la fragmentación de los cultivos y a la presencia de múltiples plagas, que reducen la viabilidad económica de una técnica tan selectiva, con respecto a los tratamientos convencionales.