En los últimos 35 años la legislación en sanidad vegetal ha tenido que adaptarse para intentar dar respuesta a los importantes retos a los que se ha venido y viene enfrentando. Durante el artículo se revisan las principales iniciativas legislativas que han tratado de dar respuesta a esos importantes retos. Finalmente se hace un breve repaso de los mayores logros obtenidos mediante estas iniciativas legislativas y se trata de esbozar los principales desafíos y perspectivas futuras.

La sanidad vegetal juega un papel fundamental en la producción agrícola y la seguridad alimentaria al proteger los cultivos de plagas, aumentar la productividad, garantizar la calidad e inocuidad de los alimentos y preservar la diversidad de las especies vegetales. La implementación de medidas efectivas de sanidad vegetal es fundamental para asegurar una agricultura sostenible y el suministro adecuado de alimentos saludables a nivel global.

El mantenimiento de la sanidad de los cultivos salvaguarda la riqueza genética de las especies vegetales, lo que es fundamental para la adaptación a condiciones edafoclimáticas cambiantes y para la mejora continua de las variedades agrícolas. Asimismo, es esencial para garantizar la seguridad de los alimentos que consumimos. Las plagas, entendidas como repentina y masiva aparición de organismos vivos perjudiciales, y su adecuado control, pueden afectar a la calidad e inocuidad de los cultivos.

Al controlar y prevenir la presencia de patógenos en las plantas, se reducen los riesgos de contaminación de los alimentos y se asegura su aptitud para el consumo humano. Esto es especialmente importante en la producción de alimentos frescos, donde una deficiente sanidad vegetal podría comprometer la salud pública.

La Organización de Naciones Unidas declaró el año 2020 como el Año Internacional de la Sanidad Vegetal (AISV). De ahí, se derivó posteriormente la instauración del 12 de mayo como Día Internacional de la Sanidad Vegetal. En palabras de Naciones Unidas y FAO, “Se trata de una oportunidad única para concienciar a la población mundial sobre cómo la protección de la salud de las plantas puede ayudar a erradicar el hambre, reducir la pobreza, proteger el medio ambiente e impulsar el desarrollo económico”.

Para alcanzar este objetivo, se necesita adoptar medidas fundamentalmente proactivas y preventivas a la par que dotar a las plantas de resistencia y capacidad de adaptación ante las diferentes amenazas que sufren, pero de modo que sea sostenible con el medio. La alteración de los ecosistemas y la reducción de la biodiversidad sin duda potencia la proliferación de plagas. FAO estima que las plagas son responsables hasta del 40% de las pérdidas de los cultivos alimentarios mundiales lo que supone unos 220.000 millones de dólares anuales.

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