En el artículo se analiza la estrategia de “atracción y recompensa” en el contexto del control biológico por conservación frente a plagas de la vid. La estrategia se basa, por un lado, en la difusión en el cultivo de volátiles de plantas inducidos por herbívoros que tienen un efecto de atracción de enemigos naturales de las plagas y, por otro, en el establecimiento de infraestructuras ecológicas como las cubiertas vegetales, que suponen una recompensa para la comunidad integrada por los enemigos naturales atraídos y para los que ya estaban presentes, al aportarles alimento vegetal (polen y néctar, sobre todo), presas y huéspedes alternativos y otros recursos que favorecen el desarrollo de su ciclo estacional.
La vid es uno de los cultivos leñosos más extendidos en el mundo, siendo España el país con mayor superficie de viñedo. Se trata, por tanto, de un cultivo con un enorme impacto económico, social, ambiental y paisajístico.
La vid es atacada por más de 100 organismos fitófagos, perteneciendo las especies plaga más importantes a los órdenes de insectos Lepidoptera, Hemiptera y Thysanoptera y a las familias de ácaros Tetranychidae y Eriophyidae. Aunque en las últimas décadas se han realizado considerables esfuerzos para desarrollar estrategias para su control alternativas a la lucha química, esta sigue siendo todavía la práctica más habitual. Sin embargo, se está produciendo una evolución progresiva hacia el uso de nuevas herramientas que se encuadran en la propuesta del Manejo Integrado de Plagas. Esta evolución se vio reforzada, entre otras normativas, por el Real Decreto 1311/2012 sobre el uso sostenible de los productos fitosanitarios que busca dar máxima prioridad a las medidas de control preventivo, entre las que se encuentra la protección e incremento de los enemigos naturales. En este contexto, el control biológico es una estrategia muy recomendable para el manejo de plagas ya que, a diferencia de los plaguicidas químicos, los agentes de control biológico no contaminan el medio ambiente ni provocan la presencia de residuos químicos en los alimentos. Además, cada vez hay un mayor acuerdo con la afirmación de Bale y col. (2008) según la cual, la relación coste-beneficio del control biológico es favorable o similar a la de los plaguicidas.