En este artículo se analiza cómo los cambios en las formas de cultivo de los cereales de invierno y del maíz pueden afectar al desarrollo de problemas de plagas y enfermedades en la zona de la Cuenca del Ebro. Se analiza principalmente el efecto potencial de la reciente introducción de la doble cosecha en la rotación de cultivos sobre plagas y enfermedades de los cereales de invierno y del maíz. Más que una recopilación de datos, el artículo pretende ser una reflexión inicial sobre la situación actual y la futura ocasionada por la intensificación en el cultivo de cereales.
Ahora que ha empezado la preparación del suelo para la siembra del cereal de invierno puede ser un buen momento para examinar los efectos de la intensificación de las rotaciones de cereales en la Cuenca del Ebro, tanto en Cataluña, como en Aragón e incluso en Navarra. Los cereales de invierno se cultivan tanto en secano como en regadío. Para las zonas de cultivo en secano, existe un gradiente climático dentro del valle del Ebro, desde 300 a 800 mm de precipitación anual, donde el cereal de invierno (en su mayor parte representado por trigo y cebada y, de forma secundaria, por triticale, avena y centeno) se cultiva de forma habitual en monocultivo (cada vez menos) y en rotaciones entre ellos y con otros cultivos no gramíneas como la colza y leguminosas varias como veza, guisante y habas-haboncillos. El barbecho sigue existiendo, pero cada vez se limita más su superficie debido a la falta de rendimiento y eficiencia en el uso de agua y nitrógeno. En cualquier caso, el cereal de invierno sigue siendo predominante y se puede contabilizar su superficie en más del 70% en la zona que tratamos.
En las zonas de regadío es habitual la siembra de estos cereales (especialmente trigo y cebada) para grano como cultivos intercalados en la rotación maíz y alfalfa. Sin embargo y en los últimos años, la intensificación ha supuesto la siembra de dos cultivos por año, la mayor parte de veces con estos cereales de invierno y otros de primavera y verano, mayoritariamente maíz. La doble cosecha se está consolidando como una opción económica muy atractiva para los agricultores ante la puesta en riego de nuevas zonas y la situación de descenso de rentabilidad del maíz. Aun así, esta evolución a las dobles cosechas no es uniforme y depende de los sistemas de regadío. En los regadíos con presión (aspersión y pivots), la proporción de dobles cosechas llega hasta un 80% de las siembras de maíz. Hay que decir que esto también se ha posibilitado por la gran variedad de cultivares con ciclos diferentes que permite una mejor adaptación a las necesidades de cada rotación y la posibilidad de elegir especies o cultivares incluso para destino de forraje o alimentación en húmedo (ensilado, maíz ‘pastone’).