Sección: 28as jornadas de productos fitosanitarios
La información fitosanitaria, entendida como el conocimiento de las plagas de los cultivos agrícolas y de las medidas y medios para su control, ha sido y es una de las preocupaciones del agricultor y del poder público desde los albores de la agricultura, ya que las pérdidas de producción ocasionadas por las importantes pérdidas económicas que implican.

En la Antigüedad y hasta la Ilustración la información fitosanitaria revestía, en ausencia de conocimientos científicos, el carácter de recomendaciones para paliar la incidencia de las plagas o evitar su aparición, basadas en la experiencia y a veces en la conjunción de determinados signos en la naturaleza o del supuesto estado anímico de la divinidad. Por lo tanto correspondía en muchas ocasiones y según el tipo de sociedad al poder religioso la adopción de ritos (sacrificios, procesiones, rogativas,?) y de medidas para intentar su control. Son numerosas las evidencias escritas de ello en jeroglíficos egipcios, la Biblia, o en compendios del conocimiento de la época escritos por sabios de la Antigüedad, la Edad Media o el Renacimiento.

 

No obstante, existen también desde la Antigüedad (Teofastro, Catón, Varrón, Plinio El Viejo, Columela, Estrabón,?) muestras de incipientes progresos en el conocimiento de las plagas basados en observaciones en ocasiones rigurosas así como, pragmáticas medidas para luchar contra ellas, cuyo fundamento se encontraba en el conocimiento adquirido por la experiencia de los agricultores de la época. La influencia de estos clásicos continuó en los tratados árabes y cristianos de la Edad Media y el Renacimiento (Abu Sacaría, Alonso de Herrera,..), y sorprendentemente continuaron influyendo posteriormente, pese a las evidencias científicas obtenidas durante el período de la Ilustración. No es hasta mediado el siglo XIX cuando se produce el cambio a la fitosanidad contemporánea.

Hasta esta época, la escasa información sobre las plagas de los cultivos agrícolas se encontraba en tratados de agricultura accesibles sólo para las clases elevadas de la sociedad, propietarias de grandes superficies agrícolas, siendo inaccesible para la mayoría de los agricultores. La información fitosanitaria solo llegaba a los agricultores cuando era necesaria su participación colectiva para atajar problemas graves y esta tenía lugar mediante mandatos, edictos, pragmáticas y otras disposiciones de la autoridad religiosa, militar o civil, que se instrumentaba mediante bandos, pregones o incluso sermones.

Al desarrollarse los conocimientos terapéuticos en el control de plagas agrícolas y forestales parejo con el de la etiología de estas, que tuvo su inicio en la segunda mitad del siglo XIX, se produjo un cambio sustancial en la información fitosanitaria, que se transformó en información técnica fundamentada en criterios científicos. Ahora había que informar no solo de la causa del problema y de la medida a aplicar para su control, sino también del momento en el cual había que efectuar el tratamiento fitosanitario para que este fuese eficaz. El medio empleado fue principalmente el de la información escrita, aunque se continuó empleando la información oral para aquellos sectores de la población rural no alfabetizados aún.

Con el desarrollo de los productos fitosanitarios de síntesis a partir de los años 40 del siglo XX esta información se hace cada vez más relevante ya que la disponibilidad de materias activas se diversificó de forma notable y el agricultor necesitaba conocerlas para decidir la opción más ventajosa bajo criterios de eficacia y economía. Esta fue una época en la que proliferaron los calendarios de tratamientos, cuyas consecuencias nefastas son de todos conocidas.

La crisis ocasionada por el empleo del DDT a finales de los 60, produjo una convulsión en el planteamiento de la fitoterapeútica y en consecuencia se empiezan a considerar conceptos como contaminación, residuo, toxicidad, etc. Y se plantea la necesidad de una planificación más cuidadosa de los tratamientos fitosanitarios, ahora no había solo que considerar la eficacia y los costes sino también las consecuencias no deseables de la lucha química si no se adoptaban unas precauciones mínimas. Para ello y al objeto de reducir al máximo posible las intervenciones químicas sin pérdida de eficacia en el control de la plaga había que conocer la evolución de ésta de la manera más precisa posible e intervenir en la etapa de desarrollo en la cual fuese más vulnerable o, según el caso, accesible al producto.

Con este fin se crea durante los años 70 en España una red de Estaciones de Avisos Agrícolas distribuida por las diferentes provincias, que informa a nivel de comarca o región de la evolución de las plagas de los diferentes cultivos existentes en dichos ámbitos territoriales, aconsejando el momento y los tratamientos más recomendables. Esta información se materializa mediante "avisos", que se instrumentalizaban a través de boletines escritos que llegaban al agricultor a través del correo postal o cuando era necesario un medio más rápido a través de telegramas o comunicaciones telefónicas a los ayuntamientos o cámaras agrarias, que a su vez los difundían mediante bandos, pregones o incluso a través de boletines informativos en emisoras de radio locales.

En esta etapa que se puede calificar de lucha recomendada o aconsejada y con la progresiva diversificación y complejidad de la información pronto se apreció que el nivel de tecnificación del agricultor necesariamente debía elevarse con la formación adecuada y en algunos cultivos donde la lucha contra plagas era muy compleja con la participación del agricultor para determinar en su parcela o explotación los momentos adecuados de intervención contra las diferentes plagas del cultivo.

Una forma de atender a esta necesidad se encontró en que el agricultor dispusiera de un servicio técnico experto que desarrollase dicha labor a nivel de parcela, con lo que se pasó de la lucha aconsejada a la lucha dirigida de plagas.

En la implantación de este nuevo enfoque del control de plagas ha sido fundamental la promoción de las Agrupaciones de Tratamientos Integrados en Agricultura (ATRIAs) promovida desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación desde el año 1983 y desarrollada por las comunidades autónomas; programa que continúa con éxito hasta la fecha. A través de estas agrupaciones los agricultores pueden contratar dicho servicio técnico y mediante las reuniones de coordinación de estos técnicos con los servicios de sanidad vegetal de las comunidades autónomas recibir el asesoramiento y la transferencia de conocimientos necesaria.

De manera progresiva a lo largo de los últimos veinte años las ATRIAs han ido evolucionando hacia la implantación de criterios de lucha o gestión integrada para mantener las plagas bajo niveles de tolerancia en el cultivo. En los últimos años la aún incipiente implantación de la producción integrada en determinados cultivos ha aportado un renovado impulso a la aplicación de los criterios de gestión integrada de plagas en los agricultores acogidos a este tipo de producción certificada, especialmente en aquellos integrantes de Agrupaciones de Producción Integrada (APRIAs o APIs).

En esta evolución habida en la fitosanidad desde los años 70 ha sido y es fundamental la transferencia de los avances en los conocimientos de las plagas y su control, obtenidos por la comunidad científica, que a través de los cada vez más accesibles medios de divulgación (congresos, symposium, publicaciones periódicas, foros en Internet, reuniones con la administración y con los sectores, etc?) han podido ser incorporados rápidamente a las estrategias de control de plagas.

Actualmente, la información fitosanitaria generada por la Administración mayoritariamente tiene su origen en los servicios oficiales de las comunidades autónomas, consecuencia lógica del reparto de competencias en materia de agricultura entre estas y la Administración General del Estado, determinada por la Constitución y donde estas ostentan la mayoría de las competencias ejecutivas.

En este contexto, las comunidades autónomas sin renunciar a los instrumentos tradicionales de divulgación de la información fitosanitaria constituida por los boletines de avisos en soporte de papel, han ido incorporando las nuevas tecnologías de la información como Internet o los mensajes telefónicos entre otras. Se ha diversificado la información que ahora contempla la mayoría de los aspectos que afectan a la fitosanidad y son de interés para el agricultor.

Por su parte, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación desarrolla algunas acciones directas de transferencia de información fitosanitaria al administrado y se refieren a aquellas competencias que el ordenamiento jurídico le tiene reservadas. Este es el caso del registro de productos fitosanitarios y del control de la importación vegetales y productos vegetales de terceros países, que con su implementación en la página web http://www.mapa.es, tienen en esta su cauce principal de transmisión. Además, este Ministerio de acuerdo con las comunidades autónomas ha continuado publicando folletos divulgativos sobre aspectos de la fitosanidad o plagas de interés general o mayoritario, que son entregados a las comunidades autónomas para su difusión entre los agricultores.

Finalmente, el Ministerio contribuye a la transferencia de información científica o técnica sobre plagas con la publicación desde 1970 del Boletín de Sanidad Vegetal-Plagas, recientemente incorporado a la página web del Ministerio, y con numerosas publicaciones monográficas, que con otras publicaciones nacionales e internacionales especializadas de carácter público o privado constituyen una de los cauces principales de transferencia de los avances en los conocimientos científicos y técnicos relativos a la sanidad vegetal.

Otro de los instrumentos empleados por las administraciones competentes en la materia para efectuar la transferencia de nuevas técnicas de lucha contra plagas en determinados cultivos es su promoción con el apoyo correspondiente mediante la calificación de utilidad pública de estas, tal y como se determina en la Ley 43/2002 de sanidad vegetal. Este ha sido el caso de los programas nacionales de control de la mosca mediterránea de la fruta (Real Decreto 461/2004) y de los insectos vectores de los virus de los cultivos hortícolas (Real Decreto 1938/2004) que propician una reducción de los tratamientos con productos fitosanitarios mediante el empleo de lucha biotecnológica y biológica respectivamente, o el programa nacional de control de la mosca del olivo (Real Decreto 1618/2005) por el que se ha establecido una red nacional de alerta y valoración de las poblaciones de esta plaga, que proporciona la información necesaria para determinar el momento adecuado para la realización de los tratamientos en cada zona olivarera.

Un aspecto que no hay que olvidar se encuentra en que la información fitosanitaria hoy en día no solo se genera por la Administración ya que también participan en su génesis organizaciones representativas de los sectores productivos y de servicios e incluso los propios agricultores.

En resumen, la información fitosanitaria disponible en la actualidad ha alcanzado unos niveles sin precedentes y la generalización del empleo de Internet tiene mucho que ver en ello. Así, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y la mayoría de las comunidades autónomas en sus páginas web tienen secciones dedicadas a la información fitosanitaria así como, información respecto a las obligaciones legales que al respecto deben cumplirse en el ámbito de la sanidad vegetal y la legislación aplicable a la misma.

La evolución futura de la información fitosanitaria estará condicionada a los avances en los medios de comunicación. De manera progresiva, se irá incluyendo en estas páginas web la posibilidad de que el agricultor introduzca información de sus parcelas, reciba información en tiempo real o efectúe determinadas gestiones administrativas, entre otras utilidades. Es previsible que en un futuro no muy lejano se generalice la implantación de modelos contrastados de predicción de plagas con lo que se incrementará la relación interactiva entre el usuario y el centro servidor de la información fitosanitaria. Pero para generalizar el uso de las nuevas tecnologías aplicadas a la información fitosanitaria es prioritario continuar con la formación técnica de los agricultores con fin de que estos adquieran los conocimientos necesarios que les permitan asimilar y aprovechar todas las posibilidades que una prolija y diversa información fitosanitaria puede proporcionar.

Comprar Revista Phytoma 182 - OCTUBRE 2006