¿Cómo ha sido posible que pasáramos tantos, tantísimos años sin que una epidemia, debida a los alimentos sin control que ingeríamos todos, nos acercaran al fin de nuestras vidas?. Obsérvese que ahora, cuando se hace la compra miramos la fecha de caducidad, y si entendemos que su probable consumo pasa de ella, la dejamos por otra cuya caducidad sea más tardía. En los alimentos entran en su justa parte, los conservantes, y ellos tienen que sujetarse a una legislación a favor de las personas que los consumen, De ahí que en la actualidad el control de la producción, así como los lugares donde pasa en su preparación y elaboración se hallan sujetos a un control del que debe quedar memoria clara en los manipuladores.

Esto se halla perfectamente legislado, especialmente en los casos de los productos agrícolas que van directamente del campo a quienes los manipulan y de este último a la venta. Existe un listado de productos conservantes, en los que se incluye las dosis permitidas para que su mantenimiento no perjudique al que se lo come. Así, el listado más importante es el que señala taxativa y concretamente lo que está permitido usar, señalando algo substancial, pues antes de las disposiciones actuales quedaban fuera de control los productos que se conocían después de las autorizaciones y prohibiciones, partiendo del hecho de que todo lo que no está autorizado expresamente, tiene prohibido su uso, como fórmula más clara y transparente.

En realidad, el cambio producido en el control y vigilancia de los productos alimentarios, es algo que ha transformado el mismo modo de la conducta de todos los alimentos agrícolas, cárnicos, marinos, la totalidad de cuanto comemos y bebemos, sin olvidar las verificaciones del estado de sanidad de las aguas. Esto ha motivado la llegada de multitud de personas preparadas a los centros de producción y envasado. Basta decir que en un gran porcentaje las empaquetadoras o almacenes de confección de todo tipo de productos agrícolas, las manipuladoras deben cubrir sus cabezas, así como dejar en cada envase su número de control Hoy día, los mismos hipers, supers y locales de venta, cuando visitan los centros que les sirven, inspeccionan incluso los servicios, con objeto de comprobar el estado de limpieza y desinfección.

De igual modo que existe una regulación para los productos del campo que más allá de la autorización de uso de un producto químico, lo sujeta a la vez a un mínimo del mismo, sucede con las conservas de todo tipo. Cabe señalar que todo ello, la tranquilidad que confiere al consumidor la realización de todo este complejo control, permite un uso mayor de los productos alimenticios tanto envasados como a granel.

Un consumo como el actual, en los países donde existe, no sería posible sin un grado de confianza que nace de que existe un respeto por las leyes motivadas por la atención que debe dedicarse a la cuestión. Pero hay algo más. Y es ello que el control del recorrido de los alimentos hace que el consumidor preste su propia atención al tema. El que los envasados lleven su fecha de caducidad obliga al consumidor a prestarle atención al mismo, pues por algo es una exigencia ya general. Obsérvese que es como una "hoja de ruta" que hay que respetar, pues de lo contrario no existe responsabilidad alguna para quienes han expedido el producto del tipo que sea. En cuanto a los no envasados, en cuyo caso están muchos alimentos agrícolas, la cosa es bastante más fácil: es la observación propia del adquiriente,

¿Es una complicación?. Es, especialmente, un cuidado natural en beneficio del consumidor. Por ello, al comprar cualquier producto envasado, hay que ver la fecha de caducidad. ¿Mejor, peor?. Sin duda, un sello de garantía, porque es el modo de saber "los pasos" que da el producto, su propia vida en condiciones de empleo.  

Comprar Revista Phytoma 166 - FEBRERO 2005