Estamos ante un caso singular que, en cierta forma apunta contra una sacrosanta LEY; esto es, la Ley del Comercio, que no puede castigar el que un negocio venda más barato o en otras condiciones que el resto. Y esto es lo que se enfrentan por parte de los países emergentes, cuyo sistema socioeconómico en curso, tiene un nivel de salarios bajos, lo que le permite vender más económicamente. ¿Y quién puede impedirlo?

 

La libertad de comercio es algo reconocido y admitido generalmente. España estuvo un cierto tiempo pagando salarios bajos en el trabajo de los cítricos, y ello le permitió vender más económico a Europa. Lo he escrito varias veces. Entonces mi obligación en el trabajo que tenía era visitar cada mes a una de las sociedades instaladas en el sistema de sociedad anónima a las empresas que la base de Valencia tenía en Marruecos, Italia y Chipre. Los costos de Valencia eran inferiores a los de Italia, y cada vez que visitaba a los clientes de ese país me señalaban que las exportaciones de productos agrícolas de ellos sufrían mucho para poder vender al tener precios más altos. Esto es lo que hacen ahora especialmente los llamados países emergentes, en especial Turquía y Egipto, y algo Marruecos, que nosotros hacíamos anteriormente.

 

Quién le puede, y cómo, poner el cascabel a la fiera. ¿Es qué la Unión Europea tendrá permiso del mundo entero para paliar con una media que no sabemos cómo podrá llamarse este serio problema? Difícil es dado que el sistema mundial ha admitido siempre que una práctica existente desde hace siglos, la Ley de la Oferta y la Demanda, pueda ser si ello se admitiera por parte de los que le pusieran trabas al comercio mundial por dicha razón. Y es cierto sin rodeos que los países emergentes se valen de lo dicho, de un nivel de costos bastante más bajo por su realidad socioeconómica.

El problema, pues, está ahí mismo. Y capaces serán quienes traten de ponerle otras vías a la ley de la oferta y la demanda a que, con toda razón, piden los que más la están sufriendo. El problema radica en uno de los puntos, la producción, dado que el sistema socioeconómico español tiene un nivel de salarios alto en el campo, no sucede igualmente en los países emergentes que así tienen una importante ventaja en sus costes de producción, tanto en el campo como en los centros de preparación de los frutos y las hortalizas. Esto lo aprovechan muy bien en sus transacciones económicas los países citados, especialmente Turquía y Egipto, así como en ocasiones otros.

 

Esta viene de un cierto tiempo atrás lo que hace imposible el comercio a las firmas españolas. Ciertamente, es fácil de comprobar la situación, como a petición de parte española ha tenido ya respuesta. Pero el problema no es de fácil solución, dado que existe un concepto establecido que se llama Ley de la Oferta y la demanda. Valencia ha sido sede de una reunión con miembros destacados de la Unión Europea que estudian el problema para ver si se alcanza una solución que sea válida para todos, países como España y los emergentes.

 

Y ello no es sencillo, por la costumbre establecida ya hace muchos años. Ello no impide que sea posible una solución efectiva para el conjunto.

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