Mientras las medidas de emergencia no están consiguiendo evitar la dispersión del virus rugoso del tomate (ToBRFV) en España, otra virosis de reciente descubrimiento se está propagando por varias zonas productoras, incluida España: el virus de la mancha del fruto del tomate (Tomato Fruit Blotch Virus, ToFBV).

Isabel Font, responsable del Laboratorio Nacional de Referencia de Virus no leñosas, en la Universitat Politècnica de València, participó en marzo en una jornada sobre virosis del tomate organizada por el IMIDA en Águilas (Murcia). Se habló sobre todo de ToBRFV, pero Font también dedicó unos minutos a ToFBV. Para la viróloga, este patógeno “representa todo un enigma, ya que la información disponible sobre su epidemiología es reducida”. Fue detectado por primera vez en 2018 en la región italiana de Lacio, aunque los daños asociados al virus se venían observando en campañas anteriores y su presencia en la zona podría remontarse a 2012. Los frutos de las plantas con ToFBV presentaban unas alteraciones en la superficie de la piel, manchas amarillas y clorosis irregular. En 2019, en la misma región productora, se realizó una prospección para determinar los virus emergentes, y se confirmó la alta prevalencia de ToFBV. En diciembre de 2023, se descubrió por primera vez en la isla de Sicilia, principal zona productora italiana, en plantas de tomate cultivadas en diferentes invernaderos, y ya se están tomando medidas de erradicación para contener este brote.

La primera constancia de la presencia de ToFBV en España, concretamente en Almería y Murcia, fue determinada en 2021 durante un estudio para identificar los virus que estaban infectando a los cultivos de tomate en material vegetal recogido entre 2015 y 2020. Las plantas presentaban un amplio abanico de síntomas: manchas amarillas, clorosis, mosaico y curvado de hojas. Según explicó Font, esta sintomatología tan variada se debe a la coinfección simultánea con otros virus agresivos, como distintos genotipos del virus del mosaico del pepino dulce (PepMV), el virus de la clorosis del tomate (ToCV) y el virus del rizado amarillo del tomate (TYLCV). Sin embargo, estas virosis afectan al follaje, ocasionando manchas cloróticas, mosaicos foliares, abullonado o malformaciones en las flores e incluso necrosis en hojas, mientras que ToFBV no manifiesta síntomas evidentes en las hojas.

Aunque la infectividad y los vectores del ToFBV aún son imprecisos, Font señala que se ha observado una correlación entre la infección en plantas de tomate y la infestación del ácaro bronceado del tomate (Aculops lycopersici), lo que sugiere que este último puede desempeñar un papel en la transmisión del virus.

Se ha observado una correlación entre la infección de ToBFV y la infestación del ácaro bronceado del tomate

ToBFV ya está presente en las principales zonas productoras de tomate de España, según los estudios llevados a cabo por el grupo de Virología del Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universitat Politècnica de València (IAM-UPV), al que pertenece Font. Además, su presencia en cultivos de tomate españoles se remonta, al menos, a 2010.

Las investigaciones del IAM-UPV han corroborado que no se transmite mecánicamente mediante inoculación artificial. El virus tampoco permanece infectivo en los restos vegetales procedentes de plantas infectadas tras ser enterrados en el suelo; por lo tanto, es incapaz de infectar las plantas de tomate de un cultivo consecutivo, aunque el sustrato esté contaminado. Un alivio para los productores con antecedentes de la enfermedad.

Por último, se ha comprobado que algunas malas hierbas muy comunes en los cultivos de tomate del sureste español de los géneros Chenopodium, Malva y Sonchus son hospedantes del virus, por lo que pueden jugar un papel importante en la epidemiología del mismo.